Capítulo 50: ¿No lo entiendes? ¡Te quiero! (1/2)

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Rin miraba el agua cristalina, contemplando su propio reflejo. Aún llevaba la diadema que Kaede le había dado para su boda con Kohaku, su velo estaba roto y raído y su vestido... el precioso vestido que Sesshomaru le había regalado tenía los bajos y las mangas hechas trizas de su carrera por el bosque. Pero eso no quitaba que estuviera igual de hermosa, tanto como siempre, o bien mirado, más que nunca.

A través del agua también pudo ver el reflejo de Sesshomaru, que permanecía a su lado, con el torso desnudo y herido. Tenía los ojos cerrados y respiraba con serenidad. Si no fuera porque le había hablado, casi parecía que estuviera dormido. Pero no lo estaba. Sesshomaru escuchaba cada uno de los movimientos de la chica: sus pasos, su respiración, su corazón...

Rin metió una mano en el agua, que estaba congelada, y la sacó enseguida, con los dedos morados.

- Señor Sesshomaru... – susurrró, intentando iniciar una conversación – El agua está helada. Vas a resfriarte y... y estás herido.

El demonio siguió sin abrir los ojos.

- Me estoy curando – aseguró – Sólo necesito un par de horas y estaré bien.

Rin estaba seria. Él no quería mirarla, eso estaba claro, y ella se sentía terriblemente mal, porque sabía que era la causante del enfado, de la frialdad de las palabras del demonio.

- Te lo has puesto.

Rin lo miró, sorprendida. ¿A qué se refería exactamente? Se miró en el río y se fijó en su vestido. Ahora se avergonzaba de llevarlo puesto, precisamente ese que le había regalado él, pero cuando volvió a mirar el agua, vio que el demonio tenía por fin los ojos abiertos y a través de su reflejo supo que lo que miraba no era su vestido, sino el collar de plata con la luna que había encontrado dentro del estuche de madera. Instintivamente, Rin tocó la luna.

- Sí. Lo encontré donde lo dejaste caer. Pero si quieres que te lo devuelva, lo comprendo.

Sesshomaru miró hacia otro lado.

- Puedes quedártelo. Yo no lo quiero.

Ambos se quedaron en un incómodo silencio. El único sonido era el del viento, que soplaba suave a su alrededor y les mecía los cabellos.

- ¿Era... por mi cumpleaños? – quiso saber Rin con emoción contenida.

- Pensé que te gustaría.

- ¿Y qué significa la luna?

- Es un astro – dijo el demonio en tono neutro.

Rin se cruzó de brazos.

- Eso ya lo sé. Quería decir que...

- Sé lo que querías decir – la cortó él en tono hostil y se señaló la luna violácea de su frente de marfil.

A través del reflejo del agua, Rin vio su mirada amarilla y la silueta de su hermosa luna.

- Una vez me pediste la luna, ¿recuerdas?

«¡Cómo olvidarlo!», pensó Rin, emocionada. «¡Jamás olvidaré ese día!», pero se limitó a asentir.

- Pues ahí la tienes. Ahora puedes llevártela.

La joven no estaba segura de si eso había sido una indirecta para que se marchara. Contempló el reflejo del demonio, otra vez con los ojos cerrados, y vio burbujear de nuevo la ponzoña de su costado. Se levantó, algo airada, y se adentró unos metros en dirección contraria de por donde había venido. Instantes después regresó al río con algunas plantas en la mano.

- Son hierbas medicinales – dijo arrodillándose junto a él – Kaede me dijo que absorben el veneno y lo eliminan del cuerpo.

El demonio abrió los ojos y por fin se volvió para mirarla directamente a la cara.

- No necesito tu ayuda – le espetó, pero el tono no le había salido tan hostil ni frío como él había pretendido. Se apartó un poco, para que ella no lo tocara, pero Rin, cabezona como siempre, metió los pies en el agua y se acercó a él por el río.

- No pienso irme – le dijo con dureza – Al menos no hasta que me haya asegurado de que estás bien. Luego, si es lo que quieres, volveré a la aldea.

El demonio se quedó quieto. Las manos calientes de la joven acababan de posarse sobre su herida mientras le colocaban las hojas. Rin rompió un jirón de su propio vestido y se dispuso a vendarle el torso al albino. Él no dijo nada en ningún momento. Se limitó a quedarse quieto mientras lo invadía una sensación totalmente desconocida al contacto con las manos de su pequeña.

Cuando Rin terminó de atarle al vendaje, levantó ligeramente el rostro y se descubrió a sí misma contemplando el pecho del joven, lleno de gotas de agua que se deslizaban suavemente hacia estómago y desaparecían camino a la pelvis.

Rin jamás lo había visto sin camisa, nunca en su vida. Sesshomaru siempre había sido muy cuidadoso con su vestimenta y, aparte de Jaken, nadie le había visto el cuerpo a no ser que estuviera herido.

La respiración de Rin se entrecortó. Lo tenía muy cerca y no podía evitar admirar ese cuerpo fuerte y tonificado, mucho más hermoso de lo que ella hubiera llegado a imaginar. Levantó la vista y se encontró con los ojos amarillos del joven, que la escrutaban curiosos.

Al verse descubierta, Rin se ruborizó y se apartó del demonio, temblando de frío.

Sesshomaru no tardó mucho en salir del agua. Cogió su camisa y se acercó de nuevo al río. Rin notó que algo suave le caía sobre los hombros. Era la parte de arriba del Kimono del demonio, que aún conservaba su olor.

- No quieras resfriarte – murmuró el demonio en tono neutro – Tu marido te estará buscando.

Rin recordó entonces por qué estaba allí, en medio del bosque, con Sesshomaru. Los acontecimientos de las últimas horas se agolparon de repente contra su mente y empezó a desesperarse de nuevo.

- ¿Ya te vas? – preguntó, siguiendo al demonio con la mirada llena de angustia.

- Aquí no queda nada que tenga que ver conmigo – afirmó rotundo – No volveré.

Rin ahogó un grito en su garganta. Quería chillar, suplicar, gritarle que no se fuera, que no había comprendido nada de lo que había visto desde el peñasco, que estaba equivocado, que le tocara el corazón y sabría la verdad, que se parara a mirarla y decirle a la cara que de verdad quería marcharse, pero no pudo. No pudo porque las palabras se negaban a salir de sus labios, porque el sonido se había escondido en lo profundo de su garganta y la tenía presa de un mutismo horripilante.

El demonio empezó a caminar, pero entonces la joven se abalanzó hacia el albino y se le abrazó a la cintura por la espalda. Sesshomaru se paró en seco, confundido.

- Lo siento.

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¡Hola a todos! Aquí os dejo el nuevo capi, espero que os haya gustado. El sábado o el domingo subiré la continuación. ¡Por fin Sesshomaru y Rin se han encontrado y ahora vienen un par de capítulos sólo de ellos dos. Hasta el finde XXX

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora