Capítulo 67: Historias del pasado (1/1)

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Sango le dio un pellizco.

- ¡Shhh!

Jaken los miró a los dos severamente y continuó.

- La princesa no tendría aún dieciséis años cuando sus padres contrajeron una rara enfermedad que los llevó a la tumba.

El demonio verde hizo una pausa y dio un sorbo a su sopa.

- La pobre princesa estaba desolada. Su única familia acababa de morir. No tenía hermanos, ni primos, ni tíos, ni abuelos que pudieran cuidarla y hacerle compañía. De manera que quedó completamente sola y a cargo de un enorme reino.

Al principio, las cosas le fueron un tanto difíciles, pues no tenía idea de cómo manejar todo su gran territorio, pero pudo continuar gracias a la ayuda de los antiguos consejeros de su padre. De manera que, en poco tiempo, se convirtió en un reino próspero. Pero entonces, todo cambió.

Kagura acababa de cumplir dieciocho años cuando llegaron los feriantes a la ciudad. Era día de mercado y los mejores comerciantes llegados de diferentes países se presentaron en palacio para ofrecerle a la princesa sus más ricas mercancías.

La princesa les dio paso y observó con atención los productos que le ofrecían, pero, entonces, alguien llamó su atención. Entre los comerciantes había un joven y apuesto mercader procedente de China.

Kagura se sintió inmediatamente atraída hacia él. Y ella, que era joven e inocente, no supo lo peligroso que sería para ella entrañar amistad con aquel muchacho.

Hizo otra pausa para beber. Todos estaban expectantes.

- Los mercaderes estuvieron alrededor de dos semanas en la ciudad antes de marcharse hacia otros reinos. Pero Kagura, completamente enamorada del joven, le pidió que se quedara en su reino. A cambio, le prometió darle el dinero que necesitara para que pudiera establecer una tienda permanente de telas y así nunca le faltara de nada. El apuesto joven aceptó y se hizo construir una tienda de telas y vestidos en el centro de la ciudad.

Pasaron dos años antes de que la princesa Kagura manifestara en voz alta sus verdaderos sentimientos hacia el hombre. Durante ese tiempo, habían seguido viéndose y, con frecuencia, el mercader era invitado a palacio como huésped por unos días. Este le hacía constantes regalos a la princesa, aunque ella no le encargara ningún vestido nuevo.

Pero, entonces, empezaron a ocurrir cosas extrañas en el pueblo. Al principio, sólo fueron ancianos, pero pronto empezaron a desaparecer toda clase de aldeanos del reino, incluso niños.

- ¿Desaparecer? – inquirió Kohaku – ¿Qué quieres decir con eso? ¿Los estaba secuestrando alguien?

- Al principio, eso fue lo que creyeron. Ninguno de los desaparecidos tenía motivos para haberse marchado por su propio pie. Así que todo era muy extraño, y pronto aceptaron la posibilidad de que un espíritu o un demonio los estuviera alejando de la aldea para devorarlos.

La princesa, temiendo que un día su apuesto mercader desapareciera también, lo invitó a residir permanentemente en palacio. Al menos, hasta que se resolviera el asunto de las desapariciones. El mercader aceptó y en cuestión de días estaba durmiendo en la habitación contigua a la de la princesa.

- ¿Y qué pasó con los aldeanos? – Megumi estaba realmente intrigada – ¿Los encontraron?

Jaken hizo un signo de asentimiento.

- Sin duda – aseguró – Todos muertos.

- ¡Oh! – las dos chicas se taparon la boca con las manos.

Lágrimas de sangre (Sesshomaru y Rin) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora