𝓓𝓲𝓪 𝓽𝓻𝓮𝓲𝓷𝓽𝓪 𝔂 𝓼𝓲𝓮𝓽𝓮

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—Muy bien, chicos y chicas. Hoy se reparten las calificaciones.

Bueno, ya me jodí.

Capaz no saqué ni seis.

Ya me tocó hacerle un favor al profesor para que me pase.

—Empezamos por usted, señor Choi. Sacó siete.

—¡SÍ! ¡APROBÉ! ¡JAEMIN, MI DINERO! —El pelinegro saltó en su lugar, apuntando con el dedo al chico antes mencionado.

—¡COMO QUIERAS, TE LO DARÉ LUEGO DE CLASES! —Contestó este en el mismo tono, apuntándole con el dedo de igual forma.

—O hacen silencio. —Espetó el mayor de todos en el aula— O su calificación se va por dónde mismo vino.

—Lo sentimos, maestro Byun. —Musitaron ambos chicos al unísono, acomodándose en sus lugares nuevamente.

El hombre mayor continuaba repartiendo las calificaciones, algunas pésimas, otras regulares y otras bastante buenas, mientras que el pelinaranja sólo continuaba torturándose en su lugar por aún desconocer su calificación.

—Min YoonGi, diez.

—Profesor Byun, yo sé que no soy el mejor estudiante de todos, y sé que tenemos nuestras diferencias. Sé que mi comportamiendo con usted no ha sido el mejor, también sé que no he sido el más estudioso ni el más respetuoso, pero sé que yo podría tener una mej-- ¿Cómo fue que dijo?

—Que saco diez.

—¿Revisó bien el nombre? ¿No hay ningún error? 

—Señor Min, déjese de tonterías sí quiere mantener su calificación.

Los labios del piel nívea estaban entreabiertos, listos para dejar las palabras fluir, pero al escuchar la oración de su maestro sus labios se juntaron al momento. Continuaba sin créerselo, era como en una de esas películas de acción. En dónde el héroe pensaba que todo estaba perdido y de repente todo estaba más que bien.

(...)

El pelinaranja llegó a su vivienda abriendo la puerta de una patada, espantando a las personas mayores que allí residían, quiénes eran su padre y su madre. Los cónyuges de manera inmediata se espantaron ante la estruendosa llegada de su hijo, esperando que este tuviera una muy buena excusa para ingresar en el inmueble de aquella manera.

—Saqué un diez en la clase de historia.

—Que bien por ti, YoonGi. —Musitó el hombre sin interés alguno.

—Y, eso significa que sí obtengo unos cuántos dieces más no tendré porque irme a Daegu de nuevo.

—Que bien por ti, igualmente. —Contestó, con el mismo desinterés de antes. El pelinegro carraspeó, antes de entreabrir sus labios nuevamente— Tu madre y yo nos iremos de viaje nuevamente, volveremos en dos semanas. 

—Que bien por ustedes, señor y señora Min. —Bufó, acto seguido se encaminó en dirección a su habitación, subiendo las escaleras y caminando por el extenso pasillo, en el recorrido pudo apreciar los cuadros familiares y retratos que allí se encontraban. 

Finalmente estuvo frente a la puerta de su habitación, posó su mano encima del pomo y giró del mismo, abriendo la puerta hacía dentro, se adentró al cuarto y cerró la puerta detrás de sí. Sin pensárselo dos veces dejó caer la mochila en el suelo, lanzándose a su cómoda cama.

Estaba cansado de la vida que tenía, eso no era ningún secreto. Deseaba con todas sus ganas irse lejos de aquel lugar, pero tenía en cuenta que no podría valerse por sí mismo debido a que carecía de un trabajo. El cual obviamente conseguiría en cuánto terminara el instituto, no obstante; sus padres tenían muchísimo dinero, casi siempre que estos se iban de viaje dejaban cantidades algo exageradas para él y su hermano menor.

Movió su cabeza de un lado a otro, deshaciéndose de los pensamientos que llenaban su cabeza. En cuestión de minutos el sueño se había apoderado de sí mismo por la comodidad que le brindaba su cama, por lo que cerró los ojos y se permitió caer en brazos de Morfeo.

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SIENTO MUCHO, MUCHO, DEMASIADO ACTUALIZAR AHORA. LA INSPIRACIÓN NO LLEGABA Y YO EN SERIO QUERÍA ACTUALIZAR. ;;

LO IMPORTANTE ES QUE YA ESTAMOS AQUÍ, NOS VEMOS EN OTRO CAPÍTULO, LXS AMO POR SEGUIR LEYENDO ESTO.

—Kath.

bet ◜ဗ◞ yoonminNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ