La estrella vuelve a brillar

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Legolas ordenaba varios documentos que se encontraban esparcidos en su escritorio. Después de dos días sin dormir, el cansancio al fin le pasaba factura. Se sentía física y mentalmente agotado, apenas y podía concentrarse en lo que hacía.

El sonido de las puertas lo tomó por sorpresa, alzó su vista y se encontró con una visita inesperada: Anniroth y Dorthanion, antiguos consejeros de su padre se acercaban con prisa a su escritorio; y ahora, por decisión propia Legolas pensó que merecían un descanso, por lo que les había relevado de aquel cargo, mas ellos insistían en realizar pequeños comités con él para tratar asuntos políticos; y otras veces, sólo para saber cómo le estaba yendo en su rol de rey.

-Anniroth, Dorthanion -sonrió con calidez-. No esperaba verlos por aquí, ni tan temprano -dijo en un tono algo irónico.

Pero no recibió respuesta, los rostros de los elfos estaban en un gesto serio, en una expresión dura que no emitían sentimiento alguno.

-Tampoco nosotros, pero la situación lo ha ameritado, su alteza -sentenció Dorthanion.

-¿Malas noticias?

-No... -hizo una pausa y tomó aliento-. Durante siglos, compartimos con tu padre consejos en cuanto a tomar decisiones que implicaban el bien común de nuestro Reino. Thranduil depositó en nosotros una profunda confianza, porque perseguíamos intereses similares: un reinado pacífico y fructífero. Y así fue, pues a pesar de la oscuridad que se cirnió sobre nuestro Bosque, los Sindar vivimos en paz bajo el estricto y riguroso cuidado que tuvieron los guardias encomendados en la labor de patrullar el Bosque Negro.

-Tengo en muy alta estima la ayuda que durante tanto tiempo prestaron a mi padre. Felizmente, aquellos oscuros días son parte de un amargo recuerdo que todos deberíamos dejar atrás. Aunque el mal continúa existente en Arda, puedo asegurar que está controlado por los guardias del Reino. Ya no es necesario armar tantas estrategias ni reunirnos en consejo para decidir asuntos militares. -Dijo Legolas, aun sin entender qué rumbo pretendía llevar esa conversación.

-En parte tienes razón, su Alteza. La oscuridad ya no es tan profunda como en antaño, sin embargo SIGUE presente -recalcó Anniroth-. No podemos confiarnos del todo, ni bajar la guardia. Lo pudimos vivir hace dos noches, seguimos siendo vulnerables al enemigo. Y hay conductas imprudentes que no pueden ser pasadas por alto.

-Un momento, ¿a qué te refieres?

-Mi señor, con todo el respeto que la Familia Real merece, en especial usted, queremos expresar nuestro total sentido de rechazo y desacuerdo ante los precipitados actos de Tauriel.

Legolas hizo un intento por mantener la calma, consideró eso como una falta de respeto, sobretodo porque la mencionada era su esposa y, no se encontraba presente en aquel momento para poder presentar una defensa ante tal descarada afirmación.

-En primer lugar, ella es su reina y deben dirigirse a ella como tal. Segundo, deberían respetar la delicada condición en la que se encuentra. Tercero, creo que no entiendo, ¿con que autoridad han venido hasta aquí para formular quejas contra mi esposa? ¿Acusándola de qué?

-De violar el protocolo a seguir ante ataques enemigos y, poner en riesgo innecesariamente a los miembros de la Familia Real.

Legolas soltó una risita burlona.

-¿Te refieres así a la elfa que estuvo dispuesta a arriesgar su vida por su gente? ¿La misma que trajo a mi hijo sano y salvo? De hecho, la única que lo hubiera logrado.

-Los guardias de este Reino están perfectamente entrenados para actuar en situaciones como las de esa noche, ¿no es eso lo que dijiste? Ella es la Reina de este Bosque, sus días de Capitana de la Guardia quedaron atrás, harías bien en recordárselo.

Tauriel, Hija del BosqueKde žijí příběhy. Začni objevovat