Un nuevo amigo

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Después de caminar durante varias millas y días, decidió que ya era hora de tomar un descanso. Estaba buscando un lugar en donde establecerse y empezar una nueva vida lejos de casa.

Desde su partida, no pasó un día en el que no pensara en ella. Se preguntaba qué estaría haciendo, como estaría, si lo extrañaba de la misma manera en la que el la extrañaba. Era difícil lograr aclarar todas sus dudas pues ya estaba lejos, muy lejos de su estrella.

Se sentó en el pasto y recostó su espalda en el tronco de un árbol. Cerró sus cansados ojos y visualizó a su amada elfa. Se estaba quedando dormido y a medida que lo hacía, lograba verla con más claridad y realismo.

Sabía que estaba soñando pero no le importaba, aun así eso le causaba un profundo dolor en su corazón, no importaba si sólo podía sentirla en sus sueños, era una forma de estar cerca de ella.

-Tauriel -Susurró.

Sus ojos de color cielo se abrieron, se sentía un poco mareado. Logró orientarse y se dio cuenta de que estaba en un lugar conocido. Estaba en aquel precipicio donde pasó su primer noche con ella. La primera vez que la besó. La primera vez que le dijo cuánto la Amaba. Cuántos recuerdos...

-Legolas -escuchó esa preciosa voz cerca de su puntiaguda oreja seguido del contacto de una suave piel rozando su mano.

-¿Dónde estás?

-Detrás de ti.

Legolas se dio vuelta y ahí estaba ella vestida de una bata de seda blanca que apenas cubría su cuerpo. Las mejillas del príncipe se tornaron rojas como el carmesí al admirar tan hermosa elfa como era Tauriel. Se quedó sin habla. Ella dio dos pasos hasta quedar frente a él.

Levantó su mano y acarició su rostro. Con la otra, tomó la mano de Legolas e hizo que recorriera sus caderas y un poco más atrás.
-Te he estado esperando -Le dijo ella mirando intensamente en sus ojos- ¿por qué te has ido? -lo rodeó con sus brazos dejando su rostro frente al de él.

Legolas no encontraba palabras, era como si en ese momento se hubiera quedado totalmente mudo. No quería hablar sólo quería amarla. Sus sentidos bombeaban y parecían querer explotar por aquel placentero contacto y no se resistió en buscar lo que quería.

Se lanzó al encuentro de sus labios rojos y provocativos que lo llamaban a gritos pero solo entonces cayó en la cuenta de que estaba soñando. Ella desapareció.

Se levantó exaltado y apenas recobró el juicio sintió un fuerte golpe en su frente y todo se volvió oscuro para él.

*

En Mirkwood los días para Tauriel pasaban lentos, dolorosos y cansados. Perdió a muchos de sus amigos por culpa de Thranduil quien había ordenado que no se le acercaran por "conducta rebelde" y que según no quería que los demás elfos actuaran de la misma forma.

La única que no cambió con ella fue Reindel que lloró de felicidad cuando la elfa volvió al palacio. Tauriel le contó todo lo sucedido con Legolas, cada vez que lo recordaba no podía evitar llorar.

Apenas dormía tres o cuatro horas debido a que se acostaba muy tarde y debía levantarse demasiado temprano para continuar con el cumplimiento de sus castigos.

Llegó el día en el que le tocaba limpiar todos los pasillos del Reino. Se dirigió hasta la cocina en busca de los materiales de aseo. Tomó una escoba y varios trapos para fregar los pisos, además llevó una especie de fragancia con un olor agradable para echarlo mientras trapeaba.

Tauriel, Hija del BosqueWhere stories live. Discover now