☆Capítulo 10☆

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—Déjame ver Tae— El pequeño Jungkook trataba de acercar su mirada al ojo del telescopio, este apuntaba hacia la Luna, o eso le decía Taehyung, se encontraban en la terraza del departamento de Tae, su padre había llegado de un largo viaje y consigo le trajo aquel obsequio. 

—Es como un queso, de color amarillo y los cráteres serían los huecos— Las cejas de Kookie se deslizaron hacia abajo y su boca mostró una mueca, estaba enojado, con Taehyung y con el mundo, ni siquiera llegaba a alcanzar a su amigo y quería mirar por el telescopio.

—¿Puedo ver? por favor, por favor— Mientras daba saltos y repetía aquellas palabras, la paciencia de su amigo se fue por la borda, sin poder aguantar ni un segundo más los berrinches de Jungkook, Tae se hizo a un lado y se cruzó de brazos, enfadado, refunfuñando y mostrando los dientes, como un perrito, por otro lado, Kookie dejó de molestar y con la felicidad a tope, se puso de puntillas frente al lente y acercó su rostro a este, pegando un ojo y tratando de buscar inútilmente de donde sostenerse.

Cosa que no logró y por acto de la gravedad, su cuerpo se hizo hacia adelante, llevándolo hacia el suelo junto con el telescopio, el ruido del metal chocar con el suelo de arenisca y de un cristal estrellándose se escucharon hacia la cocina, la puerta se abrió de inmediato y allí apareció la madre de Tae.

La escena era bochornosa, Kookie en el suelo con una expresión de espanto, sus labios titiritando y lágrimas asomándose por sus párpados, Taehyung a un lado trataba de mantener la calma, regulaba su respiración con lentitud, tenía los ojos cerrados y las manos haciendo un movimiento de "aspira, expira" y ella buscando una explicación de ese desastre que podría ser parte de una película de comedia.

—¿Qué pasó aquí?— En ese momento Jungkook ya estaba lloriqueando y respirando con rapidez, como todo niño luego de ser alejado de sus juguetes, no era el caso, pero así le pasaba siempre.

—Jungkook se calló sobre el telescopio— La Sra. Kim dejó uno de los utensilios de cocina que traía en las manos, sobre la mesada, ya que con tanto ruidaje, el susto no le permitió pensar y terminó trayendo consigo un cucharón, se asomó nuevamente al balcón y ayudó a Jungkook a ponerse de pie, Tae por un lado seguía tratando de calmar esos pulmones que lo llevarían volando de un momento a otro.

  —Kookie, pequeño— El niño lloraba y lloraba, parecía capaz de llenar una pileta entera, su cuerpo temblaba como si el clima estuviera bajo los cero grados. Casi sin poder contenerse, lo abrazo a el y a su hijo.

—Kookie, cariño, no llores que se me parte el alma— Taehyung ya se había calmado, su padre podría arreglarlo, no era culpa de Jungkook.

—¿Están bien?—   La madre de Tae se puso de pie, limpió los rastros de lagrimas que caminaban por las mejillas de Jungkook y golpeo levemente las cabezas de los niños. 

Jungkook no podía levantar la vista, no podía enfrentar a la mirada intimidante de Tae, a pesar de que el mayor trataba de calmar su enojo y recurrir siempre a la paz.

—Lo siento...—  Tae sonrió de lado, le era imposible no perdonar a su amigo del alma, era demasiado tierno, así siempre se saldría con la suya, pero que más daba.

 —Tranquilo Jungkook, hay repuestos y el padre de Tae podrá volver a dejarlo como estaba— 

—Igual lo siento mucho, no fue mi intención lo juro— Sus ojos estaban a punto de expulsar lagrimas nuevamente, pero antes de que aquello fuera posible, los brazos de Tae se encargaron de envolver su cuerpo, haciéndole saber que el no estaba enojado.

Su madre estaba orgullosa de que hijo sea ton comprensible, era un niño tan bueno.

Taehyung y Jungkook terminaron comiendo una ricas galletas de postre, al llegar el padre de Tae los tres se juntaron en la terraza a rearmar aquel desastre y ni bien terminaron pudieron apreciar las estrellas y nuestro satélite natural.

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 — ¿Y que piensas hacer?— Yoongi trataba de sacar a Jungkook de aquel trance en el que había estado por cinco minutos, sus ojos estaban fijos en el infinito y no parecía tener muchas ganas de hablar, pegó una miroteada a Jimin quien se encontraba en la misma situación de "¿y ahora que?

—Desaparecer, solo quiero desaparecer— 

¿Qué se supone que hay que hacer en estos casos? 

Jimin solo pensaba en desaparecer también, o en desaparecer a Tae de este país, de esta vida si era posible.

En ningún sitio de su cabeza le cabía la idea de que Tae se estuviera por casar con el chico menos esperado, ¿en que momento se enamoraron? ¿En que momento Taehyung dejó de amar a Jungkook? Eso siempre habría estado presente en su mente, siempre quiso que sus amigos quedaran juntos.

Pero Hoseok...

 —¡Hijo! Tienes que ir tus clases de matemáticas— Jungkook no sabía donde meterse, su rostro sombrío demostraba a leguas que no tenía ni la más mínima gana de ir a aprender matemática, ni un poco, no quería ver a esos chicos otra vez, tal vez lo hubiera soportado si no se hubiera enterado de que el amor de su vida iba a casarse y lo peor, con ese demonio, 

Sentía que su vida había terminado, que en ese preciso momento se encontraba mirando hacia el abismo, mirando el vació en el que estaba a punto de entrar, no le importaba quedar de año, no le importaba nada.

Definitivamente odiaba las matemáticas y las odiaría hasta el ultimo minuto de su vida.














«¿De que sirve matemáticas en el amor? // Vkook»Onde histórias criam vida. Descubra agora