Capítulo 34.

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Ellen.

Podía sentir el golpeteo de mi propio pulso y mi corazón se salta un par de latidos.

Summer seguía allí de pie, mirándome con el ceño fruncido y con una mueca en sus labios. Lo que ella me acababa de decir me había dejado totalmente en shock. No era algo que me venía venir, ni mucho menos algo que me hubiera gustado escuchar. No tenía nada en contra con las personas homosexuales, pero sí que me molestaba que ella tenía que poner sus ojos en mí. Yo no era nadie, ¿por qué, porque de mí? Mi mirada estaba en ella, pero Summer no quería verme, ya que constantemente desviaba la mirada hacia otro sitio.

—Yo...—las palabras se quedaron atascadas en mi garganta, dejándome a medias. Me había ganado su atención, pero con mi silencio hace que la situación empeore cada vez más—. No tenía ni idea, Summer, créeme.

Podía jurar que estaba totalmente segura de que a ella le gustaba Harold, pero jamás creí que ella estaría interesada en mí, no en él.

Summer resopló con fastidio, sonriendo sin alegría alguna.

—No es culpa tuya. Mi padre piensa que estoy enferma, así que es por eso que soy buena actuando.

—Pero no estas enferma. Es tu orientación sexual, él debería aceptarte tal y como eres.

Summer me miró, sus ojos se habían oscurecido, haciendo que se me entrecortara la respiración.

—Ni siquiera he dicho que soy lesbiana, Ellen, es porque no lo soy.

—Entonces eres bisexual.

—¡Que no! —la chica se sentó en la orilla de su cama, enterrando su cabeza entre sus manos a la misma vez en la que niega con la cabeza—. Me siento atraída hacia ti, eso no te lo voy a negar, pero salir contigo no es algo que me apetezca.

Asentí con la cabeza, pero no entendía a donde quería llegar. Había conocido a varias personas que realmente eran homosexuales, y mucho antes de que hayan salido, estaban en negación, justo como Summer en estos momentos. Ella tenía miedo, quizás, miedo de que todos la miren de una distinta manera, pero no debería.

—¿Tienes miedo? —le pregunté, acercándome hacia donde se encontraba—. Estamos en el siglo XXI, no deberías de tener miedo por salir, Summer.

Summer me echo una breve mirada, luego enmarcó sus expresiones y soltó una pequeña carcajada.

—¡Tú piensas que es fácil porque tú no tienes que pasar por eso! Mi padre me ha tachado como enferma, incluso ha querido llevarme con psicólogos solo porque piensa que realmente hay algo malo conmigo.

—¿Tu mamá? ¿Qué es lo que piensa tu mamá?

Ella suspiró y se encogió de hombros.

—Ella es la típica madre que finge que tiene una vida normal, pero lo único que le importa es estar en figura y que todo salga como quiere. ¿Sabes que es lo que ella quiere? Que le dé nietos y que mi esposo sea un empresario millonario. Si es que me decido a salir, ¿crees que les hará gracia?

Negué con la cabeza, sentándome a su lado.

—No, sé que no será difícil, pero tienes que hacer algo. Odias que las demás personas finjan quienes son realmente, pues tú no finjas quien eres, Summer.

El silencio reino por un momento. Summer no dejaba de negar con la cabeza y de resoplar de vez en cuando. Era todos los consejos que podía darle. Pero algo que si yo misma tendría que darme un consejo, sería irme de aquí. No quiero tener problemas con Summer ni con sus padres, quizás mi presencia en este departamento fue la única que ocasiono que Summer se vaya a San Francisco; no iba a perder a mi mejor amiga solo por las prejuicios de sus padres. Quizás ella piense que las cosas cambien entre ambas, pero para mí todo sería igual. Nada tendría que cambiar.

Prohibido Enamorarte. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora