Capítulo 46: Cacería en el bosque (1/2)

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Rin corría con todas sus fuerzas colina arriba, entre los árboles del frondoso bosque. Aún oía el murmullo de los invitados de la boda y las voces de Kaede y sus amigos llamándola desesperadamente. Pero ella ya no prestaba atención. Se negaba a escuchar un solo lamento, un solo grito, una sola súplica más de que volviera. ¡No! No podía volver ahora, no quería volver ahora, y menos aún después de lo que había hecho.

Había dejado plantado a Kohaku en el altar, enfurecido. Le había tirado el ramo al suelo, con ira, porque no podía perdonarlo, porque no soportaba el verlo delante suya con esa sonrisa de suficiencia dibujada en los labios. No podía verlo más. Y Sesshomaru, su querido Sesshomaru... lo había visto todo desde allí, desde lo alto del peñasco. Rin no podía ni imaginarse lo que el albino habría sentido al verla así vestida, con el vestido que él mismo le había regalado, a punto de casarse con otro joven, con un humano.

Rin levantó las enaguas de su vestido para correr más deprisa. Los pies se le enredaban en la maleza y los bajos de su traje arrastraban las hojas secas y el polvo del suelo, pero no le importaba. Debía llegar a la cima del peñasco antes de que el demonio se marchara... para siempre.

- ¡Ahh!

El largo velo se le enredaba entre los arbustos y las espinas del suelo. La chica tiró con fuerza para seguir adelante, dejando que éste se desgarrara, sin importarle. El corazón le latía con fuerza, desesperado. Ya nada importaba más en el mundo. Ni su pasado, ni su futuro. Para Rin sólo estaba el presente, y éste sería el único que marcara su destino.

Ya no dejaría que los demás decidieran sobre su vida, ya no era la niña pequeña que no sabía cuidar de sí misma. No era un pájaro enjaulado ni una princesa en una torre. Era ella; Rin, la chica huérfana, sí, pero también una aprendiz de exterminadora, una tigresa salvaje, una guerrera. Tenía coraje, determinación, tenía valentía en cada parte de su ser, tenía fuerza en el corazón.

Corría sin detenerse, sin que ningún otro pensamiento le ofuscara la mente. Todo giraba en torno a su amor, a sus deseos. Quería darlo todo por su futuro, por ese demonio albino orgulloso y tozudo que tanto la había hecho sufrir. Hubiera dado su vida por él si fuera necesario. Hubiera vendido su alma al diablo si así pudieran estar juntos. Pero ahora se le escapaba el destino de entre las manos, los problemas se enredaban como si una araña maligna estuviera entretejiendo con brusquedad los hilos de su tela. La noche había caído y con ella se desvanecían sus esperanzas de ser libre. Sesshomaru había llegado, sí, pero lo había hecho demasiado tarde...

Los murmullos finalmente desaparecieron y la muchacha llegó por fin a lo alto del peñasco, justo donde el demonio la había visto apunto de casarse con Kohaku. Recordó su mirada melancólica y a la vez hostil, sus puños cerrados, su fingida indiferencia.

Un objeto claro destacó en el suelo. La morena se agachó y lo recogió. Era un estuche de madera de pino muy hermoso con algunos tallados en forma de espirales alargadas. Giró la llave de la cerradura y... un collar de plata la miraba desde dentro. La cadena era fina y lisa, y en su centro colgaba una diminuta luna menguante, como la que Sesshomaru llevaba sobre su cabeza.

¿Qué significaba eso? ¿Qué había querido decirle el demonio con ese regalo? ¿Una luna igual a la suya? ¿Un símbolo de que estarían siempre juntos? ¿Una promesa?

Rin sacó el collar del estuche y se lo llevó al corazón.

- ¡Oh, Sesshomaru! ¿Por qué tenías que ver esto?

Se ató el collar al cuello y se levantó decidida, dispuesta a seguir corriendo.

Entretanto, la boda se había vuelto un completo caos. Todo el mundo cuchicheaba sobre lo que había pasado esa noche en la ceremonia y el porqué Rin se había marchado tan repentinamente hacia el bosque. Las más ancianas ayudaban a Kaede y a Sango a recogerlo todo mientras los hombres salían en su busca.

- Miroku – le dijo Sango a su marido – Por favor, encuentra a Rin sana y salva. El bosque por la noche es muy peligroso y, si le pasara algo, yo... – empezó a sollozar.

- Te prometo que la encontraré – le aseguró su marido – Quédate aquí. Si somos demasiados, pondremos nerviosos a los demonios que viven en el bosque y podrían atacar a los aldeanos.

Sango asintió y vio alejarse a su marido junto con Inuyasha y Kohaku. Kagome también se unió al grupo.

- Volveremos pronto, no te preocupes.

Sango se acercó a Kaede y los ojos empezaron a temblarle tristemente.

- Sango, ¿qué ocurre? – dijo la anciana, acercándose a abrazarla.

- Creo que lo hemos hecho todo mal, Kaede. Todo esto es culpa nuestra.

Kaede se quedó callada mientras la exterminadora permanecía abrazada a su tórax. Cerró los ojos un instante y se planteó muchas cosas, cosas que debería haber pensado mucho antes de que esto ocurriera. Recordó las palabras de Rin, el comportamiento hostil que adoptó la muchacha ante la noticia de su inminente casamiento, la primera vez que huyó al bosque, las discusiones que mantuvo con ella y, finalmente, la triste lágrima que había salido de su rostro en el momento de pronunciar el "sí, quiero".

- Creo que tienes razón – dijo la anciana, sin atreverse a mirar a la exterminadora a la cara – Pero no llores más, Sango. Yo tengo la culpa.

* * *

Yuki, Shippo y Megumi se encontraban entre la multitud, preocupados e impotentes, pues no sabían cómo ayudar a su amiga a superar todo eso, a que acabara la pesadilla.

- Deberíamos ir tras ella – empezó Megumi – Los demás quieren traerla de vuelta para que se case con Kohaku, pero nosotros no queremos eso. Yo no al menos – aseguró la joven – Rin necesita hablar con Sesshomaru y arreglar todo este lío. Si no lo hace ahora, jamás se lo perdonará.

- ¿Y qué podemos hacer? – preguntó la rubia – No hay forma de impedirles que la encuentren. ¡Son los mejores guerreros de todo Japón!

Shippo le puso una mano a cada una en el hombro.

- Yo iré a buscarla, y me aseguraré de despistarlos. Eso le dará tiempo. Vosotras os quedáis aquí – y se marchó rápidamente entre los árboles.

Megumi miró a Yuki con suspicacia.

- ¿Era una orden?

- Yo creo que era más bien una sugerencia – rio Yuki – ¡Démonos prisa!

Y las dos chicas se perdieron en la espesura del ramaje, corriendo a contrarreloj por la vida de su amiga, por su destino, por su futuro.

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Subo la continuación el domingo. Kisses xxx <3

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Where stories live. Discover now