51. M'chridhe

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M'chridhe. M'gràdh.
Mi corazón. Mi amor.


«—Jugar con el tiempo es algo que no debe hacerse nunca. Pero, por ti, rompería cada ley del universo. No lo he regresado ni se ha detenido, sólo transcurre más lento para todos, excepto para ti y para mí. Hay algo que necesito contarte, que debí contarte hace mucho. Tienes que saberlo, que entenderlo, antes de que volvamos aquí y tomes una decisión. Sea la que sea, estaré a tu lado, no volverás a estar solo nunca. Aunque no me perdones, aunque...

Alec lo detuvo con un beso y no pudo decirlo en voz alta, pero Magnus pudo leerlo en él, pudo entenderlo sin necesidad de palabras, porque ellos podían comunicarse así, porque eran predestinados:

"No sé qué tendría que perdonarte a ti, si no has hecho nada más que salvarme. No sé cómo piensas que podría odiarte, Magnus. Me has llamado "Mi amor" y creo que es una expresión llena de reciprocidad. Soy tu amor, si tú eres el mío. No puede ser de otra manera. Y tú lo eres. Mi amor. Mío. Incluso de pequeño ya te sentía así, aunque era diferente, siempre has sido eso para mí, amor. Odiarte sería odiarme a mí mismo, Magnus, mi corazón es donde tú estás. No es posible. Simplemente no".»

Magnus tomó una respiración profunda, sus ojos se cerraron a la par que acariciaba el rostro de Alec.

Alec nunca cerró los ojos ni dejó de mirar a Magnus y aun así no notó el momento en que pasaron de un lugar a otro, la sala de música desapareció y ahora estaban en lo que parecía el claro de un bosque.

Era todo luz dorada rodeándolos.

Miró a su alrededor y, antes de que lo preguntara siquiera, Magnus dijo: —No existe. Este lugar, quiero decir. No estamos ni en tu reino ni en la SAOIRSE. Este sitio es sólo mío y tuyo ahora... Si tú quieres...

La mano de Magnus, la que había estado en el rostro de Alec, cayó, pero Alec la atrapó antes de que se retirara por completo.

—Quiero. Quiero todo lo que tú quieras darme. Tengo sólo quince años, Magnus, y tal vez tú pienses que no sé de lo que hablo, que no puedo hablar de amor...

La magia de Magnus pasó a través de Alec, comenzando por sus manos que estaban unidas, provocando en éste un estremecimiento y que lo que estaba diciendo se intertumpiera.

—Yo no creo eso, Alexander –Magnus volvió a acunar su rostro, ahora con la otra mano–. Nunca pensaría que tú no sabes o entiendes lo que es el amor, sin importar tu edad. Tú mismo lo has dicho. Desde pequeño lo sentías, algo que con los años, con el tiempo, se va transformando. Incluso cuando no sabías cómo llamarlo, estaba ahí. Amamos desde que nacemos, estoy seguro. Yo ya estaba destinado a amarte y te amé desde que supe de tu existencia, mi niño.

Alec frunció el ceño de repente. —No vas a terminar conmigo.

Magnus soltó una carcajada, rompiendo el contacto físico con Alec. Comenzó a caminar alrededor, tratando de encontrar las palabras: —No estoy terminando contigo, Alexander.

Alec no le creyó. —Bien, porque no va a pasar. Eres mío, mi novio. Y lo dijiste, un día, cuando yo sea mayor, nos casaremos.

Magnus sonrió. Aunque Alec no podía verlo. —Lo haremos –susurró–, si todavía quieres...

—¡No vamos a terminar, Magnus! –Alec gritó, comenzando moverse también–. No importa lo que mi papá diga o que quiera comprometerme von una princesa. Soy tuyo, Magnus. Soy tuyo.

Magnus pareció volver a respirar al escuchar eso.

"Ok, puedo hacerlo".

Se detuvo entonces y comenzó a hablar, sabiendo que Alec iba a llegar hasta él. —Hace un tiempo te hablé de las fundadoras de la SAOIRSE, de la melodía única que une a dos corazones...

Alec asintió, aunque Magnus no lo vio. Puso una de sus manos sobre el hombro de Magnus y éste se relajó y se apoyó en él, en el cuerpo sólido de Alec tras el suyo, pero no se dio la vuelta.

—La canción que cantan los dos. Sólo dos corazones en el mundo pueden cantar igual –Alec recargó su frente contra la espalda de Magnus, uno de sus brazos lo rodeó hasta que su mano encontró el latido de Magnus, la mano de éste sobre la de su niño. Estaban envueltos uno en el otro, Magnus podía sentir el corazón de Alec también, tras él–. Me gusta la canción de tu corazón, Magus –Alec le repitió, con una sonrisa, como cuando niño.

Magnus sonrió también, apretándose más contra Alec y presionando con más fuerza su mano. —Canta para ti, mi niño...de cielo –y lo último lo dijeron a la vez.

—Te expliqué sobre el hilo rojo –Magnus siguió–, ese hilo invisible que une las almas predestinadas...

—El nuestro es azul, es de cielo, como de cielo son mis ojos –Alec ya no era un niño, pero si tenía que elegir entre creerle al mundo que lo llamaba "Infectado con el Gen H" o a Magnus, siempre le creería a Magnus. Sus ojos eran de cielo, él era un ángel que bajó a buscar a su persona especial, el único que lo reconocería, a quien su alma estaba unida por ese famoso "Hilo rojo" (o azul, o verde, o del color que fuera), aquel cuyo corazón cantaría el mismo idioma que el suyo.

Magnus suspiró, leyendo en la mente de Alec. —Exactamente así, Alexander.

—¿Qué? –Alec preguntó confundido. Él no había dicho nada.

—Hay algo que nunca te dije. No al menos directamente y tal vez cambie todo lo que piensas hasta ahora. Tal vez decidas que no sientes igual cuando termine de decírtelo. Pero, como ya dije, debes saberlo.

Él se giró muy lentamente, sin que las manos de Alec se retiraran, hasta que quedaron frente a frente.

—Vamos a hablar sobre los predestinados, mi niño.

CONTINUARÁ...

¡MARATÓN ESTA SEMANA! 🙌

Por fin se viene la conversación que cambiará todo, ¿cómo creen que reaccione Alec? 🙈

Y volvemos al #1 ¡GRACIAS! 💙

Y volvemos al #1 ¡GRACIAS! 💙

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