Capítulo 64: La Puerta de la Desesperación (1/1)

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Rin salió del hueco de la pared y se puso en pie. Se encontraba en un pasillo oscuro lleno de huesos blanquinosos a los lados. Al ver las decenas de cadáveres, le entró una arcada y volvió a vomitar sangre.

Se encorvó en el suelo y se quedó quieta un momento, tratando de recuperarse. La vista estaba empezando a nublársele de nuevo.

Respiró.

Después de un par de exhalaciones, se puso en pie e intentó vislumbrar algo más en la oscuridad aparte de los huesos putrefactos. Había un par de caminos por seguir, concretamente tres. Entrecerró los ojos para ver mejor y puedo vislumbrar, algo más allá, una especie de cuerpo negro en el suelo del primer camino.

«Podría ser que fuera...».

No, no. Agitó la cabeza y desechó la idea en el acto. Se negaba a creer que Sesshomaru hubiera muerto en mitad de una asquerosa pila de huesos en el interior de una cueva. Además, la mancha negra tenía una forma pequeña y peculiar, demasiado pequeña para tratarse de él. Pero tal vez sí fuera alguna criatura monstruosa esperando a que algún viajero pasara para atacarlo. Rin dio un paso atrás y retrocedió.

Los otros dos caminos parecían despejados, pero no podía asegurar nada, pues no había ni un solo vestigio de luz en esas entrañas rocosas.

Un crujido la sobresaltó y vio varias ratas correteando entre las rocas y los huesos. Se llevó la mano a la boca para no volver a vomitar.

«¿Por dónde debería seguir? Los dos caminos parecen iguales».

Entonces, en el camino del centro, pudo ver una pequeña luz amarillenta que brillaba con fuerza. La luz se acercó un poco para que la joven pudiera reconocerla.

- Miau – dijo suavemente.

- ¡Kuppuru! – exclamó la chica – ¡Estás bien!

- Miau – la bola luminosa dio media vuelta y empezó a desaparecer con lentitud por el oscuro pasadizo. Cuando estaba apunto de torcer hacia un lado, se paró un instante, miró a la joven y continuó caminando.

«Quiere que le siga» advirtió Rin.

- ¡Kuppuru, espera! – y empezó a correr tras él.

* * *

- ¡¡Inuyasha!!

Kagome llamó a su marido, pidiendo ayuda a gritos.

- ¡Ya voy! ¡Maldito fantasma! ¡Suelta a mi esposa!

Inuyasha desenvainó su espada para enviar a la gigantesca criatura al mismo infierno. La mujer cayó al suelo.

- Kagome, ¿estás bien?

- Creo que sí – y dejó que el semi-demonio la ayudara a levantarse – ¿Oyes algo? ¿Crees que están bien?

Inuyasha hizo un gesto con la cabeza.

- No estoy seguro. A Sesshomaru no le oigo, aunque le huelo lejos. Sin embargo, a Rin ni si siquiera la detecto. Pero huele a sangre, mucho.

Kagome se estremeció.

- Este lugar debe ser inmenso. Desde fuera no parecía que su extensión fuera tan grande. Es casi un suicidio.

- El lugar es toda una trampa – aseguró el semi-demonio – Acuérdate de lo que está aquí guardado. La esfera de Kagura puede concederte cualquier deseo, por imposible que parezca. ¿No creerás que un arma tan peligrosa quedaría sin protección?

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Where stories live. Discover now