31. Berrinche

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Magnus había estado demasiado ocupado en la SAOIRSE ese día para ir al reino de los "Perfectos", y era momento de cambiar los lentes de contacto de Alec, así que fue Esperanza quien lo llevó.

Alec amaba estos momentos, no tener que usar nuevos lentes -eso le molestaba-, pero sí el par de días que podía pasar en el reino mágico de su Magnus. Él todavía no comprendía mucho de "Perfectos", "Gen H", prejuicios absurdos referentes a la sexualidad y el color de los ojos, no entendía la diferencia en el paso del tiempo para él y para Magnus, cómo él había envejecido dos años mientras que para Magnus pasaron sólo unos meses... Él había crecido, ya era un niño grande, ya podía hablar correctamente, y Magnus seguía casi igual que cuando lo vio en sueños por primera vez.

Así que, aunque no entendía por qué podía pasar días aquí y en su hogar eran sólo horas, lo amaba. Él quería cada vez más a Magnus. Él era tan bueno. Lo cuidaba, lo enseñó a leer y a escribir, siempre buscaba la forma de estar cerca de él -como el jardinero de los Lightwood, como su profesor, o colándose en su habitación para contarle cuentos antes de dormir-.

Alec amaba estar en brazos de Magnus, poner su cabeza en su pecho y sentir su corazón latir, escuchar sus latidos, poner su mano sobre el propio y, tal vez era una locura, pero parecían latir exacta igual.

Además, ¡aquí podía dejar sus ojos libres!, nadie lo veía raro o lo golpeaba por tener ojos azules. Aunque él prefería pasar el rato sólo con Magnus, Magnus siempre insistía en mostrarle algo de la SAOIRSE, de su historia, su magia...

Y Alec amaba esta libertad, ¿por qué no podía vivir aquí?

Magnus estaba curando a un liberto que había sufrido un accidente recientemente, y no tenía magia suficiente para hacerlo solo, cuando Alec llegó.

-¡Magnuuusss! -el príncipe se había soltado de Esperanza en cuanto cruzaron y corrió sin detenerse hasta llegar a la carpa de Magnus.

Magnus volteó sólo su cabeza, frunciendo los labios justo como la primera vez que hubo un "Magnus" y no un "Magus", ahora como entonces seguía pareciendo fuera de lugar. Aquel "Magus" era tan inocente y lleno de cariño que Magnus sentía que lo extrañaría siempre.

Algo más que Robert Lightwood les había quitado.

Algo más que la pretensión de ser "Perfectos" arruinaba.

Magnus no apartó sus manos del pecho de Ragnor, el joven enfermo, porque perder el contacto físico detendría el avance que llevaba con su curación, pero sí le sonrió a Alec, desde su corazón, con todo su corazón. -Hola, mi niño.

Pero esta vez no hubo un "De cielo", Alec hizo un puchero y frunció el ceño. -¿Quién es él? ¿Por qué estás con él?

Ragnor se rió. Él era de los mejores amigos de Magnus y uno de los pocos que conocía la verdadera relación entre Magnus y Alec, el lazo tan fuerte que los unía.

-Tu pequeño está celoso -le susurró a Magnus.

Magnus no dejó de sonreír. Era cierto, Alec -ya fuera por el vínculo que los unía o por simples niñerías de su edad- era muy posesivo con él. No es que se quejara, le gustaba, y le gustaría aun más cuando crecieran y su relación pudiera ser diferente, cuando pudiera gritar ante el mundo que Alexander Lightwood era suyo.

-Él es Ragnor, es mi...

-¡No me gusta! -Alec exageró su puchero y pataleó enojado.

Magnus suspiró. Amaba a su niño, pero debía hacer hasta lo imposible para que no se volviera como su padre y los demás "Perfectos".




CONTINUARÁ...

Alec haciendo berrinche 🙊😻

Apareció Ragnor 🙌

La historia va avanzando, habrá nuevas situaciones y personajes, espero que les siga gustando 💙

¿Quieren la escena de esa primera vez que Alec lo llamó "Magnus"?

Gen H (Malec)Where stories live. Discover now