4. Mi pedacito de cielo

7.2K 1K 306
                                    

<<-Hola, mi perfecto niño de mirada de cielo.

El pequeño Alec había mirado al niño acercarse. Sus ojos eran bonitos, como una mezcla de verde y dorado.

¿De dónde era el niño? Aquí todos tenían ojos oscuros.

Alec se sentó y frotó sus ojos y sus mejillas, todavía había lágrimas frescas. Y su carita dolía, eso le recordó el golpe de su papi, porque su ojo era azul. Lo cubrió rápidamente con su manita, tratando de ocultarlo del niño bonito que se sentó frente a él y acarició su cabello.

-¿De cielo? -preguntó Alec, su ojito oscuro abriéndose demasiado, con curiosidad.

Magnus sonrió. Su alma gemela era perfecta para él, no importaba el tiempo que tuvieran que esperar y el tipo de relación que tuvieran ahora y después, estaba hecho para él.

Magnus quitó la manita del pequeño príncipe, dejando al descubierto su ojo azul y acarició bajo éste con ternura.

Hizo una seña hacia arriba, su mano sosteniendo la pequeña de Alec, y entonces el niño notó que ya no estaban en su habitación, estaban al aire libre, el cielo a la vista.

-Azul, como el cielo, pero mucho más bello y digno de mirar, pequeño.

El pequeño Alec hizo un puchero. -¿Sí?

¿Por qué al niño le gustaba y a su papi no?

Magnus se rió suavemente, una risa que hizo sonreír a Alec y querer al niño de ojos bonitos más cerca. El pequeño príncipe alzó sus manitas hasta que Magnus lo abrazó.

-Sí -Magnus respondió, mientras el niño, su predestinado, se acurrucaba contra él-. Sí, mi pedazo de cielo.

Entonces Alec sonrió. Su ojo no era malo ni feo, él decía que era cielo...>>

Alec sonreía mientras dormía, su manita ya no cubría su ojo.

Esperanza y Maryse lo miraron antes de que la reina lo tomara en brazos y se lo diera a la niñera. -Vuelve si logras ocultar sus ojos. Si tú no regresas, yo sabré que fue lo mejor, saberlo lejos pero vivo. Pero, por favor, prométeme que mi bebé va a estar bien.

Esperanza asintió. Habían acordado de tenía que ir sola. Maryse quería acompañarlos hasta donde fuera posible y quedarse en algún hotel cercano, pero eso atraería la atención, una reina no pasaría desapercibida y mucho menos la principal. Robert terminaría por enterarse.

Así que, con el pequeño Alec envuelto en una manta, y cubierto con una capa oscura que usaba ella, salieron del palacio.

Esperanza sabía cómo llegar a la comunidad de los libertos y cómo hacer que la dejaran entrar. Y sobre el pequeño príncipe, sólo tenía que mostrar su ojo y los dejarían entrar.

El problema sería salir.

Pasaron unas cuantas horas hasta que Esperanza pudo ver la SAOIRSE. Su corazón estaba acelerado. Tenía que volver antes del amanecer, antes de que Robert notara la ausencia de Alec, o ya no volver nunca.

A ella la reconocieron cuando se acercó, después de asegurarse de que nadie la veía, pero le pidieron una explicación por el niño. No dijo quién era, sólo mostró su ojo izquierdo.

-¿Un expulsado? -preguntó el guardia.

Esperanza se encogió de hombros. -¿Puedo ver a Magnus?

Magnus Bane era un liberto especial, uno de los más jóvenes, pero también de los más poderosos, quizá incluso el más poderoso.

El guardia alzó una ceja, pero la dejó entrar. -Ya sabes el camino. Si el joven Bane te recibe o no, es su decisión.

Esperanza asintió, abrazando más fuerte al pequeño Alec que despertó y comenzaba a inquietarse y retorcerse más conforme se acercaban a la carpa de Magnus.

Ella no tuvo que llamar, Magnus abrió y se asomó cuando estuvieron a un par de metros. Era un jovencito de su edad, con unos inusuales ojos verde dorado que hacían evidente lo especial y mágico en él.

Magnus le hizo una seña para que se diera prisa y entrara.

Alec estaba lloriqueando ya. Se calló cuando Esperanza se quitó la capa, sus ojitos adaptándose a la luz del lugar, mirando todo a su alrededor. Cuando Esperanza lo desenvolvió de la manta que lo cubría y se agachó para que pudiera caminar, el niño vio al jovencito de sus sueños.

Sus ojitos brillaron de pura felicidad. Él había prometido que volverían a verse y cumplió. ¡Cumplió!

Magus! -Alec corrió hasta él.

La risa de Magnus era de felicidad total mientras se agachaba y tomaba al pequeño Alec en brazos. -Hola, niño -dijo, alborotando su cabello.

Los bracitos de Alec rodearon su cuello y susurró algo como "De cielo".

Él era su niño de cielo. Magus lo había dicho.


CONTINUARÁ...

¿Qué les va pareciendo la historia y la relación malec que comienza de un modo inusual?

Gen H (Malec)Where stories live. Discover now