Me detuve y saqué el celular nuevamente, no había pasado casi nada de tiempo, pero ya tenía la respuesta que necesitaba para creer en la posibilidad de encontrarlo. Sin embargo, no podía seguir, no con esa fina línea cruzando mis dedos, cortando un poco las intenciones que tenía de hacer algo diferente.

"Debe salir, solo debe salir".

¿Acaso algo pasa porque debe? ¿O es porque quieres, que termina pasando? ¿Qué pasa cuando lo que quieres, y lo que debes, no coincide? Bueno... Pasa esto.

Guardé cuidadosamente la hoja y rebosé una sonrisa de emoción ante la idea. Debía bajar las gradas pero no quería ser predecible, quería más bien un poco más de tiempo para llegar con ese café a ese momento, pero la vida tiene formas muy interesantes de decirte que un minuto puede ser una eternidad para esperar algo, y muy poco para hacerlo.

Empecé a bajar las gradas lentamente y vi por el rabillo del ojo que la brisa seguía pasando a mi alrededor mientras tenía los sentidos desorientados; los nervios me dilataban cada paso sintiendo como el piso vibraba entre todos esos estudiantes incapaces de presenciar lo que estaba sucediendo. ¡Estábamos sucediendo! Tú y yo. Solo que no lo sabías. Me puse a dudar si esta era la forma de hacerlo, pero no tenía tiempo de pensar en otra, tal vez si no lo hacía ahora, no lo haría después. Estaba a punto de mis 15 segundos de valentía y mis 15 minutos de receso, sin límites, hasta que llegué al primer piso y me choqué con algo un poco duro de afrontar: La realidad.

Tú no estabas ahí. 

Y sabías que iba a estar ahí. 

Me detuve en seco y empecé a pensar de nuevo en cada escenario donde todo salía como debía salir, y ninguno tenía esto. Ninguno tenía el hecho de que no te encontrabas allí. Pero, no era suficiente, esto era estúpido. Faltaban diez minutos y no tenía nuevos movimientos. El ajedrez no era un mate, ni siquiera un jaque, solo que no tenía sentido. Le faltaba una pieza, y le faltaba un café.

¡Cierto! El café...

Empecé a caminar hacia la máquina lentamente y la miré un poco resentida por ser lugar de encuentro, y a su vez, no encontrar lo que quería. Pero era muy pronto para desistir y, aunque estaba dando muchos pasos fuera de lugar, tenía límites conmigo misma, y uno de esos era no rendirme. 

"Bien... estoy aquí. Estoy aquí." Me tranquilicé ingresando el dólar en la ranura. Empecé a respirar rápidamente y sentí como mi corazón latía más fuerte a medida que mis dedos temblorosos aplastaban el único botón que decía "Té de limón". Regresé la mirada y todos esos rostros se mezclaban sin ningún atractivo, tú no estabas ahí, estos segundos no habían cambiado nada y aun así me sentí más incoherente que nunca. Concentré la mirada en el suelo y entendí que estaba fuera de lugar, que mi espacio estaba siendo ocupado por miles de pensamientos arrebatados ¡Locos! que pensaban que una invitación podía ser una palabra, y que una sonrisa podía ser un sí. 

Cogí el maldito té de la máquina y lo probé, estaba estúpidamente delicioso y humeante, y eso me frustró. Seguí tomándolo entre sorbos y volví a mirar alrededor: Nada. Miré la hora: Nada. Ahora nada estaba sucediendo y me quedé allí absorbiendo el líquido caliente mientras mis venas tenían frío. Debía salir de ese metro cuadrado que me tentaba a pedir lo que quería realmente, la razón por la que había venido, pero tomar café hubiera sido un acto masoquista si al fin y al cabo, no era el café. Eras tú. 

De pronto sentí que había algo mal en los tiempos, en las respuestas, en los movimientos. El rompecabezas estaba incompleto pero sabía donde hallaría la pieza, solo que me había abandonado la fuerza, y el cierre parecía compacto para sacar el motivo de estarte buscando. Subí nuevamente las gradas y divagué los últimos minutos, los últimos segundos. No tenía respuesta porque no tenía preguntas, mi mente se estaba tornando en blanco, y el modo automático empezó a tomar lo que quedaba de mí para salvarme de este incoherente episodio que me tenía presa durante quince minutos. Las emociones más grandes y los fragmentos más pequeños de mí estaban sintonizados hacia dejarlo todo, pero no apremiaba la idea, ni siquiera la consideraba.

La Presunta Posibilidad de ConocernosWhere stories live. Discover now