Capítulo 48: Lucha por lo que quieres (1/2)

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Rin llevaba corriendo mucho rato. En algunas ocasiones le había parecido oír voces a lo lejos, pero no se había detenido. Corría y corría porque en eso le iba la vida. No literalmente, pero si no hablaba con Sesshomaru, si no le veía una última vez antes de que él se marchara para siempre, no podría seguir viviendo ni un instante más. Su existencia se habría convertido en una vida vacía y banal. ¿Podría amar a otro hombre? ¿Podría seguir adelante como si nada de esto hubiera pasado?

No.

Lo había intentado. Varias veces. Pero su corazón ya había escogido por ella y, como dice el dicho de Milan Kundera: "Cuando habla el corazón es de mala educación que la razón lo contradiga". Así pues, ¿cómo iba a forzarse a vivir con otro hombre, a forzarse a casarse con él, a amarlo, si no podía amar a nadie más que a Sesshomaru? ¿Es que Kohaku no entendía que no podía quererlo, que jamás sería suya?

Por fin, llegó al final del sendero, que daba a un pequeño claro cercano a la orilla del río. A-Un estaba sentado bajo un árbol, echando una cabezada. En cuando oyó la presencia de la joven, levantó ambas cabezas y se acercó a ella en actitud cariñosa.

- ¡Shh! – le indicó la chica al caballo volador de dos cabezas mientras lo acariciaba – ¿Dónde están Sesshomaru y Jaken?

El animal señaló con una de las cabezas hacia el río, y la otra señaló el mismo árbol donde había estado tumbado hasta hacía tan solo un instante. Ahí estaba el pequeño Jaken.

- Intentad no despertarlo – suplicó la chica en voz baja – Yo iré a buscar a Sesshomaru.

Y se acercó a las aguas caminando despacio por la orilla a lo largo del río. Sesshomaru estaba al final del camino. Estaba segura.

* * *

Megumi se había separado de Miroku y Yuki hacía varios minutos, cosa que el monje había notado enseguida. La chica empezó a correr cerca de ellos intentando romper ramas con los pies y moviendo arbustos. De esta forma, en varias ocasiones el monje y la joven habían creído que Rin se encontraba próxima a ellos y habían cambiado el rumbo hacia el sonido. Por suerte, Megumi siempre conseguía huir antes de que Miroku descubriera quién era la verdadera causante de todo aquel alboroto. Por su parte, Yuki también estaba haciendo de las suyas para colaborar. De tanto en cuanto, aunque no hubiera oído nada, se paraba y decía:

- Monje Miroku. ¿Ha oído usted eso?

- Yo no he oído nada.

- Sí, sí. Escuche bien. Parece que hubiera alguien cerca.

El monje escudriñó la oscuridad.

- Tampoco se ve a nadie. Tal vez te lo has imaginado.

Pero entonces Megumi volvía a hacer ruido y Miroku no tenía más remedio que creerla.

- Debe ser Rin. ¡Vamos!

Y así una y otra vez.

Entretanto, en alguna otra parte del bosque, Shippo se afanaba en despistar a Inuyasha. Como el demonio zorro había tenido abrazada a Rin durante un rato, el olor de la joven se había quedado impregnado en su ropa, así que bien le servía para confundir el olfato de Inuyasha, que interpretaba que Shippo y Rin debían estar juntos. Y así ambos también se desviaban del cauce del río, dándole una oportunidad a la joven. Tan sólo quedaba...

Kohaku saltaba de rama en rama por los árboles. Llevaba su traje de exterminador y sus armas. En ese bosque se escondían grandes peligros y todo tipo de criaturas monstruosas, sin embargo, habiendo tantos humanos por la zona, probablemente no se darían tanta prisa en salir. Al menos, eso era lo que él esperaba.

Su olfato no era bueno, pero sí su agilidad, su ligereza y su capacidad de indentificar rastros. No hacía más que oír ruidos y encontrar arbustos con hojas rotas.

A diferencia del resto, Kohaku sabía que Rin se encontraría donde estuviera Sesshomaru. Así que, si quería encontrarla, debía encontrarle a él primero, y no sería un encuentro agradable. El humano y el demonio ya se conocían, pues el mismo Kohaku le había acompañado un corto tiempo en sus viajes, antes de curarse por fin y poder vivir sin necesitad del fragmento de Shikon que había llevado tiempo atrás incrustado en la espalda. Pero ahora las cosas eran muy diferentes. Kohaku no iba para pedirle si podía volver a ser su compañero de viaje, iba a exigirle que no volviera a la aldea, para que su esposa no volviera a pensar en él. Esposa, sí. Esa era la palabra que querría poder decir, pero aún no podía. No, porque Rin había interrumpido la ceremonia antes de que Kaede los uniera realmente en matrimonio. Así que, técnicamente, ambos seguían todavía solteros. Eran prometidos. Pero eso no duraría mucho tiempo, no si Kohaku podía impedirlo.

De repente, un ruido lo sobresaltó y vio moverse unos arbustos. Bajó de la rama y se acercó al lugar.

- ¿Megumi? – dijo el chico sorprendido – ¿Qué estás haciendo?

- ¡Ahh! – chilló ella sobresaltada.

La chica retrocedió unos pasos y, ante la asombrada mirada del exterminador, empezó a correr entre los árboles. Unos segundos después, llegaron Miroku y Yuki.

- ¡Ah, eras tú! – exclamó el monje, casi sin aliento – Eres muy ruidoso. Llevamos mucho rato persiguiéndote. Pensábamos que eras Rin.

- ¿Ruidoso? ¿Yo? – Kohaku se quedó pensativo un instante. Observó a Yuki, que evitaba su mirada, y luego volvió a mirar los arbustos que Megumi había agitado – Creo que ya entiendo lo que pasa. Seguid sin mí, y si oís un ruido, no os preocupéis. No será Rin – aseguró y se fue en la misma dirección por la que Megumi se había marchado.

No tardó mucho en alcanzarla.

- Tú, ¿pero qué te crees que haces? – dijo cogiéndola por la parte de atrás del vestido y tiró de ella – ¿Pretendías engañarnos?

- ¡Suéltame! – se revolvió la chica, intentando zafarse del agarre del muchacho.

Kohaku la soltó.

- ¡Pero qué genio!

- Así es. ¿Algún problema con eso?

El chico la miró totalmente sorprendido.

- Por mí no. Pero no nos causes más problemas.

- ¡Y más que voy a causarte! ¡Es lo que te mereces!

Megumi ya no era tierna ni comprensiva, ni sonreía como una niña pequeña. Ahora se había vuelto dura y rebelde y estaba dando a conocer todo su mal genio. Lo hacía por Rin, por su amiga, que por culpa de ese chico había pasado muy malos días. Estaba enfadada. Enfadada con él. Por ser como era. Por haber herido a su amiga sólo para satisfacer sus sentimientos amorosos.

Kohaku se cruzó de brazos, realmente interesado en las palabras de la chica.

- ¿Y por qué se supone que merezco tener tantos problemas?

- ¡¿Es que no es obvio?! Rin te rechazó y tú, en lugar de pasar página, convences a Kaede para que la case contigo. La has forzado indirectamente. ¡Eso es horrible, Kohaku! – cada vez levantaba más el tono de voz – Si Rin no te quiere, ¡supéralo! Pero no puedes obligar a la gente a hacer algo que no quiere. ¿Te queda claro, exterminador? – dijo con sorna.

Kohaku se la quedó mirando, severo. Megumi se esperaba que el joven empezara a gritarle igual que había hecho ella y le dijera que no tenía derecho a meterse en sus asuntos, pero no lo hizo. Se limitó a mirarla con sorpresa, casi con admiración. Y una media sonrisa surgió en su cara.

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Siento el día de retraso. Aquí os dejo el capi y, si todo va bien, subiré la continuación el domingo. Kisses XXX

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Where stories live. Discover now