58. ¿Sólo celos?

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—Sí claro —Raphael liberó una de sus manos para hacer un movimiento con ella, "Lo que tú digas", y Ragnor la siguió con la mirada como si no pudiera perderse nada de él, ni RL más mínimo gesto, como si lo extrañara incluso cuando hace un segundo estaba ahí.

Y el hambre y el anhelo en su mirada provocaron un escalofrío en Alec. ¿Así miraba él a Magnus?

Era necesidad pura. Pero no era sólo físico, no era simplemente sexual –aunque Alec, después de vivir en un mundo insensible en su mayor parte, no entendía del todo esto–, pero sabía que el hambre en los ojos de Ragnor era diferente, el anhelo en su mirada era como una súplica, un ruego: "No te alejes demasiado, no te separes de más porque yo no podría vivir sin ti".

Alec lo entendía. Sin Magnus él tampoco podría. Y entendía extrañarlo así de exagerado. No hacían más que unos minutos que había estado separado de Magnus y ya lo necesitaba, quería que lo envolviera en sus brazos, que besara su cuello como Magnus solía hacer –a veces sin pretenderlo, sin darse cuenta hasta que estaba ya hecho–, sentir su pecho contra su espalda, escuchar la canción de su corazón...

—¡Hey! —el grito de Raphael y el chasquido de sus dedos frente al rostro de Alec lo sacaron de sus pensamientos–. ¿A dónde fuiste, principito?

Alec lo miró mal. Raphael seguía poniéndole apodos "Príncipe", "Pequeño perfecto", "Perfecto Lightwood", y su favorito: "Principito".

¡Y Magnus no decía nada!

Al contrario, se reía y a veces se unía a él y susurraba apodos –muy diferentes y que lo hacían sonrojar– en los pensamientos de Alec.

Alec suspiró y lo dejó pasar. —¿Por qué no van tú o Ragnor hoy con nosotros? Imasu no me cae bien...

Ragnor y Raphael miraron al susodicho. Fue Ragnor quien respondió, aunque mintió un poco: —Eso es porque estás celoso, pero puedes estar tranquilo. Por más idiota que sea mi amigo, aunque este chico insistiera, nunca le haría caso. Su alma es tuya, Alexander.

Alec sabía eso. No dudaba, nunca lo haría, de Magnus, pero no entendía cómo es que Imasu seguía ahí. Todos sabían lo sagrado que era el lazo entre predestinados, y aunque no decía nada abiertamente, su interés era obvio.

Raphael seguía mirando a Imasu. Desde siempre notó algo raro en él, incluso antes de venir aquí a la SAOIRSE, iba y venía y nunca decía a dónde, tenía contactos y conexiones extranjeras sospechosas...

Alec estaba por preguntar a Raphael qué pasaba o qué pensaba, cuando unos brazos demasiado familiares lo envolvieron por fin. Un calor exquisito. Y esto era casi el cielo, esto estaba cerca de la perfección.

Cerca.

* * *


Magnus suspiró, amando el aroma de su niño, la calidez de su cuerpo sólo un poco más chico que el suyo, la suavidad de su piel cuando la punta de su nariz rozó su cuello. No pudo resistirse a dejar un beso ahí, sintió en su propio pecho cómo el corazón de Alec saltó ante el gesto mientras se separaba. —¿Estás listo?

Alec miró hacia él y asintió.

Catarina e Imasu ya esperaban en la entrada.

Alec se puso de pie y ambos se despidieron de Ragnor y Raphael que no había podido acompañarlos esta vez.

Alec suspiró e hizo un puchero antes de preguntar: —¿Es realmente necesario? —abrió sus brazos, ofreciéndose como si fuera un sacrificio.

Magnus casi se rió. Casi.

No era divertido.

No sabía si se refería a ir a su reino o a sus ojos y los disfraces –obviamente no podían presentarse como ellos mismos cuando todos en el FOIRFE los buscaban–, pero asintió porque sí, era necesario.

—Hazlo entonces —Alec siguió haciendo gestos.

Magnus lo besó, hubo una chispa de magia a medio beso, y cuando se separó, ya no eran ellos.

No físicamente. Sus rostros habían cambiado, igual que sus miradas. No más ojos de cielo o mágicos.

Alec aferró sus manos. Era de las cosas que más odiaban ambos: ir y tener que soltarse, fingir no ser más que dos ciudadanos caminando codo a codo, lado a lado, no poder tomar de la mano o abrazarse.

—No te alejes, no me dejes solo —Alec le rogó, como siempre hacía. Porque no era idiota, ya no era un niño, sabía que ir al FOIRFE era siempre un riesgo. A que los descubrieran y los separaran.

Magnus las apretó con fuerza y las llevó a sus labios antes de soltarlas. —Nunca, corazón. Tú ya nunca estarás solo, mi niño. Desde que naciste tu destino era no sólo uno, porque el mío está unido al tuyo. Seremos siempre ambos. Tú y yo hasta el final.

Alec lo volvió a besar y lo abrazó con fuerza antes de dejarlo ir.

—Está bien, vamos entonces. Entre más rápido vayamos, antes volveremos.







* * *

Hooola 🙆  ¿No aman a los predestinados? 😍

Preguntitas:

¿Qué piensan de Imasu? (Además de odiarlo 😂)

¿Qué apodos creen que le pone Magnus a Alec? 😻😏

¿Y por qué creen que Magnus pone esta barrera entre Alec y él?

Gen H (Malec)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ