Epílogo.

1.7K 153 128
                                    

Narra Paulo.

Ver como se disipa el humo frente a mi me genera una impotencia que pocas veces sentí. Ésta sensación de querer hacer algo y no poder. Doy unos pasos para acercarme al lugar donde estuvo su auto y todavía sin dejar de llorar, alcanzo a ver algo que me llama la atención en el piso. Pensé en ignorarlo, pero algo me obliga a acercarme a curiosear. Me seco los restos de lágrimas, todavía respirando con dificultad y me agacho. Un sobre. Lo abro y lo que hay en el interior hace que mi corazón vuelva a esas sensaciones que tuve la primera vez que asumí lo que me pasaba con él, cuando me confirmé a mi mismo que estaba enamorado de mi compañero de equipo, que no quería que sea uno más del grupo. Que quería que esté conmigo, en todo momento. Con la mirada perdida en el medio de la calle, un impulso brota desde lo más profundo de mi ser. Guardo el sobre en mi bolsillo y corro hasta mi casa. A una velocidad impensada, busco el cargador de mi celular y saco el auto. Sé dónde vivis. No sé la ubicación exacta ni conozco ese lugar, y no me importa, porque te voy a alcanzar, Cristian Pavón.
En el camino, mi celular que se había apagado por baja batería, al fin enciende. Ver sus mensajes, sus llamadas perdidas. Cada una de esas notificaciones me hacen sentir la peor mierda. Y también me refuerzan la idea de buscar la forma de enmendar todos mis errores. Pero no es tiempo para lamentarse, porque lo voy a arreglar. Lo llamo. Y nada. Pero suena. Mis esperanzas están intactas. Me importa una mierda todo, que sean las 3 de la mañana, que el frío me empañe los vidrios del auto, que haya neblina. Yo sé que te voy a alcanzar, porque no pienso dejar lo nuestro atrás. Voy a decirte el te amo que me guardé tan cobardemente. Sigue sonando su celular pero no atiende, entonces bajo la velocidad y entro a WhatsApp. Hace unos minutos fué la última vez que se conectó. El corazón me mate a mil. Mando un audio.

"Kichan, por favor, ya estoy en la ruta. Te vi irte. Por favor, bajá a la banquina y hablemos. Si me tenes que cagar a palos hacelo, pero necesito verte"

Enviado. Sé que no es suficiente. Sé que no digo nada para convencerlo, pero los nervios me juegan una mala pasada.

"Voy a manejar hasta Anisa, alicate... No sé como mierda sea que se llame el pueblo éste, y voy a preguntar casa por casa dónde vivís... Te lo ruego, por lo que fuimos o... No, por lo que somos! Novio, por favor"

Lo mando. Golpeo el volante de la impotencia. Por qué hago las cosas tan mal? Sé que las posibilidades de verlo son mínimas, pero me arriesgo. Sigo viaje, y la carretera está vacía. La niebla, la música y yo. Cada letra así tenga que ver con mover el orto arriba de un parlante, me hace acordar de él. Y de cómo lo hice sufrir. Confío en lo que siento, y confío en lo que él siente. Porque fueron solo unos días, pero me alcanza y me sobra para saber que lo nuestro no es pasajero. Vos me completás, me bajas a tierra cuando vuelo alto. Y no te voy a dejar ir tan facil.
Veo unas luces a lo lejos. Titilan. Mi corazón se acelera el doble, y visibilizo un auto estacionado. Es él. Sé que es él. Me hago a un costado, freno detrás suyo y bajo de mi auto a toda prisa. El vidrio polarizado no me deja ver nada, pero se que es él. La puerta del acompañante se abre y temblando, entro.

Hola, hola, hola -comienzo a llorar-

Estiro mi cuerpo para abrazarlo y aunque no me corresponde el abrazo, tampoco me hace a un lado. Seco mis lágrimas y no puedo ni siquiera mirarlo a la cara. Con un hilo de voz susurro.

Perdón, perdón amor -me limpio el rostro- Hice todo mal, hago todo mal -lo miro-

Él solo mira al frente, con toda la seriedad del mundo.

Amor no, Paulo -me mira-

Su frialdad me lastima, pero no me doblega.

Amor si, porque sos mi amor -apoyo una mano en su pierna-

Desde que te ví - Paulo Dybala & Cristian Pavón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora