vi. profesor snape

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«PROFESOR SNAPE»

Anastasia realmente quería decir que la estaba pasando bien en la cena del profesor Slughorn, pero era tan extremadamente incómoda que ella necesitaba desesperadamente dejar el lugar.

En el momento que Slughorn le dejó de hacer estúpidas preguntas sobre lo que sus padres estaban haciendo, se perdió en el momento en el que los dedos de Draco acariciaron su mejilla con tanta compasión, que sintió las paredes que había construido evaporarse, y su corazón se derritió al contacto.

Su mano instantáneamente viajó a su mejilla, las puntas de sus dedos rozando la piel de su ahora sonrojada mejilla. El calor acumulado en un área en particular la hizo mirar hacia abajo a su regazo, y fingir que estaba comiendo la comida.

Miró hacia arriba solo para encontrar a la mayoría de los estudiantes levantándose de la gran mesa, todos tenían una expresión de alivio en sus caras mientras le agradecían al profesor Slughorn y se marchaban del lugar. Ella no era la excepción. Después de todo, tenía otro lugar en el que estar.

—Muchas gracias, profesor —le sonrió amablemente al hombre frente a ella.

—No, gracias a ti, señorita Rosier —él devolvió la sonrisa—. Luces mucho como tu madre —un nudo se formó en la garganta de Anastasia ante la mención de su madre—. Pero debo señalar que tu sonrisa me hace recordar a tu padre.

—¿Usted –usted conoce a mis padres? —Rezó porque su voz no se rompiera.

—¡Por supuesto que sí! —Slughorn exclamó felizmente—. Gente muy, muy inteligente. Se complementaban entre sí, de mala manera pero gracias a Dios que encontraron el camino correcto. Ahora míralos, con dos hijos maravillosos y una gran fortuna —Anastasia sintió su corazón golpear en su pecho ante el pensamiento de sus padres siendo mortífagos en el pasado.

La castaña no sabía qué decir ahora que sabía que si decía algo, se rompería y no quería eso. Cuando Harry se les acercó con intenciones de hablar con el profesor, se disculpó rápidamente y salió del lugar hacia la Sala de Menesteres donde sabía que estaría Draco, tratando de arreglar el gabinete.

Mientras sus pasos hacían eco detrás de sí y solo eran sonidos vacíos para sus oídos, Anastasia se encontró a sí misma caminando en una dirección totalmente diferente, hacia la lechucería. Ansiosamente, se deshizo de sus caros brazaletes y aretes cuando sintió que su corazón empezaba a volverse muy pesado y los sentimientos que había atrapado dentro empezaron a llenar sus ojos de lágrimas.

Con un suspiro profundo, entró a la lechucería y tomó el pedazo de papel más cercano que pudo encontrar. Sus manos temblaban incontrolablemente cuando tomó la pluma en su mano y empezó a escribir una nota para su familia, tratando de explicar su situación y haciendo un vano esfuerzo para no sonar tan malvada como ella sentía que lo era.

—¡Hey! —Se detuvo de golpe cuando oyó pisadas acercarse a ella.

Apresuradamente, arrugó el papel y se lo metió en el bolsillo. Esperando impacientemente ser encontrada por el vigilante.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó, la señora Norris yendo detrás de él—. ¡Ven aquí! —Rápidamente la tomó del brazo y la arrastró hacia los pasillos, donde caminó en silencio.

De pronto, la sombra de Snape apareció frente a ellos y poco después él estaba justo frente a sus ojos. Con una expresión sin emociones, su mirada fue del hombre viejo hasta la callada chica que no podía soportar regresarle la mirada.

—Me ocuparé de ello —dijo él, mirando a la chica.

Filch la empujó en dirección a Snape y se fue hacia el otro lado del corredor. Anastasia estaba mirando a sus pies silenciosamente cuando sintió a Snape acercársele peligrosamente, lo que la hizo levantar la cabeza hacia él.

—He oído los rumores sobre su situación, señorita Rosier —dijo él, mirando directamente a sus ojos verdes.

—¿Qué rumores? —Ella demandó rápidamente, frunciendo el ceño en su dirección.

—Que se ha convertido en una de ellos —dijo él, causando que la chica lo mirara aterrada—. ¿Es cierto?

—Sí —respondió, mirándolo directamente a sus ojos vacíos.

—Déjeme verlo —ordenó el hombre, tomando a la chica por sorpresa.

—¿Disculpe? —En ese momento, Anastasia se sintió como si estuviera soñando. Eventualmente enrolló su manga para que él pudiese ver la horrenda marcada estampada en su brazo.

—Está ayudando al señor Malfoy a reparar el Gabinete de Desaparición, supongo —toda la escena empezó a volverse confusa para la chica.

—¿Cómo lo sabe? —Era una pregunta retórica porque ella tenía una idea de cuál sería la respuesta—. Es uno de ellos también, ¿correcto? —Preguntó.

—No es de su incumbencia —dijo de mala gana con su voz monótona—. Ahora váyase.

Mientras se marchaba e iba al séptimo piso, Anastasia realmente deseó por desaparecer ese momento de su mente.

...

—¿Qué te llevó tanto tiempo? —Draco prácticamente gritó al ver a la chica.

Pero su varita ya estaba levantada y apuntando al chico, quien la miraba con confusión, como si fuera una lunática recién escapada de Azkaban. Él levantó las manos con el ceño fruncido, y admiró la fría y molesta expresión de ella.

—¿Por qué Snape sabe qué soy –una mortífaga? —Preguntó, frunciendo el ceño.

—Yo, uh —él comenzó a explicar pero no pudo articular las palabras correctas para pedirle explicaciones a ella sobre por qué se había enojado de repente con él. Por amor a Dios, ella podría matarlo ahí, en ese momento.

—¡Respóndeme, Draco Malfoy! —Le gritó, el miedo de que sus padres se enteraran de lo que era tomó control de sus emociones.

—¡Si solo pudieras escucharme! —Para ese momento, él estaba tan enojado como ella. Y eso no era bueno—. ¡Baja tu maldita varita para poder explicar! —Ordenó.

Titubeante, ella bajó la varita, pero la expresión de enojo nunca dejó su rostro. Dentro de su cabeza, ella había enlistado una increíblemente grande cantidad de maneras para matar al chico frente a ella.

—Habla —su voz se quebró por la ira.

—No sé cómo él se enteró de las noticias, pero yo no le dije nada —dijo, su corazón aun palpitando fuertemente en su pecho.

—¿Quién le dijo? —Preguntó.

—¡Te estoy diciendo que no sé, joder! —Gritó él, la desesperación de no poder reparar el gabinete estaba controlando sus emociones también.

—¡Eres imposible, Malfoy! —Ella se dio la vuelta, alejándose de él.

—Bueno, ¡no soy el único aquí! —Gritó de vuelta—. ¡No eres la única sufriendo!

Pero ella siguió caminando, fingiendo que no le estaba gritando a ella.

—¡Vuelve, cobarde! —Rugió.

—¡No estoy de humor para oír a un idiota consentido gritarme sobre lo injusta que es su vida! —Ella se dio la vuelta—. ¡Déjame informarte! ¡No me importas tú o tus estúpidos sentimientos! —Incluso para Anastasia, las palabras fueron dolorosamente raras de escupir, pero una vez que lo hizo, se arrepintió de inmediato.

Solo era demasiado terca para arrepentirse.

NUMB ° DRACO MALFOY (ESPAÑOL)Where stories live. Discover now