20. Dio igual

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—"Lanzamos este comunicado para expresar el completo desacuerdo de Amaia Romero acerca de las últimas declaraciones que la involucran a ella y a su familia. Se trata de un intento de difamación totalmente falso. Se emprenderán las medidas legales oportunas para evitar...". Así comienza el comunicado oficial que ha lanzado la cantante Amaia Romero para contrarrestar las palabras de Mateo Carabel. Por lo demás, la cantante se niega a hacer cualquier declaración. Tenemos esta noche a la otra parte implicada, para tratar de aclarar este asunto. Buenas noches, Mateo.

—Buenas noches. Muchas gracias por tenerme.

—En primer lugar, ¿qué tienes tú que añadir ante este comunicado? ¿Tienes miedo de lo que pueda pasar?

—Por supuesto que no. Yo solo he contado la verdad. Amaia me destrozó la vida y ni siquiera me ha pedido perdón en todo este tiempo. Y que estuvimos en una relación mientras ella pasaba un mal momento en su matrimonio tampoco lo puede negar. Así que no me preocupa lo que pueda pasar.

—¿Y por qué precisamente ahora, después de casi cuatro años? Cualquiera diría que lo has hecho a posta, justo cuando Amaia está a punto de sacar disco...

—Lo he hecho cuando he conseguido superarlo. Hasta ahora no había estado preparado. Amaia no solo me abandonó, sino que te recuerdo que provocó la ruina de mi carrera.

—Y, sin duda, tú ahora vas a provocar la suya.

—Por favor, Amaia es una cantante con mucho más recorrido. Si su carrera no consigue superar esto, es que quizás no era tan buena...

—¿Y qué nos dices de la intervención en la radio, en aquel programa en el que sus hijos estaban participando?

—Bueno, a eso no puedo contestar. El radioyente solo dio sus iniciales, podría ser una mera casualidad.

—Pero mencionó el día en el que salieron vuestras primeras fotos filtradas, y conocía a los niños. No nos negarás...

—Lo siento. Me temo que eso siempre será un misterio.

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(Amaia)

Nunca hablé con Helga.

Ella me lanzó la pelota (o la bomba, según se mire) y yo la dejé estar, esperando a que algún día explotara, o quizás con la vana esperanza de que se desactivara sola.

Al principio fue la falta de tiempo, y el hecho de que Helga parecía seguir bien. Grabó sus partes de Nuestra versión y luego volvió a desligarse de la música. ¿Pero quién era yo para romper ese delicado equilibrio que habíamos conseguido? Además, estaba particularmente ocupada con mi propio disco. Ahora que por fin tenía un proyecto propio, nadie podía echármelo en cara: llevaba demasiado tiempo siendo una madre abnegada, con lo mal que sabemos que se me da eso.

Y la aventura de la radio sin duda habría servido para darme el último aviso... Si no hubiera sido por lo que vino después.

Pocas veces en mi vida lo había pasado tan mal. Quizás durante el accidente de Alfred, pero poco más. Esa angustia, esa capacidad para seguir llorando cuando ya apenas quedaban lágrimas, el no saber si le habría pasado algo... Y la culpa, la culpa por haberla perdido, por haberla dejado escapar con asuntos sin resolver. Asuntos que nos unían directamente, como aquel miércoles en el conservatorio. ¿De verdad sabría algo? ¿O era solo que llegó a leer la noticia, a pesar de que intentamos que no lo hiciera?

Con Helga siempre había sido difícil para mí, porque no había sabido cómo manejar esa rebeldía. Y, cuando era pequeña, aún me hacía gracia, pero me parecía controlable. Sin embargo, desde que había decidido dejar la música y centrarse en el teatro, había empezado a convertirse en un misterio. Y me daba miedo tratar de resolver ese misterio, porque tenía una cierta intuición de por dónde podía salir.

Una voz compartidaWhere stories live. Discover now