Capítulo 2: Es una metáfora.

Start from the beginning
                                    

Nos ponemos de pie junto a él.

— Fue un gusto tenerlos esta noche aquí.

Quien habla es mi madre, lo hace sonriéndole a mi hermano y, unque lo dice en plural, sé que solo está feliz por la visita de Nate.

Nathan rodea a mamá en un abrazo de oso, haciendo notar el diminuto tamaño de mamá delante de él. Le susurra un par de cosas al oído logrando que mi madre comience a llorar. Ella es muy susceptible con él, derrama algunas lágrimas mientras asiente a las palabras de mi hermano, esas que yo no logro escuchar.

Sería mentira decir que ella no siempre llora a la hora de ver partir a uno de sus hijos, y la comprendo, esto siempre pasa cuando Nathan se tiene que ir.

Nate se aparta de mamá luego de terminar con sus palabras y se dirige hacia mí. Su comisura está curvada en una tierna sonrisa —nunca entendí porque todas mis mejores amigas siempre sentían algo platónico por Nate. Ahora estoy comenzando a entender, tiene un encanto natural que lo hace especial—. Abre sus enormes brazos ofreciéndome un abrazo.

— Mi piojosa Nat —susurra, haciendo que lo abrace con más fuerza mientras que me río.

No quiero que se vaya. Tanto tiempo sin mi hermano es doloroso, sin gritarnos, sin golpearlos, sin jugar videojuegos. Lo extraño.

— Cuanto has crecido, ¿eh?—comienzo a reír sin poder evitarlo. Mis ojos se cristalizan—, estás hermosísima. Dime ¿a cuántos chicos tendré que matar este año?

— Maldición. Te extraño, Nate —mi voz sale quebradiza, así que lo abrazo con más fuerza y él hace lo mismo.

Me separo e intento limpiar mis lágrimas con disimulo, no me gusta que me vean llorar.

— Es hora de irnos, Nathan. Tengo una importante reunión —mi padre apresura a Nate mirando su celular.

Sus palabras son incómodas y llenan de sal en una herida que aún no sana. Aunque ya me estoy acostumbrada a que nos cambie por cualquier otra cosa sigue incomodandome dicha situación.

— Está bien —responde Nate, besando mis manos y las de mamá—. ¿Las veo el lunes?

— ¿Vendrás? —mi madre suena emocionada.

— Sí. Pasaré a desayunar antes del colegio. Así aprovecho y te llevo a ti de una vez —pasa su mano por mi cabello despeinándolo un poco más de lo que está.

— Está bien, hijo —acepta mi madre, se puede notar lo ansiosa que está—. Prepararé tu avena favorita.

— ¡Dios! Adoro esa avena. Nadie la sabe preparar como tú. Ni siquiera Nora.

Nora es la nana de Nate y ama de llaves de papá, a quien secretamente agradezco por cuidar de él siempre.

— Cariño, harás que me sonroje —reímos los tres.

— Nathan.

La voz de mi padre ya es una advertencia. Mi madre y yo lo miramos de mala manera pero en seguida la apartamos, lo último que queremos es que Nate tenga problemas con él.

— Ve, no queremos despertar al demonio —bromeo, mirando de reojo a mi progenitor. Reímos confidencialmente.

— Las amo —dice, abrazándonos por encima de los hombros.

— Nosotras a ti —respondo, cerrando mis ojos por su abrazo.

Nate se separa y nos sonríe.

— Nos vemos el lunes.

Los acompañamos hasta la puerta y los vemos partir. Mi madre se disculpa diciendo que se irá a recostar pero muy bien sé que irá a llorar, sé lo difícil que es para ella que sus dos hijos no estén juntos.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Where stories live. Discover now