¡Por fin!

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Me acosté en mi cama, feliz y emocionada. Observaba por mi ventana las estrellas, esa noche brillaban más que nunca. ¿Será una señal?

Pasé toda la noche dando vueltas por mi cama, sin poder cerrar mis ojos... la emoción era tal que a pesar de ser un día cansado en las labores de una elfa, no podía conseguir dormir.

Sentí los leves rayos del sol en mi rostro así que me desperté en seguida. Me vestí con algo ligero para mi entrenamiento, me puse unas botas de cuero que me permitieran moverme con agilidad. -Oh si, ¡Oh si!- retumbaban esas palabras en mi cabeza.

Salí de mi habitación con dirección a la armería, no desayune, quería ser la primera en llegar... espero no arruinar las cosas con Legolas, espero agradarle, espero no hacer el ridículo, espero que aunque sea logremos ser amigos. Después de todo, el jamás se fijaría en mi.

Salí al patio hacia la armería, di unos cuantos pasos, aun no había nadie... creo que llegue demasiado temprano... rayos.

-Disculpa, ¿Qué hacés aqui?

Oh no puede ser, reconozco esa voz.

-M-mi señor Legolas. -no lo arruines Tauriel, no lo arruines por favor- eh, estoy aquí porque deseo entrenar junto a usted digo junto a todos para poder cumplir las misiones que sean necesarias.

-Oh Sí, mi padre mencionó algo al respecto pero ¿por qué has venido tan temprano?

-Bueno es que es el primer día y no sabia a que hora comenzaban.

-De acuerdo no te preocupes, pero cuéntame ¿por qué te interesa esto de la guardia? -dijo sonriendo.

Oh no empezó con las preguntas, acaso no nota que me está poniendo nerviosa con su hermosa sonrisa... por ti hermoso Legolas, bueno no puedo decirle eso. Después de 10 segundos pensando respondí.

-He oído hablar sobre las grandes aventuras que han tenido en las batallas y la verdad es que yo también quisiera participar.

-Mmm es curioso, cuando llegaste aquí le dije a mi padre que serías una guerrera, jamás imagine que se volvería cierto, pero no me hagas caso, ¿quieres que comencemos el entrenamiento?

¡Por fin!

-Sí, por supuesto.

Se acercó a mi, tomó su arco y una flecha. Apuntó hacia un árbol que se encontraba a unos 25 metros y me dijo:

-Para dar en el blanco, es necesario que cierres un ojo y el otro lo fijes directamente en tu objetivo. Mantén una posición firme y no te desconcentres. Acto seguido, lanzó la flecha y dio justo en e árbol.

-Uau, eres muy hábil con el arco y las flechas.

Por favor que no note que estoy sonriendo como una completa tonta.

-Me llevó muchos años de práctica, no es algo tan fácil, ven inténtalo.

¿Qué? ¿Estás loco Legolas? ¡Jamás lo he hecho podría matar a alguien!

-P-pe-pero

-Vamos, yo te ayudaré.

Tomé el arco, Legolas me tomó de ambas manos mientras colocaba la flecha y tenzaba el arco. No puede ser, lo tengo a escasos centímetros de mi. Siento que me ruborizo y todo esto es por el contacto de su piel. Ay.

-Tauriel, recuerda lo que te dije, con un solo ojo mira a tu objetivo y no te desconcentres.

Se apartó de mí, lo que me devolvió un poco el control sobre mi cuerpo.

-Ahora ¡suéltalo!

Vi como la flecha salió disparada y para mi sorpresa, dio en el mismo lugar que la flecha de Legolas.

-Jajajajajajajaja ¡lo hice! ¡lo hice!

-¡Tauriel lo hiciste!

Ni el ni yo nos lo creíamos, estaba tan contenta, tan feliz y mi hermoso elfo también lo estaba. La emoción fue tan grande que lo abracé y ambos nos caímos al suelo.

Lo vi debajo de mi y la risa se detuvo, el tiempo se detuvo, todo se detuvo, solo estábamos el y yo. Me perdí en sus ojos azules, me perdí en su olor. El me miraba con, ¿con qué? ¿extrañamiento? ¿dulzura? No lo sé, pero jamás me había mirado así.

-Mi señor Legolas.

De repente, mi segundo de felicidad se detuvo cuando el grupo de la guardia se acercaba a nosotros.

-Lo siento mi señor, no era mi intención. -dije mientras ambos nos poníamos de pie.

-No te preocupes Tauriel.-dijo dedicándome una sincera sonrisa.- Ahora empezaremos con más clases.

No pude decir nada más, le devolví una tímida sonrisa, los demás elfos nos observaban curiosos. Aunque creo que sentían curiosidad por verme a mi en la armería. Tendrán que acostumbrarse, de ahora en adelante serán mis compañeros de guardia. ¡Ja!

Tauriel, Hija del BosqueWhere stories live. Discover now