Capítulo 71: Puñalada de amor (1/2)

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- Conque una sacerdotisa, ¿eh? – inquirió, casi divertido, aunque en realidad era quien más miedo le infundía, pues fue precisamente la princesa Kagura quien, siendo también sacerdotisa, fue capaz de encerrarlo en esa cueva durante más de seis siglos.

- ¡Así es! – confirmó Kagome – Y no dudaré en disparar.

Los ojos de Nibori saltaron de los de la mujer a los de Shippo.

«Sólo es un demonio-zorro joven. Son bastante débiles», pensó para sí. «No me interesa».

Luego posó la vista en Inuyasha.

«Mmm...», pensó Nibori. «Es tan sólo un medio demonio, no creo que valga mucho. Pero esa espada que lleva... puedo sentir sus poderes desde aquí. Es un buen ejemplar».

Finalmente, miró a Sesshomaru, que apretaba los dientes de rabia pensando en el deplorable estado en el que había quedado Rin después de superar todas las pruebas para conseguir llegar hasta ese ser. Lo odiaba. Lo odiaba con toda su alma y deseaba matarlo él mismo con sus garras. Pero Nibori permanecía ajeno a los pensamientos del demonio albino mientras lo escrutaba con curiosidad.

«Es un demonio completo», pensó con satisfacción. «Y su aura demoníaca es sumamente poderosa. También su espada lo es. Y ha conseguido llegar hasta el final del laberinto pisando tierra sagrada. Es un cuerpo perfecto para mí».

Pero antes de que Nibori pudiera hacer ningún movimiento, Sesshomaru ya sabía que iba a ir a por él. Dio un ágil salto, espada en mano, y le atravesó los huesos del brazo, arrancándoselo de la misma forma en que una vez Inuyasha le arrancó el suyo. Por suerte, volvió a recuperarlo, aunque Nibori no sería tan afortunado.

La criatura lanzó un aullido y fijó su mirada felina en el demonio albino.

- Muy bien. Como quieras – y levantó su gran mano para golpear al señor Sesshomaru.

El apuesto demonio lo esquivó por los pelos e intentó clavarle las garras venenosas en los huesos, pero no pudo. Era como si esa cosa tuviera los huesos hechos de metal.

Shippo se abalanzó hacia él por el otro lado, pero Nibori le dio un manotazo y lo lanzó con fuerza por los aires.

- ¡¡Shippo!! – Kagome tensó su arco y disparó la flecha que tenía cargada – ¡Vamos!

La flecha voló hacia Nibori, pero le atravesó el estómago sin rozarle ningún hueso y se clavó en la tierra de más allá.

El monstruo suspiró, aliviado. Las flechas sagradas de una sacerdotisa poderosa podían acabar con cualquiera de un solo golpe. No quería ser el caso.

Inuyasha blandió su espada contra Nibori, pero este interpuso su mano y lo echó hacia atrás. Sesshomaru también le impidió seguir.

- ¡No te metas, Inuyasha! Esto es cosa mía.

Sesshomaru creía que no necesaba ayuda. Era plenamente consciente de sus grandes capacidades de resistencia y sus impresionantes habilidades como luchador. Y además, era muy orgulloso. Quería ser él quien derrotara a Nibori por varias razones: 1. Porque era su cuerpo el que ambicionaba, no el de los demás; 2. Porque Inuyasha y él siempre se habían llevado mal y no se consideraban hermanos, así que no quería deberle nada, y 3. Nibori había atacado a su chica.

Los dos primeros motivos casi podría pasarlos por alto, pero el tercero no.

«Nadie toca a Rin sin salir impune», pensó entre dientes. Ese asunto se había convertido en algo personal.

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Место, где живут истории. Откройте их для себя