xv. la mansión rosier

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Anastasia caminó en silencio mientras Draco caminaba confiadamente por la mansión como si fuese el dueño del lugar, lo que técnicamente era, y bajaba la mirada hacia ella de vez en cuando. Los elfos domésticos fueron lo suficientemente amables en prepararle café para los nervios, incluso las pequeñas criaturas notaron el estado en el que estaba.

El rubio esperaba que ella fuese más habladora, como siempre lo era por las mañanas, pero entonces recordó que no estaban en Hogwarts, y que estaban en medio de una situación delicada. Él se quedó callado mientras tragaba su comida, a veces ofreciéndole comida a ella, pero suspirando cuando ella se negaba.

Cuando Anastasia notó que Draco había terminado su comida, su corazón se hundió ante el pensamiento de estar cerca de ver a sus padres de nuevo y probablemente ser abofeteada o asesinada por ellos. El pensamiento de tener a Draco cerca de ella la hacía sentir menos estresada, pero su mente le decía que sus padres se enojarían más con ella al verla con un Malfoy.

—Vamos —ella tragó y siguió silenciosamente al chico rubio—. Si alguien viene mientras no estamos, diles que estamos en el Callejón Diagón —él le dijo de mala gana a un elfo doméstico, el cual asintió instantáneamente y se marchó.

Anastasia miró al elfo con ojos de lástima, y después su mirada se encontró con los ojos del chico rubio. Ella bajó la mirada a su mano, ahora estrechada, y de vuelta al chico. En el momento en que su temblorosa mano entró en contacto con la de él, sintió como si todo diera vueltas. Estaba feliz de no haber comido nada, o de otro modo se encontraría vomitando en la primera cosa que viera, en este caso, las flores que su madre amaba regar cada mañana.

—Estamos aquí —ella susurró, alzando la cabeza para tener una mejor vista de la gran mansión que solía llamar hogar. Ahora, lucía irreconocible para ella. Parecía más grande, y más oscura.

—Ha pasado un tiempo desde la última vez que vine aquí —Draco señaló con un tono calmado—. Luce diferente.

—Lo sé —fue la última cosa que ella logró decir antes de subir las escaleras hasta la puerta.

Sus ojos viajaron a través de la grande y lujosa puerta, un ceño empezando a formarse en sus rasgos. Draco la notó teniendo una batalla interna, así que tomó su mano y le dio un dulce apretón lleno de confort y amor. Anastasia suspiró, y con una mano temblorosa, golpeó la puerta tres veces.

Ella no apartó la mirada cuando la puerta se estaba abriendo, y se encontró con un par de ojos esmeraldas casi iguales a los de ella. Anastasia se encontró incapaz de hablar mientras sus ojos viajaban hacia su madre.

—¿Anastasia? —La mujer habló suavemente, pero su voz estaba llena de sorpresa.

—Hola, madre —la chica susurró, sin importarle el pequeño quiebre de su voz.

—No deberías estar aquí —su madre dijo rápidamente, girando de izquierda a derecha—. Vete —Draco suspiró cuando oyó las palabras de la mujer, y vio la expresión de dolor de Anastasia.

—Pero, madre... —comenzó, pero fue instantáneamente interrumpida por el sonido distante que hizo que sus brazos cubiertos sintieran escalofríos.

—Amor, ¿quién es? —Anastasia tragó cuando obtuvo un vistazo de su padre haciendo su camino hacia la puerta. El momento en que sus ojos hicieron contacto, ella tuvo que apartar la mirada para evadir la mirada llena de odio que su padre le envió—. ¿qué estás haciendo aquí? —Preguntó, un poco fuerte para el gusto de Anastasia.

—Yo... yo vine a... —las palabras parecían atascadas en la garganta de Anastasia mientras sus ojos se encontraban con los de su padre.

—¡Te lo dije! —Él habló, mirando directamente a sus ojos esmeralda—. No eres bienvenida aquí —las últimas palabras hicieron que las paredes de Anastasia finalmente cayeran.

NUMB ° DRACO MALFOY (ESPAÑOL)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz