10. Me gusta tu corazón

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Para MaryPlaza8

* * *

Los ojitos del pequeño Alec se habían abierto demasiado conforme la flor iba cambiando de color. Su boquita era una pequeña O que sus manitas cubrían.

Magnus se sentía mal por hacer que Alec ocultara sus ojos, pero era el único modo de lograrlo. Alec tenía tres años, sólo tenía que esperar que tuviera edad suficiente, tal vez ser mayor de edad, para que pudiera decidir libremente y elegirlo a él. Quince años, justo como él tenía ahora, y ya que el tiempo transcurría diferente en la SAOIRSE, esos podrían ser tres años aquí, así ambos tendrían dieciocho en el mismo momento. Era posible, todo era posible si se trataba de su pequeño predestinado.

La edad no importaba, sus almas estaban hechas para el otro, el destino había querido unirlos, el amor ya estaba entre ellos. Magnus ya amaba a su príncipe de ojos de cielo, simplemente sería un amor que iría transformándose conforme Alec creciera.

-¡Eres mágico, Magus! -el pequeño Alec gritó, saltando frente a Magnus para quitarle la flor.

Magnus soltó el aliento que no había notado contener. Había tenido miedo, sin darse cuenta, de que Alec lo rechazara por ser diferente. Por ser "mágico".

Pero Alec miraba embelesado la flor. Girándola entre sus dos manitas, su pequeño ceño fruncido cuando no cambió de color. Miró a Magnus con un puchero.

Magnus se rió y le pidió sentarse otra vez. El pequeño Alec lo hizo, aunque sin dejar de hacer pucheros. Si él era especial, y un ángel también, ¿por qué no funcionaba?

Miró otra vez a Magnus cuando éste se rió. Los ojitos de Alec ya estaban inundados de lágrimas. Magnus entonces lo atrajo de nuevo hasta él en un abrazo y le dijo "Inténtalo otra vez, debes concentrarte mucho. Dime, ¿por qué quieres cambiar la flor? Debe ser una buena razón, mi niño".

Alec asintió, como si comprendiera. Su pequeño ceño ahora fruncido en concentración total, la punta de su lengua asomaba de entre sus labios. Siguió girando el tallo con ambas manitas, esperando algún cambio.

-¿Cuál razón, Alec? -preguntó Magnus. La gente dice que los niños pequeños no entienden muchas cosas, pero, al contrario, los niños comprenden más que nosotros, sus corazones son más sabios y puros.

-Uumm... -Alec miraba de Magnus a la flor rápidamente, no queriendo perderse si cambiaba-. Uumm... ¿Porque es azul y es una flor de cielo?

Magnus asintió. -Y es especial, no hay nada malo en ella, pero hay que ocultarla, ¿por qué?

Alec intentó recordar las palabras de Magnus sobre el príncipe ángel, mientras miraba muy concentrado la flor. Tal vez así cambiaría.

-Uumm... ¿Porque hay gente mala que no entiende? La flor es especial -Alec asintió, orgulloso de recordar y luego sonrió a Magnus-. Y sólo alguien especial puede ver su color.

-¡Exacto, mi niño! -los brazos de Magnus apretaron a su pequeño príncipe contra él y Alec soltó la flor para poder regresarle el abrazo.

El corazón de Magnus estaba feliz. Incluso si Alec era sólo un niño, nacido en el FOIRFE, y no sabía de almas gemelas, obviamente lo sentía. Lo hacía evidente con esos pequeños gestos tan importantes para alguien de su edad, cosas como olvidar la flor mágica sólo para darle un abrazo.

Magnus dejó un beso en una de sus sienes y luego chasqueó sus dedos. Fingió sorpresa mientras señalaba la flor a unos centímetros de ellos. -¡Mira, Alec!

Alec se acurrucó contra él, asustado al inicio, sin comprender qué, hasta que vio la flor. Azul otra vez.

Saltó a tomarla de nuevo. Acunándola contra su pecho. -¿Lo logré? -sus ojitos brillaban de pura felicidad. Dio un pequeño gritito cuando Magnus dijo que sí. Se bajó de Magnus para bailotear frente a él.

Magnus se dejó caer en la hierba, riendo a carcajadas. Los libertos tenían razón. Aunque aquí todos eran felices, Magnus nunca había reído así, porque nunca tuvo su alma completa y verdaderamente contenta.

Alec se dejó caer en su pecho cuando vio las lágrimas de Magnus. -Magus, no llores. Mira, ten -le ofreció su flor-. De cielo.

Magnus limpió sus ojos y sus mejillas. Él lloraba de felicidad, eran lágrimas de risa. -¿Me la das?

Alec asintió y, sin saberlo, le dio la solución a Magnus. -Eres especial, Magus -Alec se recostó contra su pecho, escuchando el corazón de Magnus.

Magnus se quedó ahí, con Alec encima de él, su cabecita en su pecho. Acarició su cabello, mientras su otra mano mantenía la flor azul. -Entonces, ¿guardarías tus ojos de cielo para mí, mi ángel?

Alec sonrió, aunque Magnus no podía verlo. Le gustaba que le dijera de cielo, ponía maripositas en su pancita. -Sí, Magus.

Magnus sonrió. "Maripositas" también en él, su alma feliz.

Y entonces Alec lo mejoró todavía más: -Me gusta tu corazón, Magus.



CONTINUARÁ...

¡Y lo lograron! Maratón esta semana 🙌
De verdad gracias por tanto apoyo siempre 😭❤ son los mejores 😻

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora