☆Capitulo 23☆

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Estaba atrapado entre esas personas de aspecto rudo, había cuerpos corpulentos y con muchas cicatrices, otros más flacos y menos fornidos, pero todos con rostros sombríos que le carcomían con sus ojos, parecían monstruos a punto de atacarlo, había algunos que reían al ver su estado temeroso, el lugar no era para nada agradable, había alguna que otra luz alumbrando pequeños espacios y el resto del lugar estaba en un estado lúgubre. Su pequeño cuerpo temblaba y quería salir disparado de ese lugar, pero su hermano no volvía y por un momento se sentía solo y abandonado, los minutos pasaban y podía escuchar el enojo por parte de aquellas personas. Había gritos y corridas por todo el lugar.

—¡El maldito se fue con el dinero!

Jun Ki estaba fuera de su vista. Por lo que había escuchado, el lo había abandonado en ese lugar, lo había dejado en manos de gente que podría hacerlo desaparecer en un abrir y cerrar de ojos y a nadie le importaría, era solo un niño, antes tenía a su hermano, pero ahora estaba solo, solo en ese lugar, solo en el mundo.

El frío recorrió parte de su cuerpo al entender todo lo que pasaba, unas manos lo arrastraron con fuerza hacia la oscuridad de la calle. La lluvia no había cesado desde el momento en el que llegó, las gotas heladas de un típico chaparrón de invierno empezaron a cubrir su piel, su ropa y se estancaba de a poco en su calzado. Yoongi tiritaba por el frío, un hombre lo alzo en el aire arrugando su camisa en su cuello le molestaba la poca respiración pero no era nada comparado con la mirada que le dio aquel señor, sus ojos eran oscuros, fríos.

—Tu lo vas a reemplazar—Una mueca simulando una sonrisa se asomó por sus labios.

Un paquete marrón se pegó a su pecho, le rodearon el abdomen con una cinta adhesiva ancha, y luego fue cubierto por un abrigo que le llegaba hasta las rodillas.

—Como es tu primera vez, este tipo de aquí te acompañara, pórtate bien y presta atención al camino— lo ultimo había salido con pesadez, casi con un tono de advertencia, Yoongi no tardó en asentir y siguió al chico que aquel hombre había señalado.

La noche recién comenzaba, y el debía pagar por cada centavo que su hermano había robado.

[...]

—Yoongi...— Jimin no paraba de mover al rubio, no podía despertarlo de aquella pesadillas con palabras por lo que accedió a moverlo, aunque le costó un poco logró que abriera los ojos, estaba agitado y lo primero que hizo fue abrazarlo con fuerza—¿Estás bien?

El no dijo nada, podía sentir su hombro mojarse, con sorpresa se separó y tomó su rostro con ambas manos, logrando divisar las lagrimas que no paraban de descender por su rostro, Yoongi trataba de no hacer contacto visual con Jimin, era la primera vez que se derrumbaba completamente frente a alguien, el llanto se incrementó y por un largo rato su cabeza se apoyó en las piernas de Jimin, recibiendo cariños por parte de el, que trataba de calmarlo.

—Esta bien...shhh— Los suaves dedos de Jimin se esparcían por cada sector de su cabeza, se metían entre sus cabellos, bajo su camisa, vagaban por doquier y eso parecía lograr tranquilizar poco a poco a Yoongi.

Aquello había sido bastante nuevo para el, era raro ver a Yoongi llorar, parecía un chico tan rudo, escondía todo tras una mascara.

Pero el sabía que algún día explotaría y aquello daría lugar a ese Yoongi que parecía un niño pequeño, perdido.

No podía dejarlo así.

—Por favor Yoongi, dime que sucede.

Yoongi tenía los ojos hinchados, se movió levemente para quedar boca arriba y poder ver a Jimin, quien la angustia le comía por dentro.

—Bésame Jimin—No quiso preguntar más y estampó sus labios con los de Yoongi, quien correspondió con furia, llenándose de el con aquel beso, buscando olvidar cada grieta de su pasado en el.

No quiero estar solo de nuevo— Las caricias abundaban.

Jimin no pudo sacarse aquella frase de su mente, cuando el aire empezaba a gritar por un lugar en sus cuerpos tuvo que enfrentarse a su mirada vacía y aquello fue como una estaca en su corazón.

¿Qué le sucedía? Verlo tan indefenso empezaba a preocuparle. 

Yoongi se removió entre sus brazos, buscando esconderse de algo, algún recuerdo malo.

—Mi hermano me dejó solo Jimin— Se sentó a su lado, aún con los ojos en la cama, lejos de tener la mismísima intención de cruzarse con los suyos— El nunca volvió.

—Yoongi no entiendo nada.

—No me siento listo Jimin...—En ese momento Jimin trataba de guardar toda su curiosidad en un bote y lanzarlo lejos, trataría de no sacar el tema hasta que Yoongi quisiera, por lo que se limitó a sonreírle con delicadeza y seguir con más besos y caricias.

—Cuando puedas amor.

Ambos habían dormido en la casa de Jimin, sus padres no tenían problema alguno así que en su habitación estaban tranquilos, sin interrupciones.

—Nunca lloré frente a alguien de esta forma— su voz sonaba tan lejana, su cabello ya estaba totalmente despeinado y antes de hablar se cubrió con las sabanas, asomándose al cuerpo de Jimin y escondiéndose en su pecho—Cuando tenía cinco años nos habíamos mudado aquí, a Seul—suspiró pesadamente— Cuando cumplí ocho los dos desaparecieron, le dejaron algo de dinero a mi hermano y se fueron, nunca los volví a ver—

—Yoongi...

—Tranquilo, ya lo superé— Pero los dos sabían que aquello no era cierto.

En ese momento todo rastro de tristeza e inseguridad había desaparecido, el único rastro que quedaba de aquello eran sus ojos rojos e hinchados. Jimin lo observó con detenimiento mientras el rubio se encaminaba hacia la puerta, terminando de colocarse sus prendas.

—Tengo algo para ti Jimin—Antes de que pudiera decir algo, Yoongi había desaparecido, se quedó en la cama sentado, pensando en lo que el le traería.

Al cabo de unos minutos, Yoongi volvió a la habitación, traía sus manos en la espalda y su mirada se clavó en la de Jimin, parecía nervioso por los movimientos aleatorios de sus ojos, buscando palabras.

—No soy bueno en estas cosas Jimin, y se que esto no es la gran cosa—Trajo hacia el frente una pequeña caja, algo vieja, como si hubiera estado mucho tiempo guardada.

—Mis padres antes de irse me dieron esto, dijeron que cuando encontrara a la persona indicada, se lo diera, y siento que tu eres la persona indicada para mi Jimin...

En la caja había dos pulseras, una era con perlas blancas y una negra, la otra con perlas negras y una blanca.

—Elige la que quieras, yo llevaré la otra— Al ver que Jimin no decía absolutamente nada, Yoongi empezó a tener miedo.—Si no te gusta puedo h-

Pero cuando menos se lo espero, Jimin había estampado sus labios en los suyos, dándole a entender que era momento de callar.

Y que buena forma de callar.

«¿De que sirve matemáticas en el amor? // Vkook»Where stories live. Discover now