Capítulo 74: Lágrimas de sangre (2/2)

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Le apretó la mano y se lo quedó mirando, enamorada y al mismo tiempo desdichada.

Pero entonces la princesa habló de nuevo.

- Hay alguien más que quiere hablaros y agradeceros lo que habéis hecho por nosotras.

Se hizo a un lado y una figura conocida apareció ante ellos.

- ¡Kagura!

Frente a ellos apareció Kagura de los vientos, la encarnación de Naraku a la que este último había robado su corazón y lo había guardado en un tarro para luego devolvérselo y asesinarla.

- Kagura, ¿cómo es que estás aquí? – quiso saber Kagome – Pensábamos que habías muerto feliz. Sesshomaru dijo que moriste sonriendo.

Kagura curvó los labios en una amplia sonrisa que resaltó su belleza femenina.

- Y así fue. Morí feliz, porque por fin era libre, libre como el viento. Y porque había podido ver una última vez a Sesshomaru antes de morir – dijo, dirigiendo la mirada hacia el apuesto demonio – Pero ya sabéis que Naraku y yo, por alguna razón, formamos parte de la profecía de la princesa. Por eso no podía descansar hasta que todo esto acabara, hasta que acabarais con la vida de Nibori.

- Y ahora, ¿ya eres libre? – inquirió Inuyasha, también intrigado.

- Casi. Todavía me queda una cosa pendiente – y señaló el suelo – ¿Os habéis fijado que estáis en un campo de flores blancas y rojas?

Los demás miraron al suelo, desde el río hasta los árboles más cercanos.

- ¡Es cierto! – exclamó Kagome – Es el campo donde moriste.

- Y donde morí yo – la apoyó la princesa – Y también donde murió la joven Rin. Demasiadas muertes para un mismo suelo, pero ahora todo ha terminado – miró de soslayo a la otra Kagura – Bueno, casi.

- ¿Casi? – quiso saber Rin, que andaba algo perdida – ¿Qué queréis decir?

Entonces Kagura se acercó a Sesshomaru y extendió su mano.

- ¿Me permites? – dijo con la palma hacia arriba, como si esperara que el demonio le diera algo.

- ¿La luna? – quiso saber él, que comprendió enseguida.

Kagura asintió y Sesshomaru le dio la media luna de plata que había recogido del suelo. La princesa levantó la mano y mostró la otra mitad.

Kagura sonrió.

- Yo también voy a hacerte un regalo, Rin. Os lo debemos.

Kagura alargó la mano con la media luna y la princesa Kagura alargó también su mano, de manera que las dos mitades se encontraron. Un aura dorada surgió de las dos figuras fantasmagóricas y les recorrió el cuerpo entero hasta llegar a los brazos y a la luna. Cuando la luz las envolvió por completo, las dos mitades se unieron y formaron una sola figura de nuevo.

Sin que la luz se apagara, Kagura se acercó a Rin y le colocó una mano en la barbilla, haciendo que se levantara.

- Rin, por tu coraje y determinación te mereces lo que andabas buscando – y sopló hacia su rostro.

La luz envolvió mágicamente también a Rin y apareció un humo blanco que lo cubría todo, como si fuera niebla.

Sesshomaru se puso en pie y abrió mucho los ojos. ¿Qué estaba sucediendo?

Rin se elevó varios centímetros en el aire y notó cómo le colgaban los pies, sin poder pisar el suelo. La piel se le volvió blanca, mucho más de lo que ya la tenía. Las heridas y arañazos que había sufrido se le fueron cerrando uno a uno hasta que no quedó ninguna marca sobre su piel. La herida del costado desapareció y los signos de veneno que surcaban su cuerpo dejaron de perforarla por dentro y de hacerle daño. Los brazos se le llenaron de líneas violetas y las uñas de las manos se le alargaron ligeramente. Sintió cómo le surgían varios colmillos dentro de la boca y supo que cuatro marcas púrpuras, dos a cada lado del rostro, habían decorado sus mejillas. El pelo se le alargó y cogió volumen, dándole un aspecto todavía más hermoso si cabía. Y se le puso blanco, de un color tan brillante y atractivo como el de Sesshomaru. Un color demoníaco. Peros sus ojos, esos enormes y preciosos ojos entre la canela, el café y la avellana no cambiaron. Seguían siendo sus ojos.

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن