52. Esto es ser predestinados

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«—Vamos a hablar sobre predestinados, mi niño...»

Estaban tan cerca... Sus pechos tocándose, sus corazones latiendo tan fuerte que el otro podía sentirlo, tal vez eran sólo llamándose, sintiéndose, tratando de llegar a su igual...

Las manos de Alec seguían sobre Magnus. Sus ojos muy abiertos, tan azules, fijos en él, en aquellos verde dorado. Magnus pasó su mano de nuevo sobre el rostro de su niño, con una caricia suave sobre la piel pálida de Alec, deseando nunca volver a ver ninguna herida en él. Nunca llegar tarde de nuevo.

Suspiró, acunando su rostro, sintiendo a Alec rígido por la incertidumbre, sus manos aferrando a Magnus. Juntó sus frentes antes de frotar sus mejillas juntas y finalmente rozar sus labios en un beso, decidiendo que era mejor que lo sintiera él mismo, que Alec mismo leyera en él –sus recuerdos, pensamientos, sentimientos– que decirlo con palabras.

La primera imagen que Alec vio, cuando sus ojos se cerraron al contacto con el beso, fue la de un Magnus de tal vez once o doce años con un bebé en brazos. El pequeño había estado llorando hasta que Magnus lo sacó de su cuna. El bebé no debería todavía ser consciente de lo que lo rodeaba, ¿o sí?

Tal vez sí, porque sus ojitos se fijaron el el rostro que se inclinaba sobre él. La voz de Magnus sólo un poco diferente, pero la misma hermosa sonrisa: —¿Hola? –sonaba nervioso, feliz, confundido. Y entonces el bebé sonrió y Magnus suspiró, su sonrisa un poco más amplia–. Yo voy a estar siempre para ti, mi bebé –y en ese "Mi bebé" estaba el mismo amor puro e infinito que Magnus prometiera tres años después con aquel primer "Mi niño". Magnus se inclinó y besó la frente del bebé.

Alec sintió su corazón llenarse con algo que nunca antes, algo dormido, como a la espera de que lo reconociera. Su frente cosquilleó como si volviera a sentir el beso. Sus labios se abrieron, todavía rozándose con los de Magnus. —¿Yo? ¿Soy yo?

Magnus asintió. Él no lo dijo en voz alta: "Cuando tenía doce años algo cambió para siempre en mi vida: mi pequeño predestinado nació, provocando un temblor que sacudió mi mundo, poniendo todo en su sitio. Mi mamá siempre me habló de ello, ¿sabes?, lo que se sentía tener un alma gemela. Pero esto, al igual que el amor, tiene que vivirse, sentirse, para llegar a comprenderlo. Yo soñaba con conocer a mi predestinado, tomaría su mano y correríamos juntos hasta quedarnos sin aliento, y así cada día de nuestras vidas..."

Alec en el fondo comprendía lo que Magnus quería decirle, "Naciste tú, mi predestinado. Tú, Alexander", pero no podía dejar de notar que en la imaginación de Magnus él iba de la mano siempre con alguien de su edad, era sólo una silueta, nunca con rasgos específicos, pero era igual a él, como él. No un niño, nunca años menor...

Magnus se echó para atrás cuando sintió a Alec hacer lo mismo, buscó su mirada para que pudiera ver en la suya que no mentía: —Es verdad que siempre esperé a alguien de mi edad. Yo imaginaba que un día cualquiera, jugando, me encontraría a esta persona, que con una mirada nos reconoceríamos y ya nunca volveríamos a separarnos. Jugaríamos, creceríamos juntos y también juntos aprenderíamos de la vida y sobre los predestinados. "Amor" lo llamaban todos, nos amaríamos y ese amor crecería con nosotros...

Los ojos de Alec, por alguna razón se habían cristalizado, como cielos a punto de romper en una tormenta. Él negó, su voz tan rota: —No soy yo...

Magnus sintió su ceño fruncirse, a punto de preguntar "¿De qué hablas?" lo comprendió. Él se rió y Alec hizo una mueca.

¿Por qué Magnus se reía de él?

Magnus acarició un lado del rostro de su niño, apenas rozándolo antes de meterlo entre sus brazos, apretando con fuerza.

—Por supuesto que eres tú, Alexander Lightwood. Yo imaginaba, sí, alguien como yo, algún liberto de mi edad que crecería conmigo...

Alec hizo un puchero que Magnus adivinó, aunque no vio. —No soy un liberto –murmuró triste–, no tengo tu edad, no era yo...

—Yo imaginaba –repitió Magnus, apretándolo más contra él, sus pechos juntos, tanto que sus corazones casi podrían tocarse... Quizá lo hacían, de algún modo–, pero era sólo un niño, Alexander, no entendía del todo lo que es un alma gemela, que no hay nada escrito al respecto, no hay sólo un camino a seguir para los predestinados, que cada uno es diferente, que crecer juntos y verte crecer no tenía porque aminorar o cambiar lo que yo sentía por ti, que de igual manera iba a amarte porque tuyos siempre fueron mi corazón y mi alma, incluso antes de que nacieras ya llevaban tu nombre. Y cuando por fin llegaste a este mundo ambos suspiraron un "Por fin", "Es él". Estaba tan asustado, mi niño, yo mismo me sentía, era, todavía un niño y tú naciste y no eras como yo, eras tan pequeño y frágil que yo me preguntaba cómo, ¿cómo voy a cuidar de él?, ¿cómo un bebé puede ser mi predestinado?, ¿cómo encontraremos la manera?, pero entonces fui hasta ti y mi alma nunca dudo, ni mi cuerpo cuando se dirigió al lado de tu cuna y te tomé en mis brazos y tú encajabas perfectamente, siempre lo has hecho, desde el primer día y hasta ahora, aunque has crecido, aunque hemos cambiado, porque esto es ser predestinados. Adaptarnos siempre al otro. Mi alma hecha a la medida, sin importar la edad o el tiempo que tenga que pasar. Te amé desde ese primer momento, mi pequeño Alexander, mi bebé y eso no ha cambiado, las ganas de protegerte de todo y de todos. Simplemente es un amor que se transforma, así como tú y yo, porque ni él ni nosotros somos inmutables. Lo único fijo, lo único claro y que nunca ha de cambiar es que soy para ti y tú para mí...

Alec se mantuvo inmóvil, no dijo nada ni salió del abrazo, pero tampoco lo devolvió.

—...si tú quieres –agregó Magnus entonces, nervioso, su mayor termor creciendo con cada momento que el silencio se extendía–, si me quieres a tu lado. Si... –había un nudo en su garganta, estrangulando sus palabras, igual que se sentía su corazón ante la posibilidad de que Alec no quisiera esto–. ¿Podrías perdonarme no habértelo dicho, haberte fallado cada vez, dejar que te hicieran daño, no protegerte como un predestinado debería haber hecho, no llegar a tiemp...?

—No –y con una sola palabra Alexander Lightwood detuvo el corazón de Magnus Bane. Su predestinado.





CONTINUARÁ...

Dijo que no 🙊
¿Qué está pasando?

¿Qué les pareció el capítulo, como se lo dijo Magnus? 😻

¿Vieron el trailer de Shadowhunters? (Ya sé, ya he fangirleado mucho 😂) No supero esas escenas, baile malec 😍😻, el entrenamiento 😏, y Magnus herido, Alec llorando 😭

Gen H (Malec)Where stories live. Discover now