24. Mi cura

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Alec iba corriendo por los pasillos.

Nadie dijo nada porque, aunque había pasado días encerrado, los únicos que sabían la orden del rey eran Maryse, Esperanza, y Valentine.

Nadie detuvo al pequeño Alec mientras bajaba las escaleras, también corriendo.

Él se detuvo, intentando volver a respirar, antes de salir de casa. ¿Dónde estaba Magus?

¡El jardín era tan grande!

Alec pasó, otra vez corriendo, junto a los guardias que sólo lo miraron sorprendidos, pero no intentaron detenerlo. Para ellos era sólo un niño jugando.

Magnus estaba todavía en el área de los rosales. Su dedo ardía, pero era una herida pequeña, pronto ni siquiera la recordaría... Fue una pequeña punzada en su pecho lo que lo hizo voltear a tiempo de ver a su pequeño predestinado corriendo hacia él.

-¡Magus, Magus! -Alec lo gritó, agitando sus manitas mientras corría. Después recordó que era secreto que se conocían y que él no debía salir de su habitación. Cubrió su boca con sus manitas, y comenzó a caminar más lento, un poco agachado, aunque en realidad era más pequeño que los rosales.

Magnus no pudo evitar una sonrisa. Le había dicho a su niño que debían fingir no conocerse, al menos frente a los demás, pero nunca podría rechazarlo, ni siquiera para salvar su vida. Preferiría empezar una guerra ahora mismo que hacer sentir a Alec que no lo quería con toda su alma.

Y es que él era su alma.

Magnus se agachó, para estar a su altura cuando Alec llegó corriendo y chocó contra él. Enterrando su carita en el pecho de Magnus. Sus bracitos intentando rodearlo, aferrándose a él.

Y entonces Magnus lo sintió. El miedo y el dolor de su predestinado.

-¿Qué pasa, mi niño? -Magnus quiso alejarlo de él, romper el abrazo, sólo para saber si le había pasado algo...

¿Tenía alguna herida?

¡Pero si lo había visto hacia apenas unos minutos! Sonriendo, frente a tu ventana.

Alec sintió en algún momento los dedos de Magnus sobre su rostro y recordó... Las manitas de Alec aferraron la de Magnus, su dedo.

-Sangre -dijo, como si eso lo explicara todo, sus ojitos azules muy abiertos, llenos de lágrimas.

-Aaww, mi niño -Magnus no pudo evitar sonreír, lleno de ternura por la reacción de su predestinado, revolvió el cabello del pequeño Alec. Y estaba por decirle que no dolía, que fue sólo un pinchazo con una espina y seguramente volvería a pasar muchas veces más, mientras fuera jardinero.

Pero entonces Alec enseñó su propia manita. El mismo dedo. -Me dolió.

Magnus no lo entendió al inicio, hasta que Alec acercó más su manita. -¿Te duele, Magus? A mí me dolió.

Magnus no podía creerlo. Sí, su mamá le dijo que Scarlet y Luna, su gran amiga, habían sido las primeras predestinadas que ella conoció, y el vínculo era tan grande que Scarlet no pudo vivir sin su compañera, ella había dejado su magia a Luz, la mamá de Magnus, pero, ¿era real? ¿Si algo le pasaba, Alec lo sentiría? ¿Era el vínculo entre predestinados así de fuerte?

Entonces Magnus, olvidando que sería normal que un jardinero tuviera manos maltratadas, pensando sólo en el dolor de Alec, curó su dedo con magia y dejó un beso en el de Alec.

-¿Ya no duele, mi niño?

Alec negó. Aunque no había sido su dolor el que lo asustó, fue el de Magnus, ver sangre, aunque fuera poco. Tuvo miedo infantil de perderlo. ¿Y si Magus moría por esa herida?

Alec tomó el dedo de Magnus, buscando la pequeña herida. Sonrió cuando no vio nada. Él también dejó un beso mágico sólo para asegurarse.

-¿Te duele, Magus?

Magnus lo abrazó, sin importar si alguien los veía. -No, ya no, porque mi ángel me curó.

Alec sonrió contra el pecho de Magnus. Porque él era su niño de cielo, su ángel, ¿él lo había curado?, tal vez también él era mágico.



CONTINUARÁ...

Regreso a la historia, gracias si leyeron el extra, creo que entenderán un poco más 🙈

¿Piensan que Robert y Magnus saben que Luna era Lightwood? 🙊

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora