78. Nada es igual.

725 75 82
                                    

Capítulo 78.

Narra Paulo.

Yo sé que lo dejé por acá. Me acuerdo que después de volver del hospital al que fuimos a saludar a un par de pacientes con los muchachos, entré a bañarme y lo dejé en mi mesa de luz. Será posible que Lea me lo haya choreado? Tiene pinta de chorro pero no creo que tanto. En fin me agaché y miré debajo de la cama. Ahí estaba. Me metí y lo agarré satisfecho, hasta que escucho unas voces en el pasillo.

Y si no te animás... Sos alto cagón -exclamó-
Voy a mojar, y te voy a sorprender... El que se tira para atrás sos vos qué te la das de superado -respondió-
Eh? Que flashás... Vos tenés un delirio en la cabeza -insistió-
Te la bancas o no? Yo mojo y vos... Ya sabés -se rió de forma exagerada-

Esa risa. Otra vez esa risa del orto. Me levanté rápido y salí hasta el pasillo. Ví cerrarse el ascensor y alcancé a ver a Lauta Martínez. Qué onda ahí? Pero el otro día esa risa no era suya. O el dueño de la risa es quien va con él en ese ascensor y la puerta cerrándose no me dejó ver. Por impulso miré la hora y me di cuenta que se me hacía tarde.

Narra Meza.

Suspiré mirando el reloj mientras esperaba a Paulo, quien otra vez se retrasaba porque se había olvidado un reloj. Quién vuelve por un reloj? Ni el mismísimo Ricardo Fort.

Al fin -me quejé viéndolo subir al auto-Perdón -dijo con seriedad-
Estás bien? -consulté frunciendo el ceño-
Si, si. -miró unos segundos hacia el frente- Eh, pasamos a comprar algo para tomar y vamos si? -dijo y yo asentí mirando el camino al tiempo que él conducía-

Tenía algo de curiosidad por saber el por qué de su cara de desconcierto pero preferí dejarlo pasar. Compró una Fanta, la gaseosa más horrible que puede existir en el mundo. Prefería tomar Manaos. Toqué el timbre en el departamento de un amigo de Kichan, según Paulo, y esperé a ser atendido.

Amigüito -sonrió el jugador de Boca abrazándome con fuerza- Te extrañé, bobito -dijo-

Sonreí y lo despeiné sabiendo cuánto lo odiaba.

Qué onda, perri? -reí-

El departamento era lindo, estaba bien distribuido cada espacio y se sentía cálido. Dejé mi campera en un sillón y llevé la gaseosa a la cocina, en aquellos segundos que tardé pude escuchar la puerta volver a abrirse y al unirme a mis amigos, me encontré con Nicolás. No lo esperaba. No se suponía que él tenía que venir. Paulo dijo que sólo íbamos a ser nosotros tres. Nos miramos por una fracción de segundos y cualquier rastro de felicidad que había sentido ahora se habían esfumado.

Permiso, voy al baño... -atiné a susurrar caminando con rapidez hasta uno-

Cerré la puerta tras mi y me apoyé en ella, inhalé y exhalé. Las lágrimas inundaban mi visión y pronto rompí en un llanto amargo y acongojado cubriéndome la boca con ambas manos para no ser oído. Por qué también tenía que verlo acá? Por qué esa necesidad de que estemos juntos? La angustia me iba a terminar matando y esa angustia que llevaba tenía su nombre. Al cabo de unos minutos sentí unos suaves golpes en la puerta, no respondí y me permití desahogarme allí.

Ey... Soy yo, Kichan. Abrime, porfa -pidió y tras pensarlo unos segundos abrí la puerta, dejándolo entrar-

Apenas notó que estaba llorando me abrazó, acariciando mi espalda de manera reconfortante.

Contame qué pasa, porfa -dijo él sentándome sobre la tapa del inodoro- Me asusta que llores -completó- Desahogate amigo, te escucho, acá estoy -susurró-
Yo... -lo miré- No puedo más -sollocé- No me obliguen a estar cerca de Nico, por favor. Estoy intentando mantener la distancia porque si fuera por mi ya estaría refugiado en sus brazos. Lo amo, lo amo tanto que no puedo perdonarlo y si lo hiciera en este momento me estaría traicionando a mi mismo. Me odio cada vez que cruzamos una palabra y lo insulto diciéndole que fue lo peor que me pasó en la vida, pero es la única manera de que sepa cuánto estoy sufriendo por esto -me limpié la cara con la remera- Es tan difícil guardarme todo el amor que tengo para darle, todo lo que había soñado para nosotros y lo que lo esperé para volver a verlo... En serio, no saben cómo me están matando trayéndolo acá. Necesito estar bien y no puedo con él cerca -finalicé llorando con la cara cubierta con mis manos-

Desde que te ví - Paulo Dybala & Cristian Pavón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora