xxxxiii. américa

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«AMÉRICA»


—Yo no... yo, ¿cómo pudiste? —Tartamudeó Draco, su voz silenciosa por la ira que sentía—. ¿Por qué harías eso? —Frunció el ceño—. ¡Eres mi madre!

—Y por ser tu madre fue que lo hice —admitió Narcissa, buscando los ojos de su hijo, pero él no podía soportar mirarla. Se sentía traicionado—. Mírame, Draco.

Cuando él lo hizo, ella se sorprendió de ver lágrimas formándose en sus ojos. —No lo entiendo —él sacudió la cabeza, después pasó sus manos por su cabello rubio platino.

—Lo hice por tu propio bien, Draco. Eres mi único hijo, y he dedicado toda mi vida a protegerte. No veo por qué estás molesto, te ahorré un gran dolor —la mujer explicó, intentando alcanzarlo, pero el joven hombre se apartó rápidamente.

—Madre, ¿no viste lo destrozado que estaba cuando ella se fue? ¿No es suficiente prueba de que estaba equivocada el hecho de que quemaste la jodida carta? —Draco exclamó desesperadamente.

—Cuida tu tono, Draco —su madre ordenó calmadamente, haciéndolo morderse el labio de frustración—. Y es tiempo de entender que no tenías futuro con esa chica. Era demasiado rebelde e insolente, ¡y vive con un montón de lunáticos cuyas pertenencias son todas de una tienda de segunda mano!

—Pero eso no me importa —él admitió sinceramente—. Ya no —finalmente se encontró con la mirada de su madre.

—Bueno, ¿acaso eso no es una pena? Mírate, el heredero de una familia acaudalada pasando tiempo con una familia que no es, bueno, rica, es decir, ¡no tiene dinero en lo absoluto! Si tu padre estuviese aquí—

—Pero no lo está. Está en Azkaban, donde se merece.

—¡Cómo te atreves a hablar de tu padre así! —Ella lo regañó, pero lo único que el joven hombre pudo hacer fue rodar los ojos con fastidio.

—¿Cómo te atreves tú a meter tu jodida nariz en mi vida? —Él gruñó con ira. Narcissa se estremeció, nunca había visto a su hijo actuar de esa manera.

—¡Porque soy tu madre! —Ella rugió aún más fuerte.

—A veces desearía que no lo fueses —él murmuró, bajando la mirada a sus pies.

El rostro de Narcissa se suavizó. —Draco... —ella se estiró para acariciar su hombro.

—No me toques —él se zafó de su toque.

—Antes de ir a Azkaban, tu padre me hizo prometerle que te cuidaría, que buscaría tu felicidad. Eso es lo que he estado haciendo todo este tiempo.

—Así que esta fue la idea de mi padre —Draco asintió varias veces—. Lo sabía. ¡Él ni siquiera puede dejarme vivir mientras se pudre en una prisión! —Él golpeó su puño contra la pared, enojado—. Y no puedo creer que obedeciste sus tontas órdenes. ¡Él está cegado por el dinero y el prejuicio! ¡Y tú estás siguiendo sus pasos!

—Draco, querido, cálmate.

—La próxima vez que visites a Padre, dile que estoy harto de sus tontos intentos de retenerme de alcanzar la felicidad —dijo mientras se daba la vuelta para salir de la mansión—. Y que se acabó mi compromiso con Astoria.

—¿A dónde vas? Draco Lucius Malfoy, ¡vuelve aquí en este instante!

—Me voy a América.


...


—Por tercera vez, volveré cuando se acabe la temporada. ¡No será demasiado tiempo! —Anastasia rio entre dientes mientras terminaba de empacar el último conjunto de ropa en su baúl—. Además, todos en Inglaterra deben estar demasiado emocionados con la boda del siglo como para notar que no estoy —dijo en un tono burlón. Harry rio.

—Bueno, al menos puedes encontrar a un buen mago Americano que te ayude a superar a tu sabes quién —apuntó Ginny, lanzándole a la castaña las últimas cosas que le faltaban por empacar.

—¿Superar a Voldemort? ¡Annie! ¿Estás loca? —Exclamó Ron, haciendo que el grupo estallara en risas—. ¿Qué?

—Ella habla de Draco, Ronald. No de Voldemort —exclamó Hermione, aun riendo— ¡Voldemort! ¡Qué tonto eres! —Lo besó en la mejilla rápidamente, Anastasia alzó una ceja.

—Listo —ella sonrió a medias cuando cerró su baúl—. Debería marcharme ya si quiero llegar a Londres a tiempo.

—¿Cómo te irás a América, por cierto? —Ginny frunció el ceño.

—Transporte muggle —murmuró la chica de ojos esmeraldas mientras llevaba el baúl al primer piso con ayuda de George—. Es bastante asombroso si me lo preguntas.

—¿Puedo ir? —Ron se giró hacia la señora Weasley, quien rio.

—Por supuesto que no, Ron. Tienes bastantes cosas que hacer aquí en Inglaterra —dijo ella—. Además, si tú vas, Harry y Hermione irán también, y si ellos van, Ginny se les unirá. ¡No me quedarán hijos! —Anastasia rio.

—No se preocupe, señora Weasley, no le voy a quitar a sus hijos —apuntó, deteniéndose en el porche con una sonrisa.

—¡Pero una de mis hijas se va! —Ella sonrió a medias, sosteniendo la mano de la chica—. ¡Oh! ¡Casi lo olvido! —La mujer exclamó fuertemente.

—¿Qué, mamá? —George frunció el ceño con confusión mientras seguía a su madre por el primer piso, buscando algo—. ¿Qué estás haciendo? ¡Annie va a llegar tarde!

—Oh, lo sé, lo sé —dijo ella, regresando con un paquete en brazos—. Ten. En caso de que extrañes tu hogar —Anastasia puso el baúl de vuelta en el piso y sostuvo el paquete en sus manos.

Con una sonrisa alegre, abrió el paquete con manos temblorosas y jadeó ante lo que estaba frente a ella. Era un suéter azul con una "A" en el frente. Ella rio entre dientes ligeramente y abrazó a la mujer con fuerza y amor.

—Es hermoso. Lo amo demasiado —sonrió—. Gracias.

—Estamos muy orgullosos de lo que has logrado, cariño. Es hermoso ver como lentamente vuelves a esa alegre y feliz bruja que solías ser.

Anastasia sintió sus ojos llenarse de lágrimas, pero no quería llorar y arruinar el momento especial. Su sonrisa se ensanchó mientras saltaba sobre la mujer y la envolvía en un fuerte abrazo, e hizo lo mismo con cada miembro de la familia que estaba a su alrededor.

—Ahora sí, deberías ir si quieres llegar a tiempo —la señora Weasley los apresuró—. ¡América espera por ti!

La chica suspiró mientras se inclinaba para tomar el baúl en sus manos, pero se detuvo. Sus cejas se fruncieron mientras se enderezaba y se giraba para ver a la familia una vez más, su corazón latiendo más fuerte mientras veía a cada miembro con una expresión de tristeza. ¿En serio quería marcharse de nuevo? ¿Perderse una parte importante de sus vidas? ¿Estaba dispuesta a perder a su familia por un año, solo para intentar escaparse del inevitable dolor por el compromiso de Draco?

—No puedo irme —susurró ella—. N-No se siente correcto —dijo mientras volvía a poner el baúl en el suelo.

La señora Weasley entrelazó sus manos juntas mientras veía a la chica pensar. La mujer dio un paso más cerca y tomó el rostro de Anastasia entre sus suaves manos. —Haz lo que desee tu corazón, querida.

—Quiero ser feliz —la castaña susurró con una sonrisa triste.

—Oh, cariño —la mujer envolvió a la chica en un abrazo fuerte, mientras la chica lloraba silenciosamente en su hombro—. Sé que tu corazón está destrozado, pero irte solo lo romperá más. Necesitas estar rodeada de tu familia, personas que te aman.

Anastasia asintió. —Creo que me quedaré aquí. Con mi familia.

NUMB ° DRACO MALFOY (ESPAÑOL)Where stories live. Discover now