☆Capitulo 26☆

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Hay momentos de la vida donde uno piensa que todo está sumamente perdido, que ya nada puede terminar con ese intenso dolor en el alma, nos preguntamos porque el mundo se empeñó en hacernos daño, en hacernos sentir miserables y con millones de preguntas rondando en la mente hasta el punto de sentir que estamos nadando en un mar oscuro entre nuestros propios pensamientos, ahogándonos. 

¿Qué es lo que hice mal?

Esa pregunta rondaba por su mente, una y otra vez, cada día, pero era lo que lo mantenía distraído. Su mirada fija en la pared, las líneas quebradizas de la pintura dañada tenían un patrón único en ese momento, también navegaba entre las tan trabajadas telarañas en un rincón del techo de la habitación, una obra de arte a esa escala, veía las presas de la araña envueltas en su tela, algunas se movían pero otras dejaban de hacerlo y la dueña de casa rondando a sus alrededores, el se sentía así, atrapado, rodeado de muerte. Cada tejido de su cuerpo estaba tenso, desde sus cabellos hasta la ultima fibra de sus dedos, los dolores aumentaban y no cesaban, pero se mantenían ahí, en segundo plano, el quería que se quedarán allí, porque si no sería imposible evitar gritar o llorar.

Y eso no le gustaba a el

Debía mantenerse en silencio y en lo posible demostrar que disfrutaba de ello, aunque eso ultimo para nada le salía, pero así evitaría otra de esas marcas que el dejaba en su piel, esas que jamás lo abandonarían, las que quedarían grabadas para amenazar sus pensamientos cada vez que las observara y las sintiera, posiblemente cada vez que las las viera o tocara las imágenes se apoderarían de el, de seguro el roce con la ropa le daría escalofríos y trataría de mantenerlas ocultas de los curiosos y de todo aquel que quisiera descubrir sus zonas más sensibles y dañadas. 

Gime para misu voz lo trajo de vuelta al infierno, fría, sin alguna emoción fuera de lo que era el placer para el, no es que se hubiera escapado del todo de ese mundo, pero la pared seguía siendo su salvavidas al menos por esos momentos de estrés y miedo, pero debía estar atento, porque no complacer a Hoseok era una declaración de guerra para el y cada una de esas batallas podría terminal mal, muy mal. 

¿Está claro que eres mío?Hoseok sonaba cada vez más amenazante, una de sus manos se encontraba en su cintura, a unos centímetros arriba de sus crestas ilíacas que se podía afirmar con seguridad que eran demasiado prominentes, que cualquiera pensaría que estarían a punto de perforar su piel, si es que su mano no lo hacía, lo sostenía con tal firmeza que a Tae le molestaba al respirar, sentía que la piel se le estiraba demasiado, que se desgarraba con el pasar de sus dedos, pensaba que en cualquier momento atravesaría su abdomen y arrancaría alguna víscera con todo el odio del mundo, o al menos eso veía en sus ojos, odio y desprecio, lo miraba con asco, como si no sirviera.

Y el se sentía así, una basura, humillado y siendo golpeado por la persona en la que nunca confió, pero que en algún momento pensó que era un ser decente, al menos un poco. Pero nada, parecía que había crecido a base de maldad, de eso vivía y así seguiría, Tae lo sabía, se lo estaba demostrando en ese momento y en cada segundo que sus ojos se conectaban con los suyos, no podía sostener esa mirada, en algún punto la alejaba o evitaba mirarlo fijamente, porque en esos ojos podía verse, todo indefenso y atrapado en entre sus garras.  

Los movimientos de Hoseok eran bruscos, solo sentía como su mundo se caía a pedazos una vez más y pedía al cielo que todo ese sufrimiento terminara de una buena vez, que se alejara y así poder llorar hasta que no quedara ni una sola lagrima por recorrer sus mejillas.

Aunque lo pidió con toda su alma, Hoseok no paraba, sentía como algo en su interior se desgarraba, ¿acaso no terminaría nunca?, su vista estaba nublándose y era lo que menos debía hacer, llorar.  Pero no pudo contenerse, tampoco Hoseok, que al ver sus ojos cristalinos estalló de ira. El resto no podía recordarlo, lo siguiente que aparecía entre sus pensamientos era el despertar con todo tipo de dolores al día siguiente, ¿o el siguiente? no lo recordaba bien, pero el dolor era lo único presente entre sus pensamientos. 

«¿De que sirve matemáticas en el amor? // Vkook»Where stories live. Discover now