xxvi. detención

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«DETENCIÓN»


Ya era tarde cuando Neville encontró a Anastasia en la biblioteca. Él le recordó de la horrible detención que tenían que enfrentar en la oficina de Carrow y después partieron al otro lado del castillo.

El par caminó en silencio a través de los pasillos casi vacíos y oscuros, la castaña extrañaba los viejos días cuando la escuela era feliz, y los estudiantes reían y jugaban por todas partes. Hogwarts había cambiado.

—Veo que han venido —ambos detuvieron sus pasos por el sonido de la voz malvada detrás de ellos—. Un poco tarde, debo añadir —bajó la mirada a su reloj de bolsillo.

—Su oficina está muy lejos, profesora —el Gryffindor interfirió, frunciendo el ceño.

—Silencio —la mujer dijo de mala gana, metiéndolos a la oficina en penumbra. Ni siquiera la luna podía brillar dentro, las velas apenas iluminaban el lugar—. Siéntense ahí, ustedes dos —demandó, haciendo a la castaña estremecerse.

Anastasia gruñó para sus adentros cuando el dolor en su brazo comenzó a molestarla, de nuevo. La malvada mujer pareció notarlo, ya que cautelosamente se le acercó para verla.

—¿Cómo se siente, Rosier? —Su tono estaba lleno de malicia, y Anastasia puso los ojos en blanco con fastidio—. No sea tímida. Debe haber algo que la está molestando —sus ojos vieron el antebrazo de la chica, apretujado contra su pecho.

—No veo cómo eso es relevante en la detención, profesora —Anastasia gruñó, frunciéndole el ceño a la mujer.

—Ya veo —ella sonrió y apuntó a las dos plumas frente al par—. Longbottom, escribirá no debo decir mentiras cien veces. ¿Puede hacer eso? —Neville asintió. La mujer se giró para ver a la furiosa Slytherin—. Usted escribirá lo mismo, pero doscientas veces —sonrió maliciosamente.

Anastasia y Neville se giraron para verse el uno al otro con el ceño fruncido. Habían oído sobre este tipo de castigo, y Anastasia lo había sufrido antes cuando estaba en quinto año y Umbridge la atrapó mintiendo sobre a dónde iba. Cuando estaba en el Ejército de Dumbledore.

Tan pronto como la tinta entró en contacto con el pergamino, la castaña sintió el enfermizo dolor atacar su mano derecha y mezclarse con el dolor de su brazo. Quería gritarle a la mujer y llorar todo lo que tenía contenido, pero de algún modo logró mantenerse quieta. Los gruñidos de Neville la hicieron girar su cabeza en dirección a él, le envió una sonrisa tranquilizadora y le ordenó que dejara de hacerlo.

Asegurándose de que la Mortífaga no estuviera prestando atención, Anastasia tomó la pluma de Neville y comenzó a garabatear las oraciones con rápidos movimientos. Ella sabía que Neville no lo merecía, así que se aseguró de escribir las oraciones que faltaban para completar las cien.

—Escribe la última —la chica susurró y continuó escribiendo en su propio pergamino, con su propia pluma.

Neville le sonrío y rápidamente escribió la última oración. En ese momento exacto, la mujer se giró para verlo y la sonrisa cayó de sus rasgos cuando notó que el Gryffindor había completado su tarea.

—Puede irse, Longbottom —gruñó, claramente fastidiada por el hecho de que terminó temprano.

El Gryffindor permaneció allí, compartiendo miradas con Anastasia aún sentada en la silla, con los brazos sobre la mesa. Ella asintió y él se fue, titubeante, con el corazón latiéndole fuertemente y arrepentido por dejar a su amiga sola con la Mortífaga.

NUMB ° DRACO MALFOY (ESPAÑOL)Where stories live. Discover now