41(bis). La ciudad de las estrellas

792 66 198
                                    

 *¡Hola a todas! Sé que no he respondido todavía a los comentarios del capítulo anterior, ¡lo haré, como siempre! Pero no quería dejar de subir este hoy (y resolvamos la situación de Helga y June, jeje). Así que... espero que lo disfrutéis.

(Helga)

Para cuando llegamos a LA, las ganas de todos de volver a casa después de una gira tan larga se notaban en el ambiente, aunque yo no sabía bien cómo enfrentarlo. No me había parado a pensar qué ocurriría cuando volviera, porque mi realidad de Barcelona me estaría esperando. ¿La enfrentaría sola? ¿Qué iba a pasar con David cuando este sueño se acabase? Nunca lo habría reconocido, pero en el fondo temblaba por dentro. Por otro lado, sobre todo desde que ocurrió lo de Emma, y lo de Álex, tenía más ganas de volver que nunca. También tenía ganas de enfrentarme a mi madre, para bien o para mal, aunque no me había parado a pensar en lo que esperaba de ese encuentro.

En definitiva, estaba hecha un tremendo lío.

Y la culpa la tenía David. ¿Es que acaso podía ponerme a pensar en nada serio teniéndole cerca?

Además, habíamos empezado a pasar más tiempo juntos, casi de forma inconsciente. Yo había tenido que rendirme a la evidencia de que papá probablemente ya sabía lo que pasaba, aunque no se había atrevido a sacar el tema. Porque el capullo volvía a llevar razón: lo de la obviedad en mi familia se llevaba en la sangre.

Y, de todas formas, ¿cuánto tiempo me quedaba con él? ¿Cuánto tiempo más iba a poder disfrutarlo, antes de que la realidad volviera a golpearme? Porque en Barcelona mi vida era muy distinta: para empezar, no había música, y aún no había decidido si quería que la hubiera. Estos meses me habían demostrado que se podía ser feliz con ella, ¿pero hasta cuándo? ¿Cuándo volvería a decepcionarme?

Y después estaba el hecho de que David era la única persona con la que sentía que podía ser yo misma, quizás con la excepción de Emma, y eso tampoco ayudaba. Pero es que él vivía en la otra punta de Barcelona, y al llegar volvería a casa con su padre y sus hermanas, y retomaría los estudios en la universidad...

Un momento, un momento, un momento.

¿Pero qué me pasaba?

¿Cuándo había empezado a convertirme en doña Perfecta y no me había dado cuenta?

Así que, en las escasas ocasiones en las que esos pensamientos me acechaban, los descartaba de manera sistemática, y me limitaba a seguir disfrutando del momento con David. Lo demás no era importante.

En LA nos quedaba una semana por delante que se me hacía que iba a ser larga... Pero, una vez más, mis expectativas se vieron superadas. Papá había organizado varios tours para la banda, pero él apenas se unió a alguno, porque siempre estaba relacionándose con "gente del mundillo".

—Es que no eres consciente de todo lo que se mueve aquí, Helga —me había recordado Pol, cuando por fin me había quejado.

—Claro, si nadie me lo explica... —refunfuñé.

Pero Pol estaba claro que no tenía intención, porque se limitó a reírse y a continuar la conversación con otros miembros de la banda.

Genial. Eso no hizo sino dar más pie al mal presentimiento que tenía desde el principio: algo se iba a estropear, porque todo había ido demasiado bien hasta entonces.

Sin embargo, tengo que reconocer que Los Ángeles me deslumbró. No había podido imaginarme una ciudad tan cosmopolita, donde podías encontrar prácticamente de todo. Y Hollywood... mentiría si dijera que no me imaginaba allí rodando películas, o participando en obras de teatro. Menos mal que yo no era del tipo soñador...

Una voz compartidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora