Capítulo 33.

717 66 32
                                    

Harold.

Había pasado más de tres horas desde que Drake se había llevado a Ellen. Yo mismo fui quien le pidió tal cosa con la excusa de que iría a hacer algunas cosas. También Drake me había comentado que regresaría a la mansión, a decir verdad sería extraño la manera en la que nos llevaríamos a partir de ahora. Ya nos decíamos hermanos y es un gran avance para ser sincero.

Una hora después de que se marchó, me llamó y me dijo que Ellen quería ir a verlo, fue algo extraño, pero me alegro que me lo haya comentado. Esto de la rivalidad era una estupidez, ya lo había aceptado, pero no era culpa nuestra.

Después de que una persona te hace lo mismo por tres veces, es normal que la rivalidad exista desde un principio. Había hecho un videollamada por Skype con Marieta, la cual estaba muy ansiosa y me preguntaba constantemente que cuando la volviera a ver. Todavía me sentía como una mierda de persona por haber arruinado su cumpleaños número nueve. La pequeña se había cortado el cabello y ahora este se le encogía hasta el cuello gracias por los rizos escandalosos que tenía, de alguna manera me había recordado a Ellen

Las millones de veces que la había visto despertar y como su cabello rizado se encogían, como a mi pequeña hermana. También había hablado con mi madre, prometiéndole que iría a visitarla para cenar, siempre y cuando el estúpido y alcohólico de mi padre no se encontrara en casa, ya que eso arruinaría la velada.

Fui directamente a mi habitación y me deje caer en la cama, la cual todavía tenía esa esencia de Ellen. Entonces, tuve un déjà vu, de la primera noche en la que Ellen pasó la noche aquí. Los dos aun no nos agradábamos lo suficiente, pero era una locura como de la noche a la mañana todos esos sentimientos hayan cambiado. Desde la desconfianza hasta el cariño. Fui directamente hasta mi armario y saque una distinta camiseta, al quitármela vi el tatuaje que me había hecho hace ya dos semanas, me sentí un estúpido por haberme hecho sin pensarlo, pero en ese momento solo lo hice por una sola persona; escuché que empezaron a tocar la puerta, por lo que rápidamente me pase la camisa por la cabeza y salí de mi habitación para abrirle a quien sea que este afuera.

Cuando la abrí, mis ojos se abrieron con sorpresa y diversión. Ellen estaba afuera del departamento empapada por la lluvia. Su cabello color avellana estaba estropeado y sus dientes castañeaban, también sus mejillas estaban teñidas de un color rosado. La observé por un momento, recargándome en el marco de la puerta y mirándola con diversión.

—Te ves genial con mi sudadera —le solté, sonriendo con malicia—. Dime que vienes sola, o que al menos un repartidor de pizza viene detrás de ti.

Una sonrisa se le formó en los labios. Nos quedamos intercambiando miradas por un momento, hasta que ella sacudió la cabeza con incredulidad y avanzó un paso hacia mí.

—De hecho, vine a verte.

—¿A verme? —pregunté.

Pude sentir tensión entre nosotros, pero eso no me importo en lo más mínimo. Ellen seguía mirándome con el ceño fruncido, pero todavía tenía una sonrisa en los labios. No sabía porque razón estaba aquí, ya que había pensado que se encontraba con mi hermano. El silencio entre ambos fue largo y extraño, haciéndome incomodar por un momento. Ellen me seguía mirando, pero no era cualquier otra mirada, era una demasiado extraña, no sabía que debería decirle ni que hacer.

Entonces, sin que yo pudiera predecirlo, Ellen se me acercó, colocando sus manos alrededor de mi cuello haciendo que me inclinara hacia ella, y cubrí sus labios con los míos.

Me quedé con los ojos abiertos, mirando como ella me estaba besando, carajo. Quería besarla, quería hacer todo con Ellen, pero ¿Por qué lo estaba haciendo? Coloque mis manos en sus hombros y con un pequeño movimiento la separé de mí, haciendo que su entrecejo se arrugara.

Prohibido Enamorarte. ✔Where stories live. Discover now