Capítulo 39.

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Harold.

Habían dado de alta a Ellen justamente en el mejor momento. Los padres de ella me habían dado una lista larga de las cosas que Ellen podía y no podía hacer, una de ellas era no comer comida rápida, pero era una regla que iba a romper ya que había comprado pizzas para cenar.

Ellen me tomó de la mano mientras entrabamos en el departamento. Nuestro departamento.

—¿Quieres tus pastillas? —tuve que preguntarle. No era capaz de poder cuidar a una persona que acababa de salir de un hospital.

Ellen me miró con ojos fríos y mirada asesina.

—Estoy cansada de pastillas. Necesito grasa en mi cuerpo, Harold.

No fue un comentario, más bien fue una petición.

Fui hacia la cocina en busca de las pizzas que había comprado quince minutos atrás, después de que Summer se haya ido. Había quedado con Drake en salir mañana, pero él ya no había contestado mis mensajes. Simplemente se había ido del departamento sin decir una sola palabra más. Solo espero que nuestra relación de hermanos mejore con el tiempo.

Ellen tomó un pedazo de pizza y le dio un enorme mordisco, provocando que la salsa de tomate estuviera por sus comisuras.

—¡No me veas así! Estuve comiendo gelatinas en el hospital, necesitaba comida real.

Levanté ambas manos al aire, en señal de rendimiento.

Cuando terminamos de cenar, lleve en los brazos a Ellen hasta mi habitación. Había sido una tortura total no poder dormir sin que ella o estuviera a un lado mío. Ellen tendría que acostumbrarse a esto, porque a partir de ahora no pensaba soltarla ni para ir al baño. De hecho, ni siquiera me molestaría entrar con ella al baño.

Eran más de las doce de la noche, pero aun así ninguno de los dos tenía sueño. Bueno, en cambio yo no.

Empezamos a hablar sobre cosas diversas. Era la primera vez que hacíamos esto como una pareja de novios normal. Ya teníamos algo serio y era algo verdaderamente increíble. Yo jamás me hubiera imaginado de novio con Ellen Colin; cuando conocí a esta chica lo primero que pensé es que deberíamos establecer distancia con ella, pero fue imposible. Luego pensé en que era una chica chismosa que metía sus narices en donde no la llamaban, y ahora pienso que es la chica a la cual amo y estoy completamente enamorado. ¿Quién lo diría?

Aunque al principio lo nuestro era prohibido por cosas realmente estúpidas, terminamos unidos.

—¿Crees en el destino? —le pregunté a Ellen.

Las preguntas las habíamos sacado de Google, eran realmente estúpidas pero al menos estaban dando fruto a revelaciones importantes.

Ella se quedó analizando la pregunta por un largo momento, hasta que me susurró:

—Sí. Creo que empecé a creer en el destino, luego de conocerte.

—¿Por qué?

—Porque estamos unidos de alguna u otra manera. Nos habíamos conocido desde antes y sin querer ya nos gustábamos. Es el destino.

—Ya —no pude evitar poner los ojos en blanco—. Ahora dime, chica, ¿qué tienes planeado hacer en un futuro no muy lejano?

Nuevamente ella se quedó en silencio, contemplando la pregunta con demasiada importancia.

—Me quiero hacer un tatuaje.

—¿Tatuaje?

—Ajá —sonrió—. Me quiero tatuar en la muñeca. Quiero hacerme una mariposa.

—¿Una mariposa? —le sonreí.

—Tiene un significado, algo más personal que el que tú tienes. Veras, le había estado llorando a un ataúd vacío y sabes que, perdí mi dignidad en ese momento. Ahora mismo me siento una mariposa, porque estoy haciendo lo que realmente quiero...—se quedó en silencio y eso me empezó a irritar, ya que lo que está diciendo es realmente hermoso—. Fue un gran paso haberte dicho que quería estar contigo y haber elegido lo que mi corazón realmente quería. Y cuando estaba con Jess era una estúpida oruga que le tenía miedo al mundo exterior. No quiero ser más esa oruga, por lo que prefiero ser la mariposa.

Asentí con la cabeza. Intenté visualizar una mariposa grabada en su piel. Jamás pensé que Ellen se quisiera hacer una mariposa. Una mariposa. Tenía demasiado sentido si te lo pones a pensar, esta chica había tenido una gran evolución, y claro que se merecía aquel tatuaje. Era digno de ella.

—¿O crees que es algo estúpido...?

—¡NO! —negué—. Es filósofo y con una gran historia detrás del tatuaje. Me gusta, me gusta mucho.

—¿En serio?

Asentí con la cabeza, estrechándola más hacia mi cuerpo. Ellen esbozó una pequeña sonrisa y sin previo aviso, besé sus labios.

De alguna manera me estaba sintiendo identificado con lo que había dicho con aquella oruga, porque me sentía como una por no haberle confesado mis sentimientos desde el principio, pero valió la pena la espera. Nuestra relación quizás para muchos sería un desastre, pero para mí era mucho más que eso. No había sentido algo tan intenso como es lo que estoy sintiendo justo ahora. Y realmente valió la pena toda la espera.



Prohibido Enamorarte. ✔Where stories live. Discover now