Capítulo 31.

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Harold.

Dos semanas.

Habían pasado dos jodidas semanas desde que Ellen me había sacado de su vida. Dos semanas en las que no sabía qué hacer con mi propia vida. Dos semanas lamentándome de haber arruinado lo que estaba iniciando entre nosotros.

Dos semanas en las que Drake no dejaba de llamarme para preguntarme si había hablado con Ellen. Quería hacerlo. Pero también comprendía que ella necesitaba su propio espacio. Ellen sería la más afectada en todo esto, Drake y yo podríamos superarlo, pero ella no. Ellen perdería una amistad, mientras que uno de nosotros perdería la confianza y eso es todo.

No podía explicar lo que estaba sintiendo por dentro después de que ella se había metido a su habitación, después de que me dejo a medias. Había sido culpa mía, pero también la había sido de mi hermano, creo que Ellen tenía razón y es que los golpes nunca nos llevarían a nada. En vez de que Drake y yo nos estuviéramos peleando como de costumbre, él se había estado quedando en el departamento por res noches seguidas, admitía que solo había sacado provecho de aquella pelea, porque ahora Drake y yo éramos como los viejos amigos de antes.

—¿Se acabaron las pizzas? —gritó Drake, desde la cocina.

Yo estaba tumbado en el sofá, mirando la televisión apagada. Le eche una breve mirada hacia su dirección y me lo encontré mirando hacia mí.

—Ellen era la que hacia la despensa —me encojo de hombros—. Lo siento.

Drake tenía una caja vacía de pizzas congeladas, y lo único que hizo fue lanzarla hacia atrás. Volví a mirar hacia el televisor, era lo único que Drake y yo habíamos estado haciendo en estos últimos días: sentarnos en el sofá, comiendo pizzas congeladas y hablando de como el universo se estaba burlando ahora no solo de mí, sino que de él también.

—Vida de mierda —exclamó él, dejándose caer en el sillón de enfrente—. ¡Ay, carajo!

—Deberías dejar de quejarte, pareces vieja, Drake —susurré, sin la necesidad de voltear a verlo.

—¿Cuándo llamara?

Entonces, lo miré, entrecerrando los ojos.

—Ella nos odia en estos momentos, es mejor que cierres la boca y déjala, ¿entendido?

Drake no tardó mucho en poner los ojos en blanco.

—No puedo creer que ustedes dos hayan vivido juntos por mucho tiempo. Este lugar es aburrido, Harold —Drake resopló, mirando hacia el techo—. ¿Sabes que necesitamos? Salir. Tú y yo, como los viejos tiempos.

Lo miré con el ceño fruncido, y sin dudarlo dos veces, solté una carcajada.

—¿Salir contigo? Oye, no te hagas ilusiones. Estoy permitiendo que te quedes conmigo porque me gusta compartir mi miseria humana con una persona como tú, pero eso no significa que ya somos los mejores amigos del mundo o que te abrazare, Drake.

—Pensé que querías que arregláramos nuestra relación como hermanos.

Y eso estaba haciendo. Claro, a mi manera.

Miré hacia el reloj: eran las seis y media de la tarde. Un sábado bastante aburrido, para ser sincero. Tanto el celular de Drake como el mí no dejaban de vibrar. Tenía mucho tiempo sin mirar el celular, ya que sabía que ninguno de los mensajes o llamadas, serian de Ellen. ¿De qué me serbia? Sin embargo, decidí echarle una rápida mirada para ver que mensajes tengo. La mayoría eran de Elliot, avisándome que habrá una fiesta en la fraternidad y que será genial, ya que hoy se celebra el día de Crazy Neighborhood, era algo que los de la hermandad habían inventado, casi la mayoría de fiestas que hacían era para celebrar una festividad que no existía. Miré a Drake, el cual tenía la mirada perdida en el techo, sabía que estaba tan aburrido como yo, así que resoplé y asentí.

Prohibido Enamorarte. ✔Where stories live. Discover now