Mi noche...

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Pasaron las horas y pronto se hizo de noche. En tan poco tiempo el palacio se volvió un lugar encantado. Las flores y rosas adornaban las escaleras, los corredores, el pasillo y la entrada. Se colocaron un conjunto de luces tenues por todo el lugar, lo cual causaba un efecto sobre acogedor. Por la ventana de Reindel se podían observar los invitados llegar en sus majestuosas carrozas adornadas en detalles de oro y metales preciosos. Parecía que todo había sido planeado con anterioridad. Ahí me encontraba yo, absorta en mis pensamientos, mirando por la ventana a personajes importantes de toda la tierra Media, esperando para presenciar el compromiso de mi amado... no conmigo, con su princesa.

- ¡Ya está, lo encontré! -La voz de Reindel inundó la habitación, sonaba muy emocionada. Tenía un bulto detrás de sí.- Cierra los ojos mi pequeña tengo una sorpresa para ti.- Así lo hice y cuando los abrí, simplemente me quedé boquiabierta.- Mira Tauriel, este será tu vestido ésta noche, yo lo usé en la boda del rey Thranduil, eso fue hace muchísimos años atrás, no es la gran cosa, pero se te verá hermoso.

¿Acaso bromea? Ese vestido era simplemente perfecto. Era de color verde esmeralda, con un encaje fino en la cintura y muy pegado al cuerpo, tenía finos bordajes de color oro y finalmente la falda caía ampliamente hasta las pantorrillas.

-Reindel el vestido es hermoso, creo que tú deberías usarlo yo veré cualquier otra cosa que usar.

-Por supuesto que no hija, tú lo usarás, esta será tu noche y debes verte como la estrella que eres, radiante y bella. Por favor, sería un placer verte puesto mi vestido, verás, siempre quise verle puesto este vestido a mi hija pero ella murió cuando era muy niña, concedeme el deseo de que uses mi vestido, te lo suplico.

Sus palabras me hicieron sentir un poco de tristeza, realmente me sentí querida por parte de Reindel, ella es como mi madre y no podía decirle que no. Así que tomé el vestido de sus manos, entré a su vestidor y finalmente salí a la habitación con el vestido puesto.

-Reindel, es tu turno de cerrar los ojos, voy a salir.

-De acuerdo mi querida niña, ya están cerrados.

Caminé hasta colocarme enfrente de ella, ella se había vestido con un hermoso vestido azul, aunque era mayor aun conservaba una escultural figura y un hermoso rostro. Se veía preciosa.

-Ahora sí ábrelos...

-Oh, oh por todos los cielos Tauriel, te ves, te ves como una reina, como la estrella más brillante de todas, mi niña nunca he visto mujer más bella que tú, estás hermosísima.- Reindel dejó escapar unas lágrimas de sus ojos, así que me acerqué y la abracé lo más fuerte que pude.- No sé cómo tus padres pudieron abandonarte, si eres tan hermosa por dentro y por fuera, desde que llegaste aquí supe que te iba a querer mucho mi niña, mi hija. Ven aun tenemos que peinarte y ponerte un poco de color en tus labios.

Me senté frente al espejo, ese vestido me quedaba realmente hermoso y no es por presumir pero parecía que había sido hecho a mi medida. Reindel empezó a cepillar mi cabello y a hacer un peinado que no podía ver pues me había puesto de espaldas al espejo. Cuando acabó con mi cabello empezó con mi rostro, me puso un pintalabios rojo intenso y finalmente un polvo en mis mejillas.

-He terminado mi pequeña mírate.

Uau, no lo podía creer, ¿esa soy yo? Llevaba un moño recogido en la parte de arriba muy elegante y permitía que mis hombros se apreciaran. Mis labios se veían muy provocativos y grandes por el pintalabios rojo intenso y al reír el polvo le hacía realce a mis mejillas. Me sentía como una verdadera reina. Luego Reindel se puso atrás mío y me colocó una hermosa esmeralda en forma de collar en mi pecho, fue como la cereza del pastel.

-¿Me acompaña a la fiesta su hermosa majestad?- Dijo Reindel. Reí. La tomé de un brazo y juntas nos dispusimos a ir a la gran fiesta que estaba a punto de comenzar. Esta iba a ser mi noche.

Tauriel, Hija del BosqueWhere stories live. Discover now