Capítulo 20.

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Ellen.

Cuando Drake me había traído al departamento, podía sentir como mi corazón no dejaba de latir con intensidad. Luego del beso que nos dimos en la rueda de la fortuna, en el auto y ahora en el estacionamiento, fue lo suficiente para aclarar mis sentimientos: me sentía totalmente y desesperadamente atraída hacia él.

No permití que mi orgullo me ganara, así que decidí irme por mi instinto. Al llegar al departamento, vi a Harold dormido en el sofá, esta última semana ha estado durmiendo allí en vez de su habitación y como es de costumbre, tuve que sacar el edredón de su habitación para cubrirlo con este. Entre a mi habitación con el corazón en las manos, no podía dejar de pensar en aquel beso, se había significado demasiado para mí y tenía demasiado miedo, miedo de que Drake después se vaya a arrepentir sobre lo que ocurrió esta noche, inclusive yo tenía miedo de que esto fuera tan bueno, no quería salir nuevamente lastimada como con Elliot, simplemente no quiero que eso ocurra.

Sin quitarme ni los zapatos ni el poco maquillaje que traía en el rostro, me fui directamente a la cama, por más que quería seguir pensando en los labios de Drake encima de los míos, el sueño había sido demasiado fuerte, así que rápidamente me había quedado dormida.

—Ellen.

Me moví de lugar e intente volver a mi sueño, cuando pensé que la insoportable voz dejaría de hablarme, esta regresó, haciendo que mis dientes empezaran a castañear.

—¡Ellen!

Abrí mis ojos de par en par, pero al ver la luz encendida, decidí cerrarlos por un momento, hasta que volví a abrirlos. Estaba desorientada, pero al ver a Harold, sentí como si me hubieran quitad un peso de encima; el chico se encontraba justo a mi lado, sentado mirando hacia mi dirección con una sonrisa profunda en sus carnosos y rozados labios, por un momento pensé que todavía esto pertenecía a mi sueño, pero cuando él frunció el ceño supuse que era la realidad.

—Despierta, bella durmiente.

—¿Pero qué...? —susurré, presionando las palmas de mis manos en mis ojos.

—¿Olvidas que se celebra hoy? —le eche una mirada rápida a Harold, él no se veía entusiasmado pero tampoco desanimado—. Es el cumpleaños de Marieta, ¿lo olvidas?

Por supuesto que no lo había olvidado. Desvié la mirada de su cuerpo hacia mi despertador, apenas eran más de las ocho de la mañana. No comprendía por que despertarme tan temprano en un sábado, ¡en un sábado! Giré mi cuerpo completo, dándole así la espalda e intente cerrar mis ojos para volverme a dormir, sin embargo no tuve tanto éxito como pensé ya que Harold se recostó encima de mí, haciendo que, nuevamente, abriera los ojos.

—¡Déjame dormir, Harold! —dije sin vacilar, intentando salir de su agarre.

—Tienes que ducharte y arreglarte, nos iremos en una hora.

Volteé a verlo y enmarqué ambas cejas.

—¿Adónde?

—La fiesta no será en la casa de mi madre, si no en la de mis abuelos, los cuales viven en Santa Bárbara.

Abrí mi boca, pero no logre decir nada más. ¿Santa Bárbara?

—Se supone que es una fiesta para niños, Harold. No comprendo porque debería despertarme a las ocho de la mañana.

—Sí, lo sé —Harold asintió con la cabeza, jalándome hacia fuera de la cama. Resoplé—. Pero como la fiesta comienza a las tres de la tarde, mi madre prefiere estar desde muy temprano, así podemos ayudar con la decoración.

Prohibido Enamorarte. ✔Where stories live. Discover now