59. Traición

3.6K 493 220
                                    

Pasar de la vitalidad, el colorido y la alegría de la SAOIRSE a la sobriedad, el gris y el silencio del FOIRFE era siempre un contraste que casi golpeaba físicamente a Alec, sentía que se quedaba sin aire siempre que daban los primeros pasos dentro de su reino. ¿Cómo había vivido tanto tiempo aquí y ahora sentía que lo asfixiaba una simple visita?

“¿Estás bien?”

Miró hacia Magnus cuando lo escuchó en su cabeza, pero Magnus ni siquiera lo miraba, fiel a su palabra y a su papel. Iban separados por unos cuantos pasos, todavía podían estirarse y tocarse –siempre al alcance de la mano–, pero no lo harían, no a menos que fuera de vida o muerte.

“Sí”. Alec no agregó nada más, no quería mentir, pero tampoco era el lugar para hablar de esto.

Era imposible mientras caminaban cerca de tantos Perfectos, mezclándose entre ellos, moviéndose mecánicamente como si de robots se tratara.

¿Qué tenía esto de «Perfecto»?

¿Es que de verdad ellos eran felices así, nadie quería algo diferente o simplemente se habían adaptado a su entorno, se conformaron con lo que podían tener?

Porque Alec sentía su pecho doler ante la idea de un vida así. Este sería su mundo si Magnus no hubiera llegado a su vida aquella mañana...

No, mentira, él ya ni siquiera estaría en el mundo porque Robert prefería sacrificar a su hijo que pasar por la vergüenza de un Lightwood infectado por el Gen H.

Justo por eso había mentido descaradamente:

"SE BUSCA"

Decía un cartel enorme que se cruzó en su camino. Había una imagen de Alec, de pie, la espalda recta, las manos a los costados, la barbilla alta, los labios en una fina línea y los ojos –oscuros, como la Perfección Real lo ameritaba– fijos en la cámara.

Alec recordaba esa foto, recordaba al camarógrafo encogido de miedo ante los gritos de su padre porque los resultados no eran lo que él esperaba.

"—¡Alexander no se ve como un Lightwood! Le falta algo, haz tu trabajo, para eso se te paga. Un Lightwood nunca se vería así."

Y, sobre todo, se recordaba a sí mismo cerrando los ojos y pensando en Magnus, en sus manos que lo recorrerían cuando estuvieran juntos, en los labios que se curvarían en una sonrisa apenas lo viera y después se posarían sobre su sien antes de susurrar un "Hola, mi niño", en los ojos verde dorado entrecerrados por la sonrisa que nunca faltaba.

"—¡Alexander, por Dios, pon de tu parte! ¿Qué va a decir la gente si ve esta foto?"

"¡—Y tú —eso iba para el fotógrafo—, arregla la luz, sus ojos parecieran azul oscuro! ¿Es que quieres una tragedia sólo por una mala fotografía?"

Y era cierto. Con el flash de la cámara y la luz natural, los lentes de contacto perdían un poco su efecto y el azul salía a relucir levemente.

Y el pobre fotógrafo había hecho su trabajo. Alec casi lleva su mano inconscientemente hacia su rostro, bajo sus ojos que ahora mismo debían verse casi como esos. Oscuros, sin vida, sin luz, "Perfectos".

“¿Cariño?” Magnus debía haber visto sus pensamientos y en su corazón. “Alexander, mi niño, no te tortures. Ese no eres tú, nunca lo fuiste y no volverás a serlo. No perteneces aquí. Eres libre.”

“Soy tuyo”, Alec pensó con devoción, porque es cierto. Magnus le había dado su libertad, luchó para que Alec la tuviera, pero el –libremente– quería darse a él.

Gen H (Malec)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن