Capítulo 4.

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Harold.

Conduje como un loco hacia la casa de mi madre. No sé qué era lo que más me molestaba, si Drake haya abierto su boca y contarle a la fastidiosa de mi cuñada que hui de casa o que le haya mentido al respecto. Lo que único que sé es que necesito romperle la cara a ese estúpido por andar de chismoso con otras personas sobre lo que ocurre en mi jodida vida. Además ¿a ella que más le da lo que ocurre en mi vida? Ni siquiera la conozco un día entero y ya se está metiendo en donde no la llaman. Ni siquiera Helen es así conmigo. Las palmeras iban desapareció de la carretera, por lo que eso quiere decir que estaba a nada de llegar a la mansión de mi supuesto padre. Odiaba la idea de tener que ir hasta allá y tener que partirle la cara a ese idiota, pero también odiaba la idea de tener que ver al estúpido de mi padre.

Cuando llegue a la mansión, no me moleste en estacionar a la perfección mi Ford, solo lo estacione y salí hecho una furia de mi auto hacia la mansión. Todas las luces estaban apagas excepto la de la habitación de Drake, por lo que eso quiere decir que él está allí. Busque las llaves de la puerta en mi llavero y al hallarla, caminé hacia la puerta de cristal azul e introduje la llave en la perilla hasta abrirla. Cerré la puerta de golpe a mis espaldas y subí corriendo hacia el segundo piso, en donde estaba la habitación de mi supuesto hermanito.

No me moleste en tocar la puerta al entrar, Drake estaba a punto de acostarse a dormir, cuando lo sorprendí con un golpe seco en la mandíbula. Drake se quedó inmóvil, sin saber si debería regresarme el golpe y preguntarme porque lo he hecho.

—¿Así que puedes abrir tu maldita boca, eh? —grité, y no me importó que nuestros padres estuvieran dormidos—. ¿Quién te dio el jodido derecho para contarles a desconocidos mi vida?

Drake soltó un suspiro de frustración y alivio al mismo tiempo. No sé por qué pensó que lo iba a golpear por otra cosa, y si es así, pues adelante, porque pienso romperle hasta el culo al idiota.

—Elle me preguntó, creo que le gustaste, hermanito —Drake me dio una palmada en la espalda, como si estuviera orgulloso por ello, pero lo único que provoco es que quisiera romperle la cara.

Le di un empujón y volví a darle un puñetazo, pero esta vez en la nariz y no en la mandíbula como en la primera vez. Drake me miró y negó con la cabeza. Extendí mis brazos, diciéndole que adelante, cuando Drake se me acercó para golpearme, esquive el golpe y le di una patada en las costillas. Mi hermano mayor cayó al suelo de dolor, así que aproveché eso para darle otra patada en el mismo lugar.

—Y se llama Ellen, imbécil —musité.

Drake se puso de pie y se me echó encima, me tiró un golpe brusco en el labio inferior. Saboreé el sabor metálico en mi lengua, pero no por un simple golpe me iba a detener, me acerqué a él dispuesto a regresarle el golpe, pero él me sorprendió con un golpe en las costillas.

Incliné mi cuerpo hacia adelante, intentando recuperar el aire que había perdido, pero a Drake no le importó eso porque me dio un golpe encima de la ceja y otro en la mandíbula, tirándome al suelo.

No iba a darle esa satisfacción de que me ganara, quizás sea más fuerte que yo, pero él nunca tuvo que defenderse solo como yo tuve que hacerlo. Cuando él iba a volverme a golpear, tome su brazo y le pegue en la nariz nuevamente hasta que esta sangró. Iba a golpearlo nuevamente, hasta que escuché un grito de horror, cuando me gire vi a mi madre y a Marieta tomadas de las manos; Drake aprovecho mi distracción para darme una patada baja y otro puñetazo en la mejilla derecha.

—¡Drake! —gritó mi madre llena de desesperación—. ¡Gray!

—¡No le hables a ese hijo de puta! —exclamé, recuperándome de la golpiza.

Prohibido Enamorarte. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora