99. Córdoba sin ti.

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Capítulo 99.

8 horas antes.

Narra Pavon.

Me levanté muy temprano. No sé si serán los nervios, la ansiedad, qué se yo. Pero estoy feliz. Abrí la ventana de par en par y dejé que la luz invada mi habitación. Salí a la cocina, desayuné con tranquilidad y empecé a pensar en lo que iba a ser el almuerzo. Según mis cálculos Paulo llega justo para que almorcemos juntos. Después de terminar de desayunar, me puse a ordenar un poco porque aunque no era mi departamento y no lo invadí mucho, si hice bastante desorden. Me sentí un amo de casa. Puse música y si, más vale que puse cuarteto. En aleatorio. Claramente en mi playlist sonó nuestra canción y la bailé con todas las pilas. "Es fuego y pasión que no se apagaran te amo y te lo juro" tarareé agarrado a la escoba mientras terminaba las tareas del hogar. Busqué mi billetera, las llaves del auto y salí del lugar. Recorriendo un poco y para pasar desapercibido llegué a un kiosko medianamente grande que parecía ser el lugar perfecto para comprar. Entré ahí, me saqué los anteojos de sol y me atendió una señora de edad avanzada.

Buenos días, qué tal. Un pollo entero puede ser? -dije observando la vidriera a lo lejos-
Buenos días muchacho, cómo no. Va a comer rico hoy? -dijo caminando hacia la sección donde se encontraba la carne-
Así es. Primera vez en la cocina... Veremos que sale -suspiré-
Que lindo! Almuerzo especial? En familia? -preguntó curiosa-
Algo así -reí ruborizándome levemente, llevándome las manos a los bolsillos-
Se me hace que es para alguien especial -dijo divertida-

Solo me reí y miré hacia los lados pensando en si me faltaba algo para lo que pensaba cocinar. Después de que me lo entregó, pagué y le agradecí la atención. Antes de poder salir escuché que me llamó.

Si? Le pagué mal? Soy muy distraído perdón -reí avergonzado-

Ella negó y tomó una de las rosas que decoraban el mostrador del lugar.

Para tu persona especial -me la entregó- Suerte con el pollo -rió-
Muchas gracias señora, muy amable -sonreí y me retiré-

Entré a mi auto y olí la rosa. Me quedé unos segundos con los ojos cerrados y después arranqué. Llegué al departamento en el momento justo porque empezó a llover torrencialmente. Busqué una toalla y me sequé para luego mirar la hora. 10 de la mañana. La ansiedad me mataba. Ya fué, duermo una hora y algo y estoy lúcido para tirar magia en la cocina. Me acomodé en el sillón y empecé a dormitar.

Amo la playa, además así puedo mostrar mi físico -expresó Paulo acomodándose en la reposera-
Yo también, y estoy más trabado que vos -desafió Nico-
Porque sos talla infantil, así cualquiera... Quién no marca un cuerpo de 1.50 m? -se burló-
No contestes amor -expresó Maxi poniendo paños fríos a la situación- Nosotros con Kichan somos simpáticos, tenemos lo nuestro pero a marcados no llegamos -rió-
No nos hace falta -reí yo también-
A mi me gustás rellenito, marcado, mal teñido... Como vengas -se burló Paulo-
Mal teñido me decís a mi? Vos dejaste que jugaran con tu cabeza y yo soy el mal teñido? -protesté-
Pero impuse moda! Fijate cuántos siguieron después de mí -se cruzó de brazos-
Cerrá el orto Paulo y pasá la cahipiriña -llamó Taglia-
Brasil, playa y nosotros cuatro. Algo mejor? -brindó Maxi- La mejor luna de miel grupal de la historia, falta que éstos dos peleen menos y estamos -completó divertido-
La verdad que si, no me puedo quejar -crucé mis brazos tras mi nuca-
Si me preguntaran yo diría que es un sueño -rió Paulo-

Me despertó un señor trueno. Salté del sillón y no tuve tiempo ni de procesar el sueño que acababa de tener porque agarré mi celular apurado. 12 del mediodía. Bien. El destino parece tener todo calculado porque no escuché mi alarma pero el cielo me hizo un favor. Comencé a cocinar y aunque no tenía mucha ciencia, un pollo al horno con papas era toda una travesía para mí. Según la receta que leí y después de preguntarle a mi mamá, tenía que condimentar bien el pollo y meterlo en una de esas bolsas con una especie de caldo. Piqué papas y las agregué de acompañantes. La verdad tenía mucha pinta. Viendo que pasaban los minutos, me decidí a poner la mesa. Me acordé de la rosa: la dejé en el auto. Bajé a toda velocidad y volví mojado de arriba a abajo, llovía sin parar. Puse la rosa en un vaso de agua y la ubiqué en el centro de la mesa. Sonreí satisfecho y el olor de la cocina inundaba el departamento. Fuí y controlé el pollo, lo saqué y listo. Las papas también a punto. Me senté a le mesa y miré mi reloj varías veces. El timbre sonó y mi corazón empezó a latir a más no poder.

Desde que te ví - Paulo Dybala & Cristian Pavón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora