Buscando respuestas

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Ambos se safaron del agarre inmediatamente. Tauriel sabía que se había metido en un gran, gran problema; pero al menos ésta vez contaba con la protección de Legolas.

-Tauriel, retírate -Ordenó Thranduil sin expresión en su rostro.

La elfa miró al príncipe y este le transmitió total calma con su mirada, ella entendió.

-Con permiso mi señor -y se fue de allí, lo más rápido que pudo.

-Legolas -el rey miró con dureza a su hijo.

-Padre por favor, no quiero discutir esto; estoy muy cansado y me gustaría dormir un poco más antes de ir a Rivendel.

El príncipe subió hasta su habitación y allí se encerró. Se puso una ropa más cómoda y se metió en su cama. En seguida comenzó a pensar en lo hermosa que se veía Tauriel y que a pesar de todo sus sentimientos hacia ella seguían intactos. Sin importar el dolor que le causó verla con un enano él la seguía amando, seguía amando a su estrella. Quizá ella siempre dijo la verdad... Kili sólo era su amigo y él siempre quiso ver más allá. <<¿Pero y aquel beso?>> se cuestionó, ¿qué significó aquél beso? ¿Por qué lo besó? Eran preguntas que rondaban su mente.

Eran tantas dudas pero lamentablemente no podrían ser despejadas pronto pues hoy mismo partiría a Rivendel. <<Todo será por ti, mi amada>> dijo pensando en que regresaría esta vez dispuesto a dejarla o a perderla para siempre, no aceptaría puntos medios y con eso se quedó dormido recordando que se tendría que viajar dentro de unas horas.

Aún sintiendo una gran preocupación por haber sido sorprendidos por el rey, Tauriel no borraba la sonrisa de su rostro. Ya dentro de su cuarto se echó en su cama sonriendo como una joven enamorada por primera vez... ¡Legolas había vuelto! Se dio cuenta de que no importaba cuántos años pasaran, ella podría esperar por el mil, dos mil, tres mil años con tal de volver a ver esos ojos y sentir ese cuerpo que la hace sentir segura y protegida de cualquier cosa.

Pero no todo era felicidad, aun había alguien a quien ganarse... al mismísimo padre de Legolas, el rey Thranduil que tantas veces le ha dejado claro que no desea por ningún motivo que ella y su hijo estén juntos.

El cielo comenzó a esclarecerse, Legolas se levantó de inmediato y comenzó a alistar las cosas para el viaje. Cuando todo estuvo preparado, salió para encontrarse con su padre y con los demás elfos que lo acompañarían al concilio; no si antes hacer algo importante.

Pasó por la habitación de Tauriel y debajo de la puerta le dejó una notita, seguido de dos golpecitos para que viera la nota. Bajó las escaleras y se dirigió al pequeño jardín al lado del palacio. Esperó y esperó... el cielo se hacía más claro y el sol comenzaba a brillar más.

Pronto, se hizo la hora de partir; él, sintiéndose triste, salió del jardín y fue hasta la entrada al palacio allí lo esperaban su padre y los elfos que irían con él.

No quitaba su mirada fija a la entrada, esperaba que algo pudiera pasar pero no... no pasó.

Se despidió de su padre, montó su caballo y comenzaron el largo viaje hacia Rivendel.

*

Abrió sus ojos, miró por la ventana y vio que el sol resplandecía fuertemente. Lavó su rostro y se vistió y se arregló lo mejor que pudo para volver a verlo. Cuando iba a salir de su habitación vio un papel debajo de su puerta.

Extrañada, se inclinó y lo tomó para posteriormente abrirlo y ver de quién era. La nota decía:

Nos vemos en el jardín en cinco minutos... te estaré esperando mi preciosa estrella. No tardes, hay mucho que hablar.

Tauriel, Hija del BosqueWhere stories live. Discover now