18. Lo que sea...por él

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Alec dormía plácidamente sobre Magnus, sus dos manitas aferradas a la ropa de éste.

Así como antes aferró su flor de cielo, aquella que los unía a ambos, un regalo de uno de ellos para el otro, lo único que lo mantenía en contacto con él, así ahora se aferraba a Magnus. Porque ya no hacían falta flores, sueños, o pensamientos, Magnus estaba aquí, con él. Y el pequeño Alec no quería dejarlo ir nunca más.

Magnus sonrió, con ternura, mirando a su niño dormir. Como se movía con cada respiración y con la de Magnus mismo, subiendo y bajando con el movimiento de su pecho. El latido del corazoncito de Alec cerca del suyo, probablemente ambos cantando la misma melodía, una que perfeccionarían con los años. Con suerte un día esos latidos cantarían una bella historia de amor.

Ahora el pequeño príncipe se sentía cómodo y protegido en brazos del joven liberto porque, aunque no lo supiera, era su predestinado; pero ambos iban a crecer, transformarse en hombres, sus mentes se llenarían de ideas, y las características de cada uno aparecerían, sus cualidades, y entonces, ¿Alec llegaría a amarlo? ¿o tal vez lo vería siempre como sólo un amigo, alguien que lo cuidaría siempre?

Eso sólo el tiempo lo diría. El tiempo y Alec. Alec tendría la libertad de decidir -qué irónico- si irse a la SAOIRSE con Magnus, con su alma gemela, o quedarse en la FOIRFE, en su mundo perfecto.

Magnus estaba seguro que, decidiera lo que decidiera, él se quedaría a su lado siempre que su niño de ojos de cielo se lo permitiera.

Sus almas eran una sola y Alec lo iría sintiendo cada vez más. Hasta que llegara el día en que Magnus pudiera decírselo sin rodeos.

La mano de Magnus quitó con delicadeza aquellos mechones rebeldes que siempre cubrían la frente de su pequeño predestinado. Sus dedos acariciando con ternura su piel. Las mejillas de Alec estaba algo enrojecidas, su boquita entreabierta, su nariz se movía de vez en cuando haciendo pensar a Magnus en su niño como un pequeño y tierno conejo. Sus cejas se arrugaron después y Alec lloriqueó todavía dormido. "Magus".

-Sshh, mi niño -los brazos de Magnus lo envolvieron, una de sus manos masajeando la espalda del pequeño príncipe-. Estoy aquí, mi pequeño ángel. No me he ido y no voy a irme ya nunca. Duele estar lejos de ti, cielo. Duele mucho y más no poder protegerte.

La puerta se abrió y Magnus se tensó, a punto de salir de la cama de un salto, sin soltar a su niño, una de sus manos ya brillaba con magia

Azul.

Chispas azules escapando de sus dedos, formando una pequeña esfera de poder. El color del cielo, según la gente libre; la infección del Gen H, según los que se creían perfectos.

Muy apropiado.

Pero era sólo Esperanza. Magnus suspiró, relajándose de nuevo, volviendo su vista al niño dormido sobre él, ajeno al mundo de problemas que los rodeaban. Pero no era nada que Magnus no estuviera dispuesto a enfrentar por él, por su predestinado. Alexander Lightwood lo valía una y mil veces.

-¿Ya se durmió? -Esperanza se acercó, después de asegurar la puerta-. Estaba tan asustada, Magnus. Y Alec igual, tan herido, no sólo físicamente, creo que es un golpe peor ser tratado así por tu padre y que tu madre no haga nada. Aquellos que deberían ser sus héroes durante su infancia, son sus villanos, y sólo porque sus ojos son azules. Es un absurdo dejarse gobernar por un supuesto "Gen H".

Magnus sonrió, no una sonrisa feliz. -Lo sé. Este reino está tan retrasado y no se da cuenta. Lo harán, tarde o temprano, pero eso no borrará tanta muerte y dolor. La época de oscuridad, alejando el cielo... Esperanza, necesito tu ayuda.

Ella extendió sus brazos para tomar al príncipe. -Claro, Mags. Sé que no puedes quedarte ..

Pero Magnus negó, sin separarse ni un milímetro de su niño. -No. Necesito tu ayuda precisamente para estar cerca.

-¿Cómo?

-No puedo vivir aquí como tú, en la SAOIRSE me necesitan, pero mi corazón está aquí. Consigue para mí un lugar entre los Lightwood. Cocinero, guardia, jardinero, niñero, de limpieza... No me importa lo que sea, necesito estar cerca de mi niño. Lo que sea, Esperanza, haré lo que sea.

Esperanza dudó. Robert no contrataba a cualquiera, pero luego recordó las palabras de Maryse: "lo que sea".

-Voy a intentarlo. Vamos a cobrar ahora esa deuda pendiente.



CONTINUARÁ...

Hola ✋
Gracias por sus bonitos comentarios, por leer y votar ❤

No creí necesaria hacer esta nota, pero ya van varios comentarios que me dejan pensando si no han entendido la historia. Magnus tiene quince, Alec tres, eso de momento, creo que ya expliqué que las edades no serán un problema para su relación porque el tiempo pasa diferente para ambos. He visto que tachan a Magnus de "pedófilo", creo que él nunca ha hecho nada para considerarlo así. Trata a Alec como su pequeño predestinado, como un compañero, casi como un hermano. No ha sido más que protector y cariñoso con su niño. La relación obviamente irá cambiando con el tiempo, conforme pasen los años, y Alec crezca... Si ustedes ven la historia como de "pedofilia", perdonen pero no están leyendo bien...

O si he sido yo quien lo ha expresado mal, pueden decírmelo 🙈

Gen H (Malec)Where stories live. Discover now