14. No era la primera vez

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—Amaia, en primer lugar, muchas gracias por concedernos esta entrevista. Hacía bastante que no escuchábamos nada tuyo. ¿Qué te ha llevado a sacar tu nuevo single, Entonces, precisamente ahora?

—Porque tenía que ser ahora y no "entonces", jajaja.

—Jajaja.

—Umh... La verdad es que no sé... Bueno... Porque ha salido así. ¿Acaso es que tiene que haber siempre una razón?

—Solo nos daba curiosidad, porque ha sido muy repentino.

—Pero eso no es nuevo.

—Ya lo sabemos. Aunque sería genial si pudieras darnos la exclusiva: ¿para cuándo el disco?

—¿Qué disco?

—El disco del que Entonces será el single.

—Ah, pues no sé. Por ahora no hay planes de disco. Me voy a centrar en algunas colaboraciones. Mi familia no me da tiempo para más. Siento que es donde tengo que estar.

—Ya sabemos que alguien de tu familia falleció hace poco.

—Pues entonces me comprendéis. Bueno, eso, y que el mundo de la música no beneficia a las cantantes de mi edad, seguramente.

—¿Estás tratando de reivindicar algo, Amaia?

—Creo que no. No es ningún secreto lo que acabo de decir. Pero, en cualquier caso, el tiempo dirá qué es lo que pasa. Lo mismo no volvéis a saber de mí.

—Eso sería imposible, Amaia.

—... ¿Seguro?

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(Amaia)

Alfred de verdad se puso las pilas después de lo que vivimos en Pamplona, y no se le volvió a olvidar que la familia era la primero. Que ya sé que no lo hacía nunca, no me hacía falta más que ver su despacho en Suebre Music, pero a veces podía verse absorbido por la cantidad de trabajos, de proyectos y colaboraciones. Siempre le había pasado, y siempre le pasaría. A fin de cuentas, ese era mi Alfred, ¿no? La etapa del accidente había sido un bonito paréntesis, y yo estaba segura de haberle sacado el máximo partido. Pero también me tocaba reconocer que esos días quedaban muy atrás... Igual que tantos otros.

Porque para mí también empezó una época complicada. La década de los cuarenta puede convertirse en un limbo de difícil descripción para muchas artistas, y estaba claro que yo no iba a ser de las pocas excepciones. ¿No había tenido suficiente con la depresión posparto de Emma y la sorpresa de Helga? Pues toma crisis de los 40. Iba a vivirlas todas al máximo, de eso no cabía duda.

—Y no te olvides de la menopausia, hermanita —se reía siempre Ángela de mí, jocosa, para aumento de mi exasperación.

Sí, estaba segura de que esa también la viviría sin reservas. ¿Dónde se había quedado mi máxima de que "nada es importante"?

Pero bueno, en esta etapa, con crisis de los 40 incluida, aún me sentaba a tocar y a componer, claro, pero no me encontraba contenta con nada. Al menos, no como para sacar disco. Lorenzo, mi representante, había llegado a considerar que ya había ganado suficiente dinero conmigo, así que no estaba tan encima de mí como al principio. Ahora tenía otras cantantes más jóvenes y talentosas a las que insistir para que le dieran rendimiento. Aunque eso no significaba que se fuera a deshacer de mí tan pronto. Era consciente de que, en cualquier momento, podía volver a renacer de nuevo, como el ave fénix. No sería la primera, ni la segunda vez. En eso yo ya era toda una experta.

Una voz compartidaWhere stories live. Discover now