Capítulo 23.

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Harold.

Había despertado gracias al insoportable dolor de cabeza que me cargaba. Desde la noche anterior había sentido tal dolor, y todo gracias a la borrachera que había tenido el día anterior.

Eran más de las diez de la mañana y aun así no tenía ganas de salir de cama. No solo por el mismo dolor provocado por este, sino porque el abuelo acababa de llegar y podía jurar que ya lo escuché gritar mi nombre; tuve que salir de la cama e irme arrastrando lentamente hacia el cuarto de baño, quizá con el agua helada pueda quitarme al menos un poco la cruda.

Quince minutos después, ya estaba de regreso en cama, lamentándome demasiado haber hecho ese drama innecesario, pero quizá sea un karma, el cual se está burlando de mi ahora mismo.

Pude escuchar como tocaron la puerta de la habitación en la cual había pasado la noche, pero ni siquiera eso fue lo suficiente para llamar mi atención, volví a mirar el techo e intente cerrar los ojos para dormir nuevamente, y cuando pensé que volvería a quedarme dormido, volvieron a tocar la puerta. Los abrí de golpe.

—¿Ahora que quieren? —pregunté, en dirección a la puerta.

—Hijo, soy tu madre, ¿puedo entrar?

Abrí mi quijada y la cerré nuevamente. Me costaba trabajado escuchar aquella palabra de sus labios. Hijo, Violeta constantemente me llamaba por mi nombre, rara vez era la que me decía hijo y cuando era así, era por su beneficencia. Pero esto era un momento distinto, se supone que nuestros problemas y dudas habían cambiado, o eso me hizo creer ella, porque Violeta Stuart es una mujer ingeniosa, que sabe mentir con frecuencia.

—Puedes pasar.

Mi madre no tardó mucho en entrar a la habitación. Ella traía su cabello negro humedecido, sus ojos esmeraldas estaban inyectados de sangre. Ella estuvo llorando la noche entera, y por culpa mía. Bueno, no solo mía, sino que también de Drake y del estúpido Gray Stuart.

Mi madre había estado preparando la fiesta de Marieta por mucho tiempo y su plan era que la "familia" estuviera reunida, pero yo me emborrache hasta vomitar, Drake se fue tras Ellen y mi padre, él nunca llegó. Por primera vez en mi vida quise matar a Gray Stuart, y también me quería matar, había arruinado todos los preparativos de la fiesta de mi pobre hermana, aunque Marieta no se disgustó, mi madre se puso demasiado triste, tanto que rompió en llanto al verme.

—¿Todavía te sientes mal, hijo?

Mi madre se sentó justo enfrente de mí, sentándose en la cama conmigo. Su frente se llenó de arrugas rápidamente, haciéndome sentir un verdadero idiota. Lo menos que quería para ella, es que se preocupara. Y más si se trata sobre mi persona.

—Ya se me pasara —me encogí de hombros, sin tomarle tanta importancia—. ¿Cuándo se supone que llegara Gray?

—Ahora mismo no quiero hablar sobre tu padre, ¿esta bien? —por más que quería seguirle fregando que él no es un hombre para ella, decidí quedarme callada, asintiendo con la cabeza—. Anoche no me contaste como te fue con la chica linda, ¿puedes recordarme su nombre?

Trague saliva con dificultad.

Algo que había olvidado totalmente de anoche es que, prácticamente, permití que Drake puede estar con Ellen sin que yo me meta en aquella relación, a decir verdad no se en que carajos estaba pensando, creo que fue efectos del alcohol, porque solo de aquella manera iba a permitir que Ellen saliera con Drake. Por Dios, soy un verdadero idiota.

—Ellen, su nombre es Ellen.

Mi madre asintió con la cabeza y rápidamente, esbozó una de sus sonrisas, haciendo que esta provocara que sus hoyuelos se remarcaran. Me encogí por eso.

Prohibido Enamorarte. ✔Where stories live. Discover now