☆Capitulo 13☆

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Jungkook se encontraba junto con Jimin en la primera fila de las gradas, viendo como Yoongi encestaba aquella pelota rayada una y otra vez en la canasta, los gritos de todos se escuchaban por todo el instituto, aquello era normal desde que Yoongi llegó al equipo.

—Mira como se mueve ese hombre— Jungkook trataba de no reírse de las palabras que salían de la boca de Jimin, el chico se encontraba con los ojos pegados a cada movimiento de Suga, cosa que a Kookie le daba un poco de miedo.

—¿Realmente estás enamorado de el?— 

—¿Cómo no estarlo?— 

—Mhh...buen punto— 

Estaba bien, Yoongi era un chico bueno, aunque aún había algunas dudas de su personalidad que ponían a Jungkook a pensar dos veces antes de lanzar a su amigo al mundo del amor, otra vez. 

—¿Pensaste en decírselo?— La mirada de Jimin se torno fría—Se que lo de Jin aún te duele, pero deberías darte otra oportunidad para olvidar, ¿no lo crees?— 

Jimin suspiró, en ese momento Jungkook pudo ver a Jin justo en la tribuna del frente, abrazando a una chica que desconocía hasta ese momento, no podía desviar la vista de los dos, Jin hacía caras raras frente al teléfono, mientras que la chica se avergonzaba de ello y se tapaba la cara con sus manos, el cabello ondulado formaba un peinado en lo alto de su cabeza haciendo una forma redonda que llamaba mucho la atención, a pesar de ser un peinado raro y bastante complicado a ella le quedaba bien y se podía ver la envidia de las demás chicas al estar cotilleando a escondidas mientras sus miradas se dirigían a ella y hasta había chicas que intentaban copiar aquel peinado, cosa que no lograban hacer y sus cabellos se desplomaban sobre sus espaldas volviendo a sus posiciones normales.

—Crees que teniendo semejante bombón en frente, ¿aún me fijaría en Jin?— Jungkook se largó a reír escandalosamente, Jimin se le unió llamando la atención de las personas a su alrededor y desde la cancha, Yoongi sonreía.

—Mira, el equipo de Yoongi va ganando—La vista de los chicos se centraron en el reloj, el partido estaba en su ultimo cuarto a pocos segundos de terminar, el equipo de los Wild Cat's estaba llevando la ventaja por veinte puntos.

Yoongi encestó el balón por ultima vez y sus manos señalaron a Jimin quien dio un salto e hizo la misma seña hacia Yoongi, Jungkook tratando de evitar salir en las cámaras se apartó saliendo del gimnasio, antes de llegar a su taquilla Jin se cruzó por su camino, esta vez estaba solo.

Hubo un momento en el que los dos se quedaron mirando, sin emoción alguna.

—¿Jimin está en algo con Suga?— Aquellas palabras hicieron un eco en su cerebro, ¿que le importaba a el lo que hiciera Jimin?

—No creo que te importe eso— 

—Jungkook...responde mi pregunta, ¿o es que quieres que todos aquí se enteren de que eres un maldito homosexual?— Aquello no tenía ni un maldito sentido.

—¿Y tu que eres?— Jin sonrió.

—Soy el presidente del concejo ¿no? nadie en este lugar sabe de mis gustos—            

—¿No crees que yo podría hacer lo mismo?— 

—¿Y a quien le creerían? ¿Al chico que absolutamente nadie conoce?— 

La sangre de Jungkook parecía estar en su punto de ebullición, parecía que sus venas explotarían en cualquier momento.

—Venga, Kookie, dime si hay algo ahí—    

—No— Jin sonrió una ultima vez antes de marcharse, el ruido de las personas saliendo del gimnasio se hizo presente y al poco tiempo ya estaban los pasillo repletos de alumnos hablando del partido.

—Kookie, creo que se lo voy a decir— Su amigo se colgó de su espalda haciéndolo girar y recostarse contra los casilleros, la silueta de Jin se perdió entre la gente, no espero más y le brindó una de sus sonrisas tratando de olvidar lo que acababa de pasar, pero aquello le dejó algo de preocupación.

—¿Vas a ir a la fiesta?— Jungkook sonrió, necesitaba un poco de alcohol después de todo.

—Claro— Yoongi sonreía y eso hacía que mil personas cayeran a sus pies, aunque de esas mil, solo una lo hacía por amor de verdad, no solo deseo, alguien que le encantaba su maldito mal humor por las mañanas, eso era demasiado.

—Mi padre nos puede llevar y traer por la noche, estoy seguro que no tendrá problema— Yoongi y Jimin se encantaron por ello, caminar en aquellos días por la noche era algo peligroso y de su parte ellos no tenían autos, por lo que aquello les venía genial.

— A las doce ¿verdad?— Los chicos asintieron, Jungkook terminó de guardar todas sus cosas del casillero y comenzó su regreso a casa, tenía una hora para la merienda antes de sus clases de matemáticas.

Fue a paso lento, jugando en algunos momentos con las lineas desiguales de las baldosas, si las tocaba, una vida de mala suerte en las matemáticas te llegaba, cosas que Tae inventaba para que Jungkook estudiara, así pudiera esforzare en aquello que tanto le costaba.

—Definitivamente podría ser un maldito maestro jardinero, aunque esa canción no funcionó del todo, al menos no conmigo—   

Parecía un maldito lunático hablando con las lineas, en medio de la calle, en pleno centro de la ciudad con una persona a cada esquina.

Decidió tomar un atajo, alejarse un poco del murmullo de las personas, del ruido de los motores de los autos, en especial de esas picadas que a algunos se les ocurría hacer y ni hablar de las motos, sus oídos deseaban descansar un poco de todo eso.

No pude alejarse tanto de su recorrido habitual, un par de calles lejos de su ruta y los sonidos molestos disminuyeron bastante, solo que a pesar de la tranquilidad, tubo que apurar el paso, solo por precaución.

Antes de seguir con su canto algo cortado y con las letras mezcladas sobre las líneas y baldosas, alguien tapó su boca y lo arrastró hacia una pared los ladrillos de la casa se clavaron en su espalda, sintió un peso sobre su cien y un filo rasgaba su abdomen, el cuerpo helado de una pistola plateada palpitando su muerte, la adrenalina logró que sus piernas comenzaran a temblar como un flan, sus brazos hacia arriba y sintiendo el terror que le generaba aquella mirada fría.

La voz del delincuente se sentía lejos, el miedo logró algo peor y eso fue que sus ojos se entrecerraran, un auto paró a su lado, corridas y voces cortadas, lejanas, una punzada ardiente expandiéndose en su abdomen, su mano tambaleante se asentó en el dolor incontrolable, lo ultimo que sus ojos alcanzaron a ver fue su mano manchada de sangre, de ahí, todo se cubrió bajo una penumbra.






«¿De que sirve matemáticas en el amor? // Vkook»Where stories live. Discover now