☆Capitulo 31☆

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Las imágenes me llegaban a la mente y sentía como cada una de ellas me daba un golpe seco en mi pecho, me empujaban hasta dejarme hundido en la culpa, ver a Jungkook aguantando tanto dolor, miedo e incertidumbre era un calvario para mi.

Porque yo lo amaba. Lo amo.

Pero siento que le hago tanto daño al tenerlo a mi lado, lo estoy exponiendo a estas cosas y lo correcto sería que yo supiera resolver mis problemas.

Quería hablar y poder decirle a Jungkook lo que sentía, pero tenía un nudo en la garganta y sentía que las palabras se enganchaban en mi boca antes de salir.

Sin darme cuenta había empezado a llorar y sentí como Jungkook se acercó y se pegó más a mi, decidió pasear su mano en mi espalda de arriba a abajo.

—Tae no te sientas mal, esto no es tu culpa.

Claro que lo era, todo era mi culpa, nunca tendría que haber vuelto a Corea, tendría que haberme quedado en Japón y estar allí hasta que estuviera listo y recién volver pero por mis propios medios. No con Hoseok, ese había sido mi gran error y yo tendría que resolverlo de alguna manera sin meterlo a él en esto.

Jungkook me envolvió bajo sus brazos y ese era el único lugar en el mundo donde me había sentido querido, sus caricias eran algo nuevo en mi piel, por años había tenido carencia de ellas y sentir esas emociones que me generaba de forma tan repentina era algo tan difícil de asimilar.

Cerré los ojos y me quedé allí, dejándome llevar, sentí sus manos levantarse y enredarse en mi pelo, yo aún me escondía en su pecho, como un niño pequeño, como si allí no me fuera a encontrar a los monstruos que vivían en el armario de mi habitación.

Que sabía yo, que esos monstruos eran de verdad, pero que no estaban en mi armario esperando a que me acueste para atacar, estaban allí afuera, en el exterior.

Eran mis padres, Hoseok, las personas que menos esperaba me terminaron lastimando más que nadie.

Levanté la vista para estar en su campo visual, su mirada era cálida al igual que sus manos que ahora habían abandonado mi pelo para comenzar a viajar por mis mejillas con una delicadeza que me era tan irreal, cada roce suyo me hacía sentir en las nubes, volví a cerrar los ojos y disfruté de ese momento tan dulce.

—Dime que puedo besarte otra vez— susurró cerca de mi oído, apoyó sus labios en el lóbulo de mi oreja, por un momento me imaginé debajo suyo, sintiendo un poco de amor de ese que no conocía, ¿alguna vez podríamos llegar a amarnos de esa forma?

Un escalofrío recorrió mi espina, mis brazos temblaron en su espalda y apreté con fuerza su camisa reteniéndolo en mis brazos.

Asentí y cerré los ojos, solo pasaron unos segundos hasta que volví a sentir sus labios devorando los míos, estaba desesperado por probarlos nuevamente, de envolverme en el y tener esa cercanía tan placentera.

—Chicos a comer. —El susto que me pegué fue memorable, por poco me deja estampado en el techo. Me separé con la velocidad de un formula 1 y me pegué hacia el respaldo de la cama, miré asustado a la madre de Jungkook quien para mi sorpresa empezó a reírse.— Tae no tengas vergüenza, no voy a decir nada.

Nos guiño un ojo y se fue, aún estaba pegado contra el respaldo de la cama sin salir de ese estado de vergüenza que me invadía. Miré a Jungkook quien tenía una pequeña sonrisa, empezó a acercarse a mi nuevamente para seguir con lo que estábamos haciendo, el susto de volvió un poco en alivio, feliz de ser aceptado de esa forma, siendo que en mi hogar mi persona no era muy bienvenida.

Jungkook me empujó con delicadeza sobre el colchón, ese cosquilleo extraño volvía a acomodarse en mi piel y en mi abdomen, el se inclinó quedando sobre mi pero sin apoyarse del todo, se sostenía sobre sus manos que estaban apoyadas a cada lado de mi cabeza, intercambiamos la mirada por unos segundos antes de que decidiera seguir besándome, esta vez con más pasión, más lento pero demostrándome que el también me deseaba.

—Vamos Tae. —dijo en un hilo de voz, se sentía como si estuviera hablándose a si mismo, pues tenía aún sus labios rozando los míos.

Se alejó y se puso de pie, extendió su mano para que yo pudiera hacerlo también, yo quería seguir sintiendo todo lo que tenía para darme y para enseñarme sobre el amor, pero sabía que lo mejor era hacerlo lentamente, sin prisas.

Sostuve su mano y el tiró con fuerza para dejarme a su lado, esta vez ya de pie.

Nos sonreímos y yo sentí vergüenza por unos segundos, en esos momentos el rubor debía estar invadiendo mis mejillas y dispersándose por toda mi cara, pero no era el único sonrojado, Jungkook estaba igual o peor que yo, esquivamos nuestras miradas y salimos de la habitación, nos dirigimos al comedor donde su madre tenía todo preparado y nos esperaba sentada para empezar a comer.

—Al fin se dignan en aparecer, esto ya debe estar más que frío. —si antes estaba rojo ahora era una bola de fuego, miré a Jungkook quien hacía contacto visual con su madre, el no parecía para nada nervioso y ella lo miraba divertida.

Definitivamente creo que nací en la familia equivocada.

Me senté en una de las sillas esta vez un poco consternado, puede ser que tanto amor y tantas cosas distintas a mi familia me estén sofocando un poco, el hecho de no haber tenido jamás alguien que se preocupe por mi como Jungkook y el ver que el puede ser libre de elegir con quien estar me hacía sentir fuera de lugar. ¿Qué hubiera pasado si mis padres me encontraban en esa situación? 

Sentí escalofríos, el sudor frío y el dolor en mis entrañas me hacían remontarme a esos tiempos e inmediatamente sentía arder mi espalda, como si mis cicatrices cobraran vida. 

Empezamos a comer y a charlar de todo un poco, aunque yo me sentía un poco ajeno, aún había dolores en mi cuerpo y no podía ignorarlos, el último golpe que había recibido de el ya se estaba borrando, en mi mejilla ya no estaba el moretón y en mi cuello ya habían desaparecido los chupones, pero aún sentía dolor en mis brazos y en mi abdomen, que aunque no se veían habían sido otros de los sitios elegidos por Hoseok en esa última golpiza.

Terminamos de comer y pedimos un taxi para ir rumbo a la estación de policía donde nos esperaba el padre de Jungkook. Al salir de su casa tendió su mano para que la entrelazáramos, algo se movió dentro mío, como si ese amor que sentía por el desde que era pequeño solo hiciera más que intensificarse cada vez que lo veía.

Obvio que no tardé en unir nuestras manos y seguirlo hacia el taxi que nos esperaba en frente, ya dentro nos mirabamos de forma cómplice, sus ojos ya me habían cautivado mil veces pero aún sentía que era la primera vez que nos mirabamos de esa forma.

—Tae yo creo que deberíamos hacer la denuncia aunque sea inútil.

A este punto lo único que quería era estar con el y si esto era lo mejor yo lo haría.

—Si Kookie, creo que será lo mejor—. Nuestro viaje en taxi había terminado, la estación de policía estaba al otro lado de la calle, me bajé mientras esperaba que Jungkook pagara, empecé a estirarme pues aún tenía ganas de seguir durmiendo.

Pero inmediatamente sentí un dolor desgarrador en mi espalda y antes de que pudiera gritar alguien tapo mi boca 

—Tu eliges Tae, o me sigues para poder curarte o te vas con ese capullo, pero ten en cuenta que en el momento en que el esté solo voy a llevarlo conmigo y lo haré sufrir aún más de lo que tu sufriste. 

Mi vida no valía nada en esos momentos, veía a Jungkook esperar el vuelto del taxista aún en el auto y esa imagen fue suficiente para decidir protegerlo, nada me importaba más que su seguridad.

La sonrisa de Kookie quedó grabada en mi memoria antes de dejar todo para seguir a Hoseok. Sus besos aún seguían en mis labios tranquilizándome en ese momento, no sabía si seguiría con vida, pero ya había probado el amor, el amor de verdad y para mi fue más que suficiente por lo que si este era mi fin al menos sería feliz con esos recuerdos. 










«¿De que sirve matemáticas en el amor? // Vkook»Where stories live. Discover now