Dulce Destino - Camren Fanfic

Capítulo 44

Camila recorrió nerviosamente los canales sin detenerse en ninguna en particular. Había tenido la misma actividad desde que Dinah partió para la entrevista. Sus ojos vagaban ciegamente con los canales pero no registraba ninguna de las imágenes allí exhibidas.

Finalmente, decidió detenerse en un canal al azar y coger su portátil. Siempre podía perder el tiempo escribiendo a Laur. Siempre era un pasatiempo productivo, más productivo quedarse mirando inexpresivamente la pantalla de televisión.

Camila llegó tan lejos como escribir, “Querida Laur,” cuando oyó abrirse la puerta. Mensaje de correo olvidado, Camila saltó a sus pies y se apresuró a saludar a Dinah. “¿Cómo fue?” fue lo primero que dijo.

Dinah entró en el apartamento con una amplia sonrisa en su cara. “No te creerás lo que acaba de pasar,” declaró.

Camila hizo movimientos con la mano para expresar su impaciencia. “¡Sigue!”

“La paciencia es una virtud, ¿lo sabías?” bromeó Dinah, dejándose caer en una de las mesas de la cocina. Esperó hasta que Camila se sentó antes de continuar. “Vale, pues llego al pequeño café donde Liam quería encontrarme.”

“¿Liam?”

“Es como dijo que lo llamara,” explicó Dinah orgullosamente. “Dos horas y ya nos tuteamos.”

“Uau,” contestó Camila. “¿Y qué pasó?”

“Bueno,” Dinah empezó una vez más, “llego allí y veo a este hombre con pinta de bobo con gafas y pelo desaliñado pareciendo totalmente impaciente e irritado. Y pienso, ‘Oh, mierda, esto ya no va bien.’ Me presento, le doy mi foto y curriculum vitae; ni se molesta en mirar mis credenciales. Mira fijamente la fotografía y a mí. Hasta ahora la único que ha dicho es, 'Hola, soy Liam Payne’. Así que, allí estoy sentada intentando deducir si el hombre está demente o si yo hice algo mal. Quizá no se suponía que debiera darle mi foto o algo así. Da igual,” Dinah continuó, “estaba esperando que dijese algo más cuando su móvil empezó a sonar. Se excusa y va al fondo del café. No puedo oír palabra de lo que está diciendo pero parece muy frustrado con quienquiera estuviera hablando. Y lo raro es que le vi mirándome como cada dos segundos. Al final, vuelve a la mesa y se disculpa por la interrupción.

"Aquí es cuando las cosas empiezan a ponerse interesantes,” Dinah anunció, inclinándose levemente adelante. “Entonces me pregunta si he hecho cine antes y yo estaba pensando, 'Por qué no mira tan sólo el reverso de la foto; allí está todo’. No quería ser grosera ni nada, así que le dije que hice un par de anuncios de bajo presupuesto para tiendas locales, pero que principalmente he hecho teatro. Así que se sienta atrás, pareciendo todo caviloso. Estoy esperando que empiece a rascarse la barbilla pensativamente o algo así, pero no lo hace. Entonces me pregunta si tengo problema con el desnudo—”

“¿Por las buenas?” preguntó Camila, atónita.

“Por las buenas,” confirmó Dinah. “Te lo demostraré.” Se aclaró la garganta y adoptó una voz profunda. “¿Tienes algún problema con el desnudo?” Se rió entre dientes. “No podía decidir si contestar la pregunta, o abofetearle y salir por la puerta. Decido seguir la corriente. Así que le pregunto a qué clase de problema se está refiriendo y él va, '¿Tienes problema desnudándote en una película y, en ese caso, cuan desnuda es demasiado desnuda? ’”

“Dinah, por favor, no me digas que el casting era para una película porno,” rogó Camila, de repente sintiéndose enferma del estómago.

Dinah empezó a reírse. “Sabes, también es lo que pensé. Sólo escucha. Entonces pensé, '¿Está coqueteando conmigo? ¿Quiere que haga pornografía? ¿Qué está pasando aquí?’ Le digo que no tengo ningún problema en particular con el denudo en tanto sea en un ambiente de buen gusto. Estaba intentando explicar, en tan pocas palabras como era posible, que de ninguna forma haría porno. Él empezó a reírse; a reírse de veras. No podia decidir si estaba riéndose de lo que acababa de decir o si hay algo haciéndole cosquillas en el trasero.”