A la luz de las estrellas

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Los rayos del sol impidieron que continuara con su sueño. No eran suaves destellos que aparecen a las primeras horas de la mañana, era la luz del mediodía; ¿tanto había dormido?

Despertó con mucha energía, más de la que recuerde haber sentido antes. La suave brisa se colaba entre las ventanas abiertas de la habitación, dando paso a un fresco olor a lavanda proveniente de afuera.

No sabía que había más allá de la puerta ni de las ventanas, jamás había estado en Rivendel antes, pero había oído decir que era un lugar mágico.

Su herida ya no le causaba molestias por lo que supuso que ya estaba mucho mejor. Un estruendo vino de su estómago, tenía hambre y mucha. Se vio a sí misma y se dio cuenta de que había perdido mucho peso, estaba delgada, bastante se podría decir.

-Necesito comer, un alce si es posible -dijo removiendo las sábanas- oh, ¡por Eru! -exclamó al ver sus delgadas piernas.

-Creí que nunca despertarías, dormilona -Elrond entró en la habitación- no sé si es mi imaginación pero te he escuchado hablar sola ¿tienes un amigo imaginario?

Tauriel lo miró con expresión divertida, no tenía ni idea de que su padre tuviera tanto sentido del humor.

-Ay padre -dijo un poco exasperada- un poco más y desaparezco -dijo mientras observaba su famélico cuerpo.

-No hemos podido darte más que líquido hija, no me culpes a mí no soy quien dio esa orden.

-Pero pudiste declarar en mi defensa -puso cara de ofendida.

-Pues, en mi defensa puedo alegar que ahora que ya estás bien, podrás comer todo en cuanto pidas, ¿tienes hambre?

No hizo falta respuesta, el estómago de Tauriel rugió reclamando comida, mucha comida. Elrond se echó a reír, la pelirroja se ruborizó un poco.

-No se diga más, en seguida voy por un banquete para mi niña, no vaya a ser que te comas a tu padre.

-Está bien estaré esperando -dijo Tauriel sonriendo.

Apenas unos minutos después, una silueta se asomó por la puerta.

-¿Se puede? -preguntó.

Tauriel se quedó entre sorprendida y emocionada al ver de quién se trataba. Llevó ambas manos a su boca que se abrió del asombro.

-¿Link? -preguntó entre sonrisas.

-¡Tauriel! -respondió él acercándose y abrazando a la pelirroja.

-Oh Link, cuánto tiempo sin vernos.

-Ni que lo digas... casi un año. Estás más hermosa desde la última vez -le dedicó una sonrisa.

-Son ideas tuyas -dijo poniendo sus ojos en blanco.

-Vamos, acepta mi cumplido -dijo riendo.

-Está bien, está bien -puso ambas manos en alto sonriendo- acepto el cumplido.

-¿Cómo has estado en todo este tiempo? -se sentó en la cama quedando frente a Tauriel.

-Pues -bajó su mirada- ha habido de todo un poco, creo que debemos ponernos al día -sonrió.

-Pienso igual.

Elrond entró junto a dos elfos que traían grandes bandejas llenas de alimentos. Uno de ellos colocó una especie de mesita de madera en la cama y luego colocó los dos charoles.

-Uau padre, ¿cuántos orcos más van a comer conmigo? -preguntó Tauriel divertida al ver la cantidad de comida que había traído Elrond.

-Es todo para ti hija -sonrió- aunque si quieres, Link y yo podríamos ayudarte con todo.

Tauriel, Hija del BosqueWhere stories live. Discover now