—No seas obvio, ve de a poco a poco y cuando menos lo esperes caerá en la trampa, ese tendrá que ser tu sacrificio, un gran sacrificio que te dejara toda herencia completa.

Terminando la cena cada uno se fue a su casa, él tenía razón, debía enamorar a la gorda para que no me quitara ni un peso. No había ninguna mujer que se hubiera resistido a mis encantos y ella no iba a ser la excepción.

Cuando llegué a mi casa me encontré con Lilith besuqueándose con Santiago en la sala de estar, ¿cómo podía besarla? Era cierto que fea no era, pero tampoco era atractiva, por lo menos no para mí. Los regañe por estar a la vista de todos haciendo sus cosas y ella solo se limitó a reír y correr con su "novio" a su cuarto.

La conocía de menos de una semana y ya odiaba su positividad y el que nada parecía afectarle...

Lamentablemente el plan que Samuel me había dicho, debía ser implementado de inmediato.

***

No entendía porque Roberto era tan amargado y tan maldito. Yo estaba recostada tranquilamente el sol, y apareció para arruinar mi tarde... Si no fuera porque conviviríamos unos meses, le hubiera pateado los huevos. Me hacía falta el dinero, era la verdad, con esos millones podría pagar una de las culpas más grandes que tenía.

Y si ese era mi castigo por ser tonta y confiada en el pasado, no me quedaba más que aguantar.

A la una de la mañana despedí a Santi, habíamos hecho el amor en silencio, no quería mas regaños.

Tanto ejercicio me dio hambre, al cuerpo siempre darle lo que pide, así que, fui a la cocina para buscar algo que comer. Recordé haber visto un frasco de Nutela, ya sabía exactamente que iba a merendar.

Disfrutaba de mis cucharadas de Nutela sentada en sobre la isla de la enorme cocina cuando Robertito me saco de mi deleite.

— ¿Puedo comer yo también? — lo mire asombrada, no podía creer que me pidiera permiso para algo.

—Claro, solo necesitas una cuchara— se paró delante de mí y tomo la cuchara que yo estaba usando para llevarse una buena porción a la boca, creí estar soñando

—Para que ensuciamos otra cuchara— me dijo relamiéndose. ¿Qué demonios le pasa?

—¿Estas borracho?... mírame... ¿te drogas? — soltó una carcajada y se acercó más a mí, yo seguía sentada en la isla así que él quedo rozando mis rodillas.

—Solo se me antojo algo dulce— barrió mi cuerpo con la mirada, deteniéndose en mi escote... parecía que era lo único que le agradaba de mi— ¿Siempre te vistes tan provocativa? — esta vez me miré yo y recordé que traía mi pequeño babydoll de encaje azul cielo.

—No me gustan los pijamas— no sabía que chingados le estaba pasando, pero no me iba a dejar incomodar por él, estaba claro que eso era lo que quería—. Esto es mucho más cómodo— le quité la cuchara y me serví de nuevo—. Además, tú también andas muy destapado, solo traes tu bóxer.

—Lo sé, ¿te molesta? — me sonreía pícaramente—. Puedo quitármelos si quieres— me atragante con la Nutela ante su comentario—. Tranquila, tranquila, estoy jugando... solo quería disculparme por lo de la piscina... Me gustaría que lleváramos la fiesta en paz, no sabemos cuánto tiempo viviremos bajo el mismo techo.

—O estoy soñando o tu estas muy, muy, drogado...pero tienes razón, no es saludable que los esposos se odien, aunque prácticamente en la mayoría de los matrimonios es así.

—Bien... ahora... bésame— abrió mis piernas y se posiciono en medio, acercándose a mis labios.

— ¡Realmente perdiste la cabeza! ¡No voy a besarte, estúpido!

Te casaste con la GORDA! (Regresa!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora