Capítulo 19

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“Oh, Jesús, ¿que te pasó?” preguntó Dinah, levantándose de la mesa.

Camila entró a trompicones en el apartamento una hora después. Había empezado a regresar a pie del hotel cuando empezó a diluviar. Le costó cuarenta minutos encontrar un taxi. Estaba empapada. Estaba helada. Su maquillaje estaba escurrido. Su vestido estaba destrozado. Sus pies estaban matándola. Y su dolor de cabeza continuaba martilleándole el cerebro. En conjunto, había sido la peor noche de toda su vida.

“Camila,” dijo Dinah, la preocupación en su tono. “Nena, ¿que pasó?”

Camila cojeó a la silla más cercana y se sentó despacio. De una patada se quitó los zapatos con un gemido y se retrepó, cerrando los ojos. Estaba segura que si abría la boca para hablar, nunca dejaría de llorar. Así que se levantó, silenciosamente, y fue al baño. Todo lo que deseaba era una ducha. Deseaba salir del vestido que ahora se pegaba a su piel. Deseaba frotarse todo el maquillaje de la cara y liberar su cabello de la prisión de alfileres. Y no pensar en Wesley.

Eso era todo.

Su reflejo la sobresaltó y pestañeó tristemente. Tenía rayas de rímel que marcaban su cara en una forma que era casi grotesca. Era difícil de creer que sólo unas hora antes había parecido el completo opuesto de cómo se sentía ahora. Desvió la mirada del espejo y se salió del vestido.

“Camila,” llamó Dinah desde el otro lado de la puerta. “Voy a hacer chocolate caliente, ¿vale?”

Camila no contestó. Empezó a quitar alfileres de su cabello y respingó de dolor cuando su pelo se movió levemente. Unos minutos después, estaba bastante segura de haberlos quitado todos.

Bajo el chorro de agua humeante, Camila permitió caer las lágrimas. ¿Cómo había salido todo tan mal? Era como un sueño. Una pesadilla. Algo exagerado y surreal. ¿Por qué nunca se había dado cuenta de lo cretino que podía ser Wesley? O más bien, ¿por qué seguía perdonándole cada vez que lo era?

Restregó su cara hasta limpiarla. El agua caliente aclaró su cabeza y el dolor de cabeza empezó a aliviarse. Saliendo de la ducha, se envolvió en una toalla y salió del baño. El dulce aroma a chocolate caliente asaltó sus sentidos y le dio gracias a Dios por Dinah.

Se cambió rápidamente, aliviada de tener de nuevo su ropa normal. Un par de calzones de baloncesto blancos y un top fueron perfectos.

Dinah miró cuando Camila volvió a la cocina. Apuntó a una taza ya en la mesa. “Incluso le puse pequeños malvaviscos,” dijo.

Camila sonrió ligeramente y tomó asiento frente a su mejor amiga. “Creo que Wesley y yo podemos haber roto,” dijo finalmente, su mirada fija en los malvaviscos que se derretían en su taza. Le asombraba lo fría y distante que se sentía al respecto. “Él quería que tuviéramos sexo esta noche.”

“Uh, oh,” murmuró Dinah. “¿Que pasó?”

Camila se encogió de hombros y levantó la vista.

“Se enfadó y me dijo que creciera.”

“Que capullo.”

“¿Lo es? Quiero decir, quizá no ha sido justo de mi parte hacerle esperar tanto. Quizá—”

“¿Esos alfileres te han enredado la cabeza?” preguntó Dinah, agitando la cabeza. “Escúchame, Camila, no le debes nada a ese cretino. Dijiste que deseabas hacer lo que tú deseabas hacer. Y si no deseas dormir con él, entonces no lo hagas. Es así de simple.”

Camila asintió. “Tienes razón. De todas formas, le dije que se jodiera y me fui. Pero entonces empezó a llover.” Suspiró. “Sólo quiero olvidar todo sobre esta noche.”

Dulce Destino - Camren FanficOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz